La acción principal de la cortisona reside en su capacidad de contrarrestar las reacciones inflamatorias y de esta manera reducir el dolor, la hinchazón y la incapacidad que se dan en muchas formas de artritis. Hoy en día, la cortisona se utiliza sólo cuando las restantes terapias menos peligrosas no alivian al paciente.
No puede curar un estado artrítico, sólo proporciona un cierto alivio cuando es utilizada, no detiene el proceso subyacente.
No se sabe a ciencia cierta que la cortisona ayude a prevenir los males en las articulaciones.
Es segura sólo bajo estricta supervisión médica.