Una investigación nos muestra que se han realizado pocos cambios en la mayoría de países, en lo que respecta a la protección de la infancia de la publicidad de alimentos poco saludables, en cambio, la industria alimentaria sugiere que sí ha sido eficaz. Parece que la autorregulación publicitaria de alimentos y la infancia no casan, así se concluye en este nuevo estudio que pretende mostrar que los datos que ofrecen las empresas son erróneos.
Según las conclusiones, se han realizado pocos cambios en lo que respecta a publicidad de alimentos y bebidas, asociadas al sobrepeso y la obesidad, mostrada a los niños, se trata de un estudio a escala global que ha tenido en cuenta todos los avances en este campo durante los últimos cinco años en Europa, América del Norte, Asia y Australia. Claro, que no en todos los países ha sucedido lo mismo, en la investigación se pone de manifiesto que en el Reino Unido y Corea del Sur los cambios sí han sido significativos y evidencian una considerable mejora.
Los expertos han encontrado una gran discrepancia entre los resultados de los estudios apoyados por la industria y las evaluaciones que se han realizado de forma independiente por otras instituciones y organismos. En el primer caso parece evidente que las empresas del sector alimentario barren para casa, mejoran excesivamente los resultados de las regulaciones alimentarias de publicidad y no son reales según la convicción de los expertos. Los investigadores indican que las empresas miden únicamente sus anuncios, no el contexto global, no tienen en cuenta aquellos anuncios de empresas que no han firmado el compromiso de autorregulación. Por otro lado se aplican criterios no unificados usando los propios para valorar lo que es o no apropiado mostrar a los niños.
Se destaca especialmente la efectividad de las medidas en el Reino Unido porque son globales, se prohibió la publicidad durante la programación infantil, de este modo se elimina en su totalidad el riesgo de mostrar productos asociados al sobrepeso y la obesidad que inviten a los niños a consumirlos. Con este tipo de medidas se ha logrado reducir significativamente la cantidad de publicidad que ven los niños, esto es algo que debería dar ejemplo a otros países para que fuera secundado. Hay que decir que se ha instado a ampliar esta norma para que se evite anunciar alimentos con exceso de grasas, azúcares o sal en todo el horario televisivo familiar.
En un mercado altamente competitivo la autorregulación tal y como está concebida no parece funcionar, pero como decíamos, hay excepciones como el Reino Unido, los fabricantes van más allá y ya no se trata de no anunciar los alimentos y bebidas, sino que han adquirido compromisos para hacer más saludables sus productos mediante nuevas formulaciones, un etiquetado más transparente, etc. Parece evidente que el modelo de autorregulación debe cambiar y se deben implicar todos los operadores, gobiernos, agencias de salud, etc., para que realmente surtan efecto las reglamentaciones que persiguen mejorar la salud y alimentación de los niños.
Podéis conocer más detalles de este estudio a través de este artículo (Pdf) publicado en la revista Obesity Reviews.
Foto | Axel Bührmann
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La autorregulación publicitaria de alimentos y la infancia