Revista Religión
“Pelea la buena batalla de la fe; no dejes escapar la vida eterna, pues para eso te llamó Dios y por eso hiciste una buena declaración de tu fe delante de muchos testigos.” (Dios Habla Hoy)
La Palabra de Dios afirma que como cristianos estamos envueltos en una batalla invisible pero real. Esta batalla se desarrolla en el mundo espiritual, entre Dios y las fuerzas del mal, y sus resultados se ven aquí en la tierra.
¿Por qué nosotros, como cristianos, estamos envueltos en esta batalla? La respuesta es que antes de conocer a Cristo y recibirle como nuestro Salvador, vivíamos en el reino de las tinieblas a merced del diablo y sus secuaces. Vivíamos en el reino del pecado y la maldición. Al llegar a nuestros oídos la buena nueva del Evangelio, y ver que existía una salida de ese reino de terror, decidimos creer en Cristo como nuestro Libertador. El intervino y nos sacó de ese reino maldito y nos trasladó al reino bendecido de Dios.
A partir de allí fuimos considerados por el diablo como “traidores” de su reino, por éso el busca nuestra cabeza. Lo que el enemigo no ha tenido en cuenta es que en el reino que vivimos el Rey es Cristo, aquel que lo venció una vez y para siempre en la Cruz del calvario.
Esa misma autoridad que Cristo ha tenido sobre el enemigo, ha sido delegada a nosotros hoy aquí en la tierra para que podamos vivir en victoria.
La batalla que enfrenta el cristiano contra las fuerzas del mal es una buena batalla. ¿Sabes por qué? ¡Porque ya ha sido ganada de antemano por nuestro Gran Señor Jesucristo! ¡Es tiempo de dejar de vivir atemorizados por el enemigo y levantarnos en victoria con el poder de Dios!
¡Tú has sido diseñado, como cristiano, para pelear y ganar la buena batalla de la fe!
CONFESION DE FE: PELEO Y GANO LA BUENA BATALLA CONTRA EL ENEMIGO, GRACIAS A LO QUE CRISTO HIZO UNA VEZ Y PARA SIEMPRE EN LA CRUZ DEL CALVARIO
ORACION:¡Te alabo oh Jesús, porque en Ti tengo la victoria asegurada contra los embates del enemigo! ¡Hay victoria real y verdadera en tu Nombre Señor! Gracias mi Señor y Salvador, amén.
Por: Ritchie Pugliese, EL VERSICULO DEL DIA