Revista Ciencia

La Asociación Amigos del Perro cede perros para terapia de presos.La felicidad de tener un amigo cura el alma a los presos.

Por Carmen Pérez Mourelle @elvencejo

Los perros les hacen más libres

Un grupo de presos de la cárcel de Villabona hace terapia con canes cedidos por el albergue de Serín, a los que educan para facilitar que puedan ser adoptados

J. H. F. y J. R. G. dan mimos a los perros.
J. H. F. y J. R. G. dan mimos a los perros.  juan plazaLuján PALACIOS
La mayoría son jóvenes. Todos cometieron un delito y están en la cárcel. Y para muchos la entrada en prisión llegó acompañada de una depresión. Ahora un grupo de perros gijoneses les ayudan a cultivar una ilusión que les hace más llevadera la estancia entre rejas. Los presos de grado 2 de la prisión de Villabona que así lo desean practican desde hace un año una terapia con perros, que ha hecho que muchos de ellos vuelvan a sonreír. Gracias a la terapia asistida con animales (TACA), las jornadas tienen otro aliciente, y alrededor de 45 internos cuentan los minutos para poder jugar con «Telva», «Pinón», «Wendy» y «Silvia», los cuatro canes que ahora mismo habitan en Villabona. En un espacio propio cercado, con casetas y una zona habilitada para hacer ejercicios.
«Telva» y «Pinón», dos ejemplares de labrador, llegaron hace un año de la mano de la fundación Afinity, después de que los funcionarios de la prisión se interesaran por poner en marcha un proyecto que ya funciona en varias cárceles de España, con el objetivo de que los internos hagan terapia con perros. Tal y como explica Juan P., funcionario de vigilancia dentro del programa TACA, la iniciativa fue un éxito, lo que obligó a buscar nuevas alternativas. La solución se la ofreció la Asociación de Amigos del Perro a través del albergue de Serín, que ha comenzado a ceder perros a la prisión para que la terapia se extienda al mayor número posible de presos.
De este modo llegaron hace apenas dos meses «Wendy» y «Silvia», dos perras que luego serán dadas en adopción. «Es una pasada, no te puedes imaginar la alegría que nos dan», relatan J. R. G., J. H. F. y A. A. G., internos que cumplen condena y que tienen en los animales a sus mejores amigos. «Son mejores que las personas», sentencia uno de los presos.
El programa de terapia se inició con la formación de algunos internos como monitores. Ahora ellos son los encargados de organizar las jornadas con los perros y con el resto de presos. Se lo han tomado a conciencia y ya saben adiestrar a los canes como auténticos profesionales. «Saben arrastrarse, sentarse, hacer el mendigo, la reverencia y completar el circuito de "agility" con un recorrido en zigzag, con ruedas para pasar por dentro y una mesa a la que se suben cuando acaban el ejercicio», explican los voluntarios. El premio, un bocado de comida y «muchos mimos, los tenemos malcriados», asegura uno de los internos.
Las actividades tienen lugar diariamente, distribuidos en grupos por la mañana y por la tarde, y los propios reclusos se encargan del cuidado de los animales. «Lo primero es limpiar las casetas, luego hacemos paseos y, después, ejercicios y darles la comida», indican. Los animales les muestran un amor infinito, y ellos «se mueren de pena cuando se va algún perro en adopción», indican Graciela C. y Laura A., trabajadora social y psicóloga del centro, respectivamente.
«Es que les cogemos mucho cariño, los educamos y los cuidamos muy bien, nunca les gritamos, siempre les hablamos con mucha suavidad y ellos lo notan. Además, vamos de excursión fuera de la cárcel y los llevamos. Dentro de unos días vamos a Covadonga», explican. «Pinón», para agradecérselo, le da la pata en señal de amistad.
El vínculo afectivo que se forma entre presos y animales tiene muchos beneficios para los internos. «Cuando llegué estaba muy deprimido, no quería hablar con nadie, y gracias a los perros soy otra persona», relata uno de ellos. El funcionario enumera casos llamativos, como el del preso que se negó a comer y sólo se animó a seguir adelante en la caseta, con los perros. O el que no quería ni ver a los animales y después de una visita a su celda con los canes se apuntó inmediatamente a la terapia. O incluso los presos más fríos, los que están en aislamiento, que «han acabado por los suelos, con los animales encima lamiéndoles la cara», asegura el funcionario Juan P.
«Nos hacen reír mucho y el tiempo se pasa más rápido», sentencian los internos, que están deseando que les financien una carpa para poder hacer ejercicios al aire libre cuando llueve. «Cuando está malo, sólo podemos darles mimos», indican. Un plan que tampoco está nada mal, porque «ellos se lo merecen por hacernos felices».
Fuente.http://www.lne.es/gijon
Con mi apoyo a los vencejos que con su dulce canto surcan el cielo asturiano todos los veranos.

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