Revista Ciencia

La ballena vasca

Por Sergio Álvarez @sergio203bio

La ballena vasca (Eubalaena glacialis), P.L.S. Müller, 1776, es conocida también como ballena franca del norte, ballena franca del Atlántico Norte, ballena negra o ballena franca de Vizcaya.
Basándose principalmente en los estudios de ADN mitocondrial llevados a cabo por Rosenbaum y colaboradores (2000), hoy en día se tiende a separar a las ballenas francas en tres especies diferentes, todas ellas dentro del género Eubalaena: E. glacialis (ballena franca del Atlántico Norte), E. japonica (ballena franca del Pacífico Norte) y E. australis (ballena franca del sur). Esta clasificación es reconocida por organismos tan importantes como IWC (International Whaling Commission) y CMS (Convention on the Conservation of Migratory Species of Wild Animals). Hasta hace poco la ballena franca del Atlántico Norte (ballena vasca para nosotros a partir de ahora) era considerada la misma especie que la ballena franca del Pacífico Norte. Incluso tiempo atrás las tres ballenas francas se consideraban la misma especie. La gran separación geográfica que existe entre las poblaciones de las tres ballenas es uno de los factores que inducen a los expertos a considerar tres especies genéticamente separadas.

La ballena vasca

Dos ejemplares de ballena vasca. Foto: NOAA (National Oceanic and Atmosferic Administration, Estados Unidos de América).

Los machos de esta ballena miden aproximadamente entre 14 y 16 metros, mientras que las hembras son algo mayores, pudiendo alcanzar los 18 metros. El peso aproximado varía entre 36.000 y 72.000 kg (Kraus y Rolland, 2007). Sus aletas son cortas y anchas, careciendo de aleta dorsal. Las aletas pectorales tienen una forma característica de espátula. La aleta caudal, usada para propulsión, es de tamaño enorme. La cabeza representa el 25% de la longitud total del animal. Los ojos son muy pequeños y están situados sobre la comisura bucal. Las barbas de esta ballena, dispuestas en número de 205-270 en cada maxila, pueden llegar a medir 2,8 metros de longitud y 18 centímetros de grosor. Los machos poseen más callosidades y de mayor tamaño en la cabeza. Dichas callosidades, están formadas por anfípodos y pueden ser usadas para la identificación individual de los ejemplares. La coloración del cuerpo es negra en los adultos (de ahí que la especie también se conozca como ballena negra). Los recién nacidos tienen un color algo más claro. Un tercio de los ejemplares tienen coloración ventral blanca (Schaeff y Hamilton, 1999). Una característica llamativa de esta ballena es que posee dos espiráculos para respiración en la parte superior de la cabeza, produciendo una nube de vapor distintiva en forma de "V" cuando exhala en superficie, como se aprecia en la siguiente foto:

La ballena vasca

Nube de vapor en forma de "V" característica de la ballena vasca. Foto: NOAA / NEFSC / Peter Duley.


La ballena vasca se alimenta de organismos diminutos que forman parte del plancton marino, como copépodos, krill, diminutos caracoles planctónicos y estados larvarios de diversos crustáceos. Para ello, filtra el agua del mar con sus barbas. Debido a que la disponibilidad de este tipo de alimento es muy variable y espacialmente impredecible, esta ballena acumula importantes reservas de grasa y tiene la capacidad de recorrer grandes distancias sin alimentarse en busca de concentraciones de plancton. Se alimentan durante primavera y verano en aguas subpolares y frías del Atlántico Norte ricas en zooplancton. En invierno las hembras preñadas emigran hacia el sur para dar a luz en aguas más cálidas. No se conoce mucho acerca del paradero de buena parte de los demás miembros de la población (machos y hembras no gestantes) en esta época. En el Atlántico Noroccidental se conocen varias zonas de cría invernales en aguas subtropicales de Florida y Georgia. En el Atlántico Nororiental, cuando la especie era más abundante en esta zona, solían emigrar en invierno hacia aguas situadas entre los archipiélagos de Azores y Madeira, el Golfo de Vizcaya y las costas del noroeste de África.
Antiguamente la ballena vasca era común a ambos lados del Atlántico Norte. Actualmente la población europea está extinguida (Notarbartolo di Sciara et al., 1998), y los ejemplares que son avistados de vez en cuando en el Atlántico Noreste se tiende a considerar que corresponden a movimientos de la población americana, ya que se sabe que individuos de esta población ocasionalmente alcanzan las costas de Islandia y Noruega. Incluso se piensa que algunos de esos avistamientos pueden corresponder a individuos pertenecientes a la especie Eubalaena japonica, es decir, provenientes del Pacífico Norte y de paso por aguas del Atlántico.

La ballena vasca

Sello postal de las Islas Feroe mostrando a la ballena vasca. Wikimedia Commons / Encyclopedia of Life.


