Que el fútbol es una montaña rusa es una afirmación que no aporta gran cosa a la realidad de este deporte. Joaquín Caparrós lo dijo con otras palabras: "en el fútbol pasas de puta a monja en cinco minutos". En el fondo, es lo mismo, pero lo de Caparrós tiene más gracia, hay que reconocerlo.
¿Recuerdan los primeros días de junio, cuando el Barcelona ganaba la Champions después de haber conquistado previamente Liga y Copa? Todo el mundo babeaba por Luis Enrique. Y cuando digo todo el mundo, quiero decir exactamente todo el mundo, a excepción, quizá de la religión blanca que se practica en el Santiago Bernabeu. Pero vamos, los aficionados culés habrían renovado en ese momento, si hubieran podido, a Luis Enrique por 15 ó 20 años. La prensa le subía a los altares de la técnica, la táctica y la preparación física.
Pero algunos meses antes, justo a primeros de año, cuando el entrenador del Barcelona tuvo un supuesto rifirrafe con el chico este... con Leo Messi, los mismos que le habrían renovado hasta el 2030 le habrían guillotinado sin subirles las pulsaciones de 50. La prensa vapuleaba al asturiano a base de bien -que si no se habla con la mitad de la plantilla, que si Messi no le soporta, que si no sabe manejar el equipo, que está empeñado sí o sí en las rotaciones...-. Nada nuevo bajo el sol.
Ahora, vuelven los afiladores. Pese haber ganado la Supercopa Europea, la derrota ante el Athletic en la española escoció en Barcelona y el arranque de Liga dicen los "sabios" que es mejorable: cinco victorias y una derrota, segundo a un punto del líder, el Villarreal. Claro, podían haber ganado también al Celta y llevar 30 goles en lugar de 11, pero esto es la Tierra, y sus jugadores, me temo, tan humanos como yo.
También es cierto que el inicio de la liguilla de la Champions tampoco ha sido para volverse locos, empate en Roma y victoria sufridísima ante el Bayer Leverkusen. Tan sufrida que durante buena parte del partido, los blaugrana tuvieron que soportar la severa pitada de su afición. Pero ya lo dijo Luis Enrique, quien aparte de los modos más o menos chulescos, suele decir cosas muy interesantes: "Cuando ganábamos ya no necesitábamos los aplausos. Los necesitábamos cuando perdíamos". Más razón que un santo, oiga.
Al Barcelona todo se le están volviendo problemas en estas primera semanas. Su enfermería parece el camarote de los hermanos Marx: Vermaelen, que había empezado como un tiro, ha vuelto a recaer; Claudio Bravo lleva casi un mes parado; Alba y Alves han pasado ya sus dos o tres semanitas de "descanso"; Rafinha, que este año apuntaba más minutaje -al menos, hasta la incorporación de Turan-, baja para todo el año.
Y ahora hay que sumar en cuatro días las lesiones del chico este... Leo Messi y Andrés Iniesta. Justo en el año que el Barcelona no ha podido reforzarse en verano por la sanción de la FIFA. Díganme ustedes un equipo cualquiera, el que sea, que con este panorama, no sufriría como sufre este Barcelona. Pero está claro que todo esto es culpa de Luis Enrique, que no tiene ni idea de preparación física, que rota sin ningún sentido y que le gusta ver a su equipo pasarlas canutas...
Sin embargo, Luis Enrique no es excepcional, no al menos en esto. Idéntico suplicio está pasando Nuno en Valencia, Emery en Sevilla o Gracia en Málaga. Todos aquellos que les bailaban el agua hace unos meses ahora hablan pestes de ellos. Se libra de momento Valverde en Bilbao, pero es que en San Mamés gastan otros ánimos con esto de los entrenadores...
Seguramente que desde que el "fútbol es fútbol", las cosas han sido así. Y de hecho, a muchos lo que realmente les gusta es esta variabilidad. Cuando los resultados acompañan, todo son abrazos y felicitaciones. Cuando no, se oye el llanto y el rechinar de dientes. Y ojo, puedo entender esta actitud -aunque me cuesta- en los aficionados. Ellos, al fin, y al cabo son eso, aficionados, y no hay por qué exigirles ni mesura, ni reflexión ni perspectiva.
