Amapola
Su nombre científico es Papaver rhoeas, y esta flor es oriunda de Europa, África y Asia. Pertenece a la familia de las Papaveráceas. Crece de forma silvestre en terrenos improductivos. Su característico color rojo la hace muy llamativa y suele crecer en pequeños grupos, sin llegar a cubrir toda la superficie.
Sus tallos son de color verde claro, con cerdas y hojas simples en la base, alargadas y lobuladas. La flor llega a tener hasta 50 milímetros de diámetro, con cuatro pétalos de color anaranjado a rojo, base negra y varios estambres.
Su fruto es una cápsula llena de semillas que podemos utilizar para reproducirla si queremos cultivarla en casa. Los pétalos se caen con facilidad. La planta exuda un látex de color blanco.
La floración puede ser primaveral o estival, dependiendo de las condiciones climáticas en la que se haya desarrollado el ejemplar y cuándo haya sido plantado. Hay unas cien especies. Las perennes deben ser plantadas en primavera.
Cómo cultivarla:
Requiere de un sustrato que sea más bien seco y pobre en sustancias orgánicas. Es fundamental tener en cuenta que no soporta los transplantes, por lo que deberemos emplazarla en su ubicación definitiva.
Entre planta y planta deberá haber una cierta separación, y se aconseja no cultivarlas en los rincones del jardín.
Si se quieren cultivar amapolas se deberá aplicar riegos moderados una o dos veces por semana, según el tiempo y la estación en la que nos encontremos, regando más a menudo en la época estival.
Son más felices si las tenemos a pleno sol.
Según una leyenda popular las amapolas nacieron de la sangre de los soldados muertos en la batalla de Waterloo.