Desde sus inicios, la industria cinematográfica de Hollywood promociona el american way of life. Mansiones con teléfonos blancos y piscinas lujosas, autos último modelo, hombres y mujeres atractivos (de ser posible, levemente bronceados), perros de raza, trabajos exitosos, fogatas románticas en playas blancas son algunos de los clichés fundacionales.
Hoy la propaganda perdura, a veces de manera menos estereotipada. Algunas casas se achicaron; celulares y blackberries reemplazaron a los teléfonos blancos; el éxito no siempre proviene de un buen trabajo, y las playas dejaron de prestarle dedicación exclusiva al amor para convertirse en antesala de las tragedias más monstruosas (gracias, Spielberg).
El retrato que Hollywood hace de los Estados Unidos revela la presencia de otros elementos además de los más publicitarios. Retazos de cotidianeidad aparentemente anodinos se repiten tanto como la bandera con barras y estrellas, aunque no siempre tienen intención promocional.
A continuación una lista de seis observaciones que, como de costumbre, los lectores pueden corregir, extender y comentar.
Las familias se reducen a matrimonios con hijos.
No importa si se trata de familias (dis)funcionales. Las películas de la industria rara vez muestran a tíos, primos, abuelos, parentella política. Cuando aparecen, ocupan un rol secundarísimo… o adquieren peso protagónico en alguna remake inspirada en un título extranjero o en largometrajes que homenajean a la población de raíces italianas (éste, por ejemplo).
Las heladeras miden más que los galanes.
En general las heladeras conforman el electrodoméstico por antonomasia. Tienen dos puertas pesadas, maxi freezer y visten una carcaza metalizada. Salvo en películas protagonizadas por jóvenes adultos díscolos, rebalsan de bebidas y productos pre-elaborados, típicos de gran supermercado.
Tomar leche tranquiliza.
Cuántas escenas habremos visto donde el/la protagonista se sirve un vaso de leche -o toma del pack/botella- cuando no puede dormir, después de alguna discusión o antes de iniciar una conversación comprometedora. El colmo se produce en este film, donde la leche pasteurizada es incluso elemento clave y remate final.
Sin modales en la mesa
A la hora de incluir escenas gastronómicas, nadie le gana al cine francés (las razones son obvias). Lo que llama la atención de las películas hollywoodenses no es que los personajes engullan comida chatarra o pastas como el gran plato sino que pocas veces se los vea sentados a la mesa (a no ser por algún desayuno) y que la mayoría de los personajes tome tan mal los cubiertos.
El chicle es otro elemento estable en términos alimentarios. Así como los pop corns, las golosinas en barras y los vasos enormes (supersized) de plástico o telgopor con café o gaseosa.
Moda unisex y for export
Jeans azules/celestes, remera blanca u oscura con camisa leñadora, camiseta con mangas largas de color, camiseta de mangas largas debajo de remera, buzo con o sin capucha y con siglas de universidad o equipo de baseball, gorra de baseball, camperita finita con capucha, campera sin mangas, zapatillas de marca, anteojos de sol.
Jóvenes trabajadores
Así como a los protagonistas adultos se los ve trabajar poco y nada (por más que sean ejecutivos imprescindibles), a los personajes que oscilan entre los 16 y 23 años siempre se los muestra en un primer puesto donde en general se los explota: en un local de fast food, en un almacén, en una estación de servicio, en una oficina, en un calle center. “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” es un mandato que Hollywood suele divulgar en películas teen donde la rebeldía siempre es esporádica o limitada.