Ahora, por donde no paso es por el papel de la prensa -en todos los formatos-, ya que a ellos sí que habría que pedirles un poco de criterio a la hora de decir las cosas. No es de recibo que en enero seas un manta y en junio el mejor entrenador del mundo, para volver a dudar de ti ahora en la otoñada. No es de recibo que el plazo de los análisis, malamente dure más de 90 minutos. Dos partidos de CR7 sin marcar en Liga y ya se hablaba de que estaba mal, que estaba triste, que si el sistema de Benítez, que si el edredón de su cama, que si la temperatura del ascensor de su casa... Tras los cinco goles al Espanyol y los tres al Shakhtar, podíamos dar por enterrada la crisis, que volvimos a reabrir, exactamente, en el partido contra el Granada. Alguien tiene que explicárselo a Cristiano, porque no se entera: tiene que meter todos los días tres o cuatro goles y dar dos o tres asistencias. Todo lo que no sea eso es que está mal. A todos los niveles. Impropio de un profesional de su calidad.
Esto no hay quien lo soporte. Es inaguantable la falta absoluta de criterio y de oficio en muchos de aquellos que se ganan la vida a diario con esto del fútbol, dándole a la tecla, eso sí, o al micrófono... No es serio. No es profesional. No es de recibo. Merecemos más de nuestros medios de comunicación y como tal hay que exigirles. Y no reírles sus gracias... Digo yo que si un jugador es bueno, no deja de serlo al cabo de un mes, ¿no? Digo yo que si un entrenador es bueno, no deja de serlo durante el verano, ¿no?
Hace muchos años, en la mejor epoca del Joventut de Badalona, con Lolo Sainz de entrenador, la Penya juntó a una de las mejores parejas que ha visto nunca la ACB -cuando se tenía sólo una pareja de extranjeros, ¿se acuerdan?-, Harold Pressley y Corny Thompson. Recuerdo un partido, viéndolo por televisión con mi padre, que Pressley robó un balón en defensa e inició un contraataque. No recuerdo como acabó la jugada, pero sí que acabó mal: con un balón perdido, con una falta en ataque, con una sandia al aro... Mi padre gritó indignado, "¡¡¡Qué malo eres!!! Y yo le dije. "No, es malo. Lo ha hecho mal, pero Pressley no es malo".
Bastantes años más tarde, cuando España empezaba el Mundial de Sudáfrica y perdía en el primer partido contra Suiza -que a mi me sigue pareciendo un partido que de jugarlo así 100 veces le habríamos perdido sólo esa...-, gente de "mi entorno" hablaba de los jugadores como si fuera una despedida de soltero que habían ido a Sudáfrica como podían haber caído en las Seychelles, que no les pillaba demasiado a traspié. Y yo insistía. "No son malos. Como mucho, habrán jugado mal, porque son personas y no todos los días les salen las cosas, pero Villa no es malo, Iniesta no es malo, Xavi no es malo, Piqué no es malo, Casillas no es malo..." Pero la gente insistía: "Qué malos son". Luego cambiaron el discurso. Sin mayor problema, oiga.
Nos falta perspectiva en este país. Hoy te quiero y mañana te mataría. Y eso está mal. Sigue sin parecerme bien que la misma afición que jaleaba tus acciones hace unas semanas te pite porque vas perdiendo 0-1 ante un buen equipo. Y como no me parece bien, lo digo. Pero peor está aún que esos que te aman hoy y te quieren pasar por la cuchilla a los tres días sean los "supuestos" medios de comunicación. Los del análisis. Los de la información. Los de los datos. Los de las estadísticas. Los de las filtraciones. Eso ya me merece un "¿¡¡¡Pero qué broma es esta???"
P.D.: Por cierto, primera prueba de fuego al Cholismo. Creo que todo quedará en agua de borrajas, pero habrá que estar atentos a los próximos partidos...