La ansiedad generalizada no entiende de edades

El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por una ansiedad y preocupación inmotivadas y excesivas respecto a varias circunstancias de la vida, manifestándose como un sentimiento de ansiedad persistente y generalizado pero sin los síntomas característicos de los trastornos fóbicos o el trastorno obsesivo-compulsivo.

Los estados fóbicos se diferencian de la ansiedad porque éstos no parecen estar relacionados con un estímulo específico. La ansiedad  suele estar acompañada de una sensación de tensión interna, desembocando en la dificultad para relajarse. En este sentido, es muy frecuente, la hiperactividad del sistema nervioso autónomo; los pacientes suelen sufrir cefaleas, inestabilidad,  visión borrosa, sudoración excesiva, taquicardia, molestias estomacales, inestabilidad, preocupación y aprensión.

Para ilustrar este tipo de sufrimiento psicológico, María del Carmen Benedito Monleon  y Cristina Botella Arbona de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, presentaron un trabajo clínico donde se analizan los planteamientos actuales acerca del tratamiento de la ansiedad generalizada.

Sufrir ansiedad no entiende de edades

La paciente, una mujer de 22 años, soltera, de clase media.  Acudió a terapia porque presentaba desde hacía dos años una constante preocupación por sus estudios y su futuro profesional, acompañado de dolores musculares, focalizados en el cuello, sudoración en las manos, sensación de tensión en el estómago y sequedad de boca.  Había estado recibiendo tratamiento farmacológico por los problemas de ansiedad y acudía al fisioterapeuta a causa de esos dolores musculares.

En el momento en que solicitó ser atendida, su problema se había agudizado al iniciar el último año de carrera, a pesar de que sus resultados académicos eran buenos, la paciente aseguraba que se sentía incapaz de continuar con su carrera.

Para la investigación se ha utilizado el paquete terapéutico Barlow, el cual, se divide en varias sesiones. Así, en primer lugar, se estudiaron los pensamientos que le habían preocupado durante la semana, cuánto tiempo estaban presentes, qué conductas realizaba y se exploraron las situaciones de mayor ansiedad.  El tratamiento que se le aplicó a la paciente tenía diversos componentes: fisiológicos, cognitivos y comportamentales.

Así, para eliminar las respuestas fisiológicas de la ansiedad se aplicarían técnicas de relajación, para enfrentarse al componente cognitivo se utilizaron técnicas cognitivas y para modificar sus respuestas conductuales ante la ansiedad, se utilizaron técnicas de exposición.

La paciente recibió  17 sesiones donde en cada una se aplicó la Teoría de Barlow y se insistió en la importancia de aplicar las técnicas enseñadas para que la mejoría incrementase, además, se abordó el tema de las recaídas y se analizó la evolución de la paciente desde el principio de la terapia. La paciente señaló los beneficios que le habían supuesto las nuevas habilidades aprendidas y su utilidad para continuar con su vida.

Por ello, en esta investigación se llegó a la conclusión de que el tratamiento aplicado resultó eficaz para reducir los niveles de ansiedad en diversas situaciones y también las cogniciones y síntomas perturbadores que presentaba la paciente.