Revista Arquitectura
El profeta Jeremías viene a confirmar lo que Isaías ya profetizó: la inminente destrucción de Israel. Al igual que ocurrió con Moisés, Jeremías no se consideraba capacitado para hablar al pueblo de Israel, pero Dios lo eligió a él. Le dijo que no temiera porque él lo libraría de todo lo malo. Dios puso en su boca las palabras que mas tarde iba a pronunciar delante de todo el pueblo.
Empieza recordando la salida de la esclavitud de Egipto, su paso por el desierto, y la llegada a la Tierra Prometida, donde disfrutaron de la abundancia y prosperidad de la fértil tierra. Dios reprocha a su pueblo por haberle abandonado por otros dioses ajenos. De una manera sarcástica y aterradora, Dios compara a su pueblo con una prostituta, por adorar a otros dioses a los que llama baales. También llama rebelde a su pueblo, aunque tiene misericordia de él, afirmando que no guardaría para siempre su enojo.
Dios buscaba el arrepentimiento de su pueblo desde tiempos antiguos, pero su terquedad hizo que se le encendiera la ira. Este era el castigo: Israel iba a ser destruida, masacrada y entregada en manos de sus enemigos, también iba a ser esclavizada por 70 años. Además, afirma el Señor, Israel iba a ser reducida a ruinas y cadáveres sin enterrar. Mas tarde, Dios iba a castigar a los pueblos opresores de Israel y haría regresar a un remanente fiel a una tierra desolada y en ruinas, para ser reconstruida posteriormente.
Dios es especialmente claro cuando advierte a su pueblo que se arrepientan de sus malos caminos y que no deben adorar ídolos de piedra o madera, ya que son tradiciones de otros pueblos vecinos que no les convenía imitar. Acusa a su pueblo de haber violado el Pacto que hizo en el pasado, cuando los sacó de Egipto, de que Israel sería su pueblo y Él sería su Dios. Dios utilizó la simbología para hablar a su pueblo a través de Jeremías. Utiliza un cinturón podrido para advertir que acabaría con la soberbia de su pueblo, y unas tinajas llenas de vino quebradas en el suelo, para advertir que se destruirían unos a otros. Afirma que no tendría piedad y que traería sequía, hambre, muerte y cautividad en manos de sus enemigos.
Dios afirma que, si su pueblo se convirtiera, Él lo restauraría, lo guardaría y lo protegería de sus enemigos. También habla de un Nuevo Pacto: Israel sería su pueblo y Él su Dios, la Ley sería grabada en cada corazón y mente... y si faltaren estas leyes, también la descendencia de Israel faltaría.
Dios habla a Jeremías:
“Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: !!Ah! !!ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.”
Jeremías 1:4-10
El castigo de Dios a Israel:
“Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos: Porque dijeron esta palabra, he aquí yo pongo mis palabras en tu boca por fuego, y a este pueblo por leña, y los consumirá.” Jeremías 5:14
“Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice Jehová; pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual fue invocado mi nombre, amancillándola. Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para quemar al fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón. Por tanto, he aquí vendrán días, ha dicho Jehová, en que no se diga más, Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza; y serán enterrados en Tofet, por no haber lugar. Y serán los cuerpos muertos de este pueblo para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y no habrá quien las espante. Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalén, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa; porque la tierra será desolada.” Jeremías 7:30-34
Los falsos dioses y el Dios verdadero:
“Oíd la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel. Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder. No hay semejante a ti, oh Jehová; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío. ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti es debido el temor; porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay semejante a ti.” Jeremías 10:1-7
La promesa de Dios:
“Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.” Jeremías 15:19-21
El Nuevo Pacto:
“Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón;(E) y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre: Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente.” Jeremías 31:33-36
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