El nombre de ballenas francas viene del inglés "right whales", que significa "ballenas buenas". Así fueron bautizadas por los balleneros debido a que eran fáciles de cazar. Nadan a velocidades muy bajas, lo que facilita la aproximación. Después de ser arponeadas sus cadáveres flotaban, lo que facilitaba la tarea de remolcarlas de vuelta. Estas características hicieron de la ballena vasca una presa codiciada, llevándola al borde de la desaparición. Se conoce documentalmente la caza de estos cetáceos desde el siglo XI. El principal producto obtenido de estas ballenas era el saín, grasa convertida en aceite para el alumbrado que ardía sin desprender humo ni emitir olor. También eran apreciadas las barbas, uno de los escasos materiales flexibles de la época.
Los pioneros en la caza de Eubalaena glacialis fueron los vascos, de ahí que sea frecuentemente conocida como ballena vasca o ballena de los vascos. Según los historiadores, el apogeo de la caza de ballenas en el Cantábrico ocurrió entre los siglos XIII y XIV, mientras su declive llegó entre los siglos XVI y XVII, para prácticamente desaparecer durante el siglo XVIII, aunque ya bien entrado el siglo XX seguían produciéndose capturas (muy ocasionalmente) en el Atlántico Nororiental: las últimas capturas documentadas que se conocen se produjeron ambas en aguas de Madeira en 1959 y 1967 (esta última una hembra con su ballenato).

La ballena vasca

Aleta caudal de una ballena vasca fotografiada en la Bahía de Fundy (Canadá). Jim Cornall / Huntsman Marine Science Centre.


Actualmente se estima la población del Atlántico Noroccidental (costa norteamericana) en unos 300-350 animales. Mientras, como ya se ha dicho, la población del Atlántico Nororiental (costas europeas y norteafricanas) probablemente se encuentre extinta en la actualidad. Sólo ha habido ocho avistamientos confirmados entre 1960 y 1999, incluyendo un ejemplar avistado en Noruega, el cual se sabe que pertenecía a la población americana. Es bastante probable que no quede una población remanente en aguas europeas y norteafricanas.
Área de distribución de la ballena vasca.
Tradicionalmente se ha achacado el declive poblacional de esta ballena a la persecución por parte de los balleneros vascos. A la persecución invernal en el sur de Europa hay que añadir la persecución en las zonas estivales de alimentación por parte de los propios balleneros vascos, ya que está documentada la presencia de éstos en Islandia recién entrado el siglo XV, y posteriormente en otras zonas como Terranova y Labrador (Canadá) y Noruega. Además, a partir del siglo XVII, los países del norte de Europa se sumaron a la caza de la ballena vasca en sus territorios estivales.
En América del Norte, se ha estimado que entre 1634 y 1951 se cazaron un mínimo de 5.500 individuos, aunque probablemente hayan sido el doble de esa cifra (Reeves et al., 2007). Cuando la especie fue protegida en 1935 sólo quedaban unas 50 ballenas. Desde entonces su número ha aumentado hasta estabilizarse en unos 300-350 como se ha señalado anteriormente.
Sin embargo, un estudio llevado a cabo por Frasier y colaboradores exculpa a los balleneros vascos. En él se analizó el ADN de los restos de al menos 97 individuos de ballena procedentes de estaciones balleneras establecidas por los vascos en Labrador (Canadá). Solamente un ejemplar resultó ser una ballena vasca. En otro estudio similar realizado sobre 21 ejemplares, el resultado fue el mismo: tan sólo un ejemplar pertenecía a la especie Eubalaena glacialis. Los autores llegaron a la conclusión de que los balleneros vascos no fueron los responsables del supuesto declive de esta ballena en las costas americanas, sino que más bien la especie ha tenido siempre un tamaño poblacional bastante pequeño.

Las principales amenazas hoy en día para la ballena vasca son los enredamientos en artes de pesca, las colisiones con buques, la reducida variabilidad genética (que puede derivar en tasas menores de fertilidad, fecundidad y de supervivencia de las crías), y los efectos derivados de la contaminación, como la ingestión de basura, el efecto del ruido sobre la comunicación entre individuos y la ingestión de biotoxinas presentes en algas de las que se alimentan los copépodos que ingiere.
La especie se encuentra protegida de la caza por IWC (Comisión Ballenera Internacional) y su predecesor desde 1935. También está protegida en Canadá (que no es miembro de la IWC). Estados Unidos y Canadá hacen esfuerzos en la actualidad por reducir el número de muertes y lesiones por colisiones y enredos. Por ejemplo en Estados Unidos se ha restringido el uso de ciertas artes de pesca en las épocas y en los lugares en que estas ballenas son comunes. Se ha puesto en marcha un Plan de Aviso para informar a los buques que transitan por zonas de cría o alimentación. Los barcos turísticos dedicados al avistamiento de ballenas deben mantener una distancia a los animales regulada por ley. Algunas rutas de navegación han sido desplazadas en la Bahía de Fundy (Canadá) con la aprobación de la Organización Marítima Internacional, con el fin de apartar a los barcos de zonas de concentración estival de estos cetáceos.
La especie está incluida en el Apéndice I de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) y de CMS (Convención sobre la Conservación de Especies Migratorias de Animales Salvajes). Además, está clasificada en la categoría de "Especie en Peligro" por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).


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