El libro comienza en un tiempo que no ha de ser muy lejano a nuestros días. Un mundo que ha tomado la forma de un Imperio totalitario, muy interventor sobre la conducta de sus ciudadanos, y en cuya estructura, valores y procedimientos de control, nos llegarán reminiscencias de otros proyectos reales o ficticios de utopías sociales.
La acción se inicia en un pueblo de la meseta castellana, donde un hombre va a celebrar las exequias por su padre fallecido. Ciertas paradojas, reflexiones propias del protagonista le lanzarán a un largo viaje, sorprendente y lleno de experiencias en busca de ciertas respuestas y experiencias, que le den un nuevo sentido a su existencia.
En este vertiginoso periplo, por ejemplo, conoceremos un mundo en el que el desarrollo tecnológico, permite la intervención sobre el cuerpo humano, permitiendo hacer desaparecer las huellas de la vejez y la decadencia física, permitiendo el despliegue de las fantasías más íntimas, sin el freno de la corrupción corporal ni de la castrante moral antigua.rica, exuberante, casi rozando lo barrocoEstos cambios implicarán otros como nos explica el autor:En el lenguaje desaparecieron palabras como decrepitud, enfermedad, ancianidad, flacidez, psiquiatría, psicología, inmutabilidad, depresión… La R.A.E., organismo soberano de la lengua castellana, fue absorbida por la Academia de Adaptabilidad Lingüística a los Nuevos Tiempos, A.A.L.N.T. creando un lenguaje común para todos, aunque no siendo de uso obligatorio.El escenario de todos estos cambios, inicialmente es situado en lugares y ambientes que nos son bien conocidos, lo que incrementa la fuerza de la historia, pues es situada como una alternativa a nuestra vida actual, en unos lugares que nos son bien conocidos. Aunque es un detalle destacable, como no es el mismo el seguimiento de los dogmas sociales en los pequeños y aislados pueblos, frente al sometimiento masivo que se lleva a cabo en las grandes megalópolis, contando un mundo singular de los pueblos que nos recuerdan a relatos de por ejemplo Miguel Rellán.Por si no lo hemos expresado aún, podemos considerar esta obra dentro del género de las distopías, pero con un talante y un sentimiento muy singular. De esta forma no resulta tan ominosa como la vida de Winston Smith, protagonista de 1984 de George Orwell, y su protagonista resulta mucho más vivo y sugerente que el pobre Henry Foster, sufrido cicerone de Un mundo feliz de Aldous Huxley, y aunque por ejemplo la libertad sexual que en esta última distopía propone el autor resulta casi mecanicista, frente a la gozosa propuesta que el autor nos regala en las páginas de su libro.De todas formas, el protagonista de la novela, sí tiene como los dos anterirmente citados, una propuesta diferencial de la de los demás miembros de su sociedad, lo que le permite darnos una visión de las entretelas y disfunciones de su mundo.Un elemento a destacar de este libro es su estilo. Rica, exuberante, casi rozando lo barroco, es la propuesta del autor, que nos ofrece un torrente narrativo, lleno de imágenes y figuras de gran sonoridad y efectividad, con un vocabulario de gran variedad en lo semántico como en riqueza fónica, con un gusto poético casi barroco por el texto bien dicho, lo cual no nos resulta extrraño, pues el autor es un inspirado dramaturgo cuyos montajes, no sólo cuidan mucho de la palabra, sino de una rica e impactante escenografía.En este sentido todo el texto gira por un lado alrededor de un canto de lo dionisíaco, gozoso y exultante, con escenas escandalosas y desproporcionadas, con auténticos desparrames, que nos recuerdan algunas de las mejores narraciones del tremendo Philip José Farmer. Y por otro lado, el autor lleva a cabo una profunda reflexión sobre el papel del ser humano en su no siempre fácil existencia, y que finalmente nos ofrecerá una propuesta de una moral más estética, más rica, y más gozosa que la ofrecida por ejemplo por Huxley.Un libro abrumador, con una propuesta muy poco habitual y que divierte a la vez que hace pensar.Bubok, 2016Compra onlineJosé María Sánchez Pardo