Las cosas han sido tan fáciles que me estoy planteando ir a por el siguiente. Necesito tres. Tres o más…
El charcutero se fue de mi vida… bien troceadito. Tras limpiar bien mis cuchillos y la zona del despiece, me organicé para hacerlo desaparecer. Era pollera pero no tonta. Lo que yo había hecho, era un asesinato. Podría esgrimir enajenación mental transitoria por celos y convertirlo en un crimen pasional, pero estaba segura que no me libraría, como mínimo, de un internamiento psiquiátrico.
Ese día, tuve que agradecer la infinidad de capítulos de CSI que mi marido ( que en paz descanse, si puede) me había hecho tragar. A disgusto…Al final, había servido para algo. Todos los conocimientos forenses que yo tenía y no sabía que tenía, aparecieron en mi mente, como por arte de magia, ligados y bien engrasados…Sabía lo que tenía que hacer. Lo sabía.
…Los cerdos…
El que había sido mi marido era un ávido hombre de negocios. Cuando inauguró su quinta parada de mercado, se empezó a interesar por la cría de cerdos. ¿Por qué no hacer jamones y chorizos y venderlos directamente? Así que, al cabo de un tiempo, compramos una explotación de cerdos, en la Dehesa Extremeña, muy cerca de la finca de Miguel Bosé.
Tras denunciar su desaparición, me pasé unos días haciendo un papel de consorte enamorada y afligida. Expliqué a la policía todo lo que había ocurrido ese día. Saray y las fotos y la tensa espera en casa pero… “él nunca llegó”. Tenemos la suerte de vivir muy cerca de la pollería, así que había ido a ver a la golfa, dándose un paseíto…Ni siquiera tuve que pensar cómo hacer desaparecer el coche…
Interrogaron a Saray pero, las cámaras de seguridad habían grabado la salida del charcutero de la pollería, mucho después que la de ella . Saray pudo demostrar que, a la hora que él estaba haciendo caja, ella estaba con un grupo de amigos en un Bar muy conocido en el barrio. La soltaron. Sin cargos.
Deprimida y al borde de la extenuación, me retiré a nuestra finca extremeña. A descansar y esperar el regreso de mi amado esposo…Para preservar mi intimidad , concedí unos días de vacaciones al personal , suspendí las dosis de alimentación programadas para los cerdos ( estaba todo automatizado) y los dejé dos días, sin comer… No voy a dar más detalles.
Esa es la parte que menos vistosa de toda esta experiencia pero, ninguno de los inconvenientes hace palidecer lo que me gustó meter mano al charcutero…Me gustó… mucho…
Hoy, he visto unos cuchillos japoneses, en una tienda en Internet, que tienen muy buena pinta y algo se ha removido en mi interior. Me ha estrujado el estómago, ha tirado para arriba y, después, para abajo y he tenido la certeza de que lo iba a repetir.
Ya he elegido a la víctima número dos. No voy a ser muy sutil, lo sé, pero… No puedo controlarlo.
Después, si todo ha ido igual de bien que con el charcutero, me plantearé la número tres.
Y es que el FBI, dice que para que se considere que una es asesina en serie, debe asesinar a tres o más personas en un lapso de treinta días o más, dejando un periodo de «enfriamiento» entre cada asesinato…Y lo que dice el FBI va a misa.
Treinta días.
(Continuará)