Hay algo muy poderoso que marcará la vida de cualquiera de nuestros hijos, y somos nosotros, su familia. Pero no hay que olvidar que hay otro factor muy importante que los influye a la hora de su crecimiento personal, y son sus relaciones de amistad. A todos nos gusta vivir en amistad, ¿verdad?
En mi experiencia como madre creo que los niños tienden a hacer amistad con aquellos niños con los que se identifican, o a los que reconocen con valores y actitudes como las suyas, y con los que realizan actividades de juego similares. Se divierten, aprenden, comparten, y se inician en sus relaciones sociales que los va a preparar para vivir emocionalmente en sociedad. Y es evidente que es luego a través de esa convivencia con la que se forjan intereses también comunes. Os recuerdo esta otra entrada en la que hablaba del valor de la individualidad y del grupo al que pertenecemos.
Es importante la observación de estas amistades cuando son pequeños porque nos dan información adicional sobre nuestros hijos. Para ello, no deberíamos condicionar sus amistades; el niño ha de ser libre para elegir. Y si hay que reconducir alguna relación hacerlo primero basándonos en por qué nuestro hijo la ha elegido. Decir el día de mañana “es que las amistades lo han condicionado” es solo una forma de decir que en su momento no supimos detectar por qué nuestro hijo elegía ciertas amistades.
Las relaciones de amistad a lo largo de la infancia también evolucionan junto a ellos, pues llega una edad en la que estas amistades se empiezan a perfilar mucho más, se hacen más selectivas; ya no se centra tanto en compartir juegos sino que creo que buscan compartir sentimientos además de actividades lúdicas. Eso al menos es lo que yo voy observando en mi hijo.
Siempre me preocupó conocer con quién querría establecer lazos de amistad, pero me mantuve observadora. Sabía que no era mi labor elegir sus amistades, pero sí me gustaba observar aquellas primeras relaciones. Y veía como él elegía niños similares a él: tranquilos, poco impulsivos en sus juegos y actitudes, apasionados del fútbol… Ahora además, por lo que entiendo cuando me cuenta sus aventurillas, está haciendo una selección basada en algo más emocional: sabe que la amistad implica compromiso, y una relación de ida y vuelta no necesariamente instantánea (yo hago algo por ti y sé que algún día lo harás tú por mí). Ya distingue amigos de compañeros, e incluso sabe con quién puede mantener cierto compromiso aún sabiendo que no le interesa su amistad.
Observar las relaciones de amistad de nuestros hijos nos ofrece mucha información: conocer a sus amistades nos permite conocer también a nuestro hijo.
- ¿Qué papel ocupa nuestro hijo en ellas?
- ¿Qué influencia ejercen ellas en nuestro hijo?
Creo firmemente que debemos dejar elegir las amistades de nuestros hijos sin interferir en ellas, pero sí estar muy pendientes de la información que obtenemos de las mismas. Nos puede decir cosas muy importantes de nuestros hijos, y repito: si existe algún tipo de conflicto, deberíamos preocuparnos por reconducir las actitudes en nuestros hijos más allá de tratar de modificar sus amistades de forma externa.
¿Observáis a vuestros hijos en sus relaciones de amistad?, ¿creéis que si una amistad no nos gusta, hay que alejar al niño de ella o trabajar en nuestro hijo para conocer por qué la ha elegido y qué podemos modificar primero en él?