Un año después de su coronación como emperador, en la culminación de la mejor campaña de su carrera, Napoleón derrotó a los ejércitos combinados de Rusia y Austria en Austerlitz, donde él, sus generales y unas tropas magníficamente entrenadas demostraron su valor en el campo de batalla. No obstante, a pesar de su genio, esta victoria no trajo la paz de inmediato.
Datos de austerlitz
Quiénes: El emperador Napoleón (1769-1821) con 73.000 hombres derrotó a los ejércitos combinados de la Rusia imperial, bajo el mando del zar Alejandro I (1777T825), y de Austria, bajo el mando del emperador Francisco II (1768-1835), con un total de 85.000 soldados.
Cómo: Napoleón provocó a los aliados para que lanzaran un ataque en un terreno de su elección, y después ocupó los altos de Prátzen en el centro del campo de batalla, dividiendo al enemigo y derrotándolo.
Dónde: Cerca de la población de Austerlitz (Bohemia), 113 km al norte de Viena.
Cuándo: 2 de diciembre de 1805.
Por qué: El nuevo estado revolucionario de Francia y la usurpación del trono francés por parte de Napoleón eran muy amenazadores para las monarquías de Europa, que sospechaban que Napoleón trataba de imponer la hegemonía francesa en todo el continente.
Resultado: El ejército aliado fue destrozado. Los franceses ocuparon el campo, y asestaron un golpe importante a la Tercera Coalición.
Antecedentes
La campaña de Napoleón contra las potencias de la Tercera Coalición a finales de 1805 debe considerarse como la mejor de las que él desarrolló, y la batalla disputada en Austerlitz (Bohemia) es una obra maestra del liderazgo militar napoleónico. Los aliados (Austria, Gran Bretaña, Rusia, Suecia y Nápoles) estaban seguros de la derrota del presuntuoso ejército posrevolucionario y del advenedizo «Imperio» de Napoleón. William Pitt y el zar Alejandro I, los dos principales arquitectos de esta coalición, la mayor creada nunca contra Francia, iban a atacar a Napoleón con 400.000 soldados en un amplio frente desde Nápoles en el Mediterráneo hasta Hanover y Pomerania en el Báltico. Napoleón solo podía esperar imponerse si conseguía moverse rápido, golpear con fuerza y dividir a su enemigo antes de que los austriacos, más lentos, estuvieran preparados. Napoleón tenía un total de 350.000 hombres en sus filas, aunque solo su Grande Armée, enfrentada a Inglaterra a lo largo de la costa francobelga del canal de la Mancha, con 194.000 efectivos, podía esperar enfrentarse y derrotar al ejército austrorruso en Centroeuropa.
Infanteria rusaLa campaña
El 8 de septiembre de 1805 un ejército austriaco, bajo el mando del general Karl Mack (1752-1828), invadió Baviera, cuyo ejército de 22.000 hombres no combatió el avance enemigo, permitiendo que Mack ocupara Munich cuatro días después. Mack trasladó a su ejército hacia el oeste, a Ulm e Ingolstadt, para vigilar la Selva Negra (Schwarzwald), por donde estaba seguro de que los franceses iban a penetrar en Alemania. Más al norte, los enclaves prusianos de Anspach y Bayreuth bloquearon un ataque, o al menos eso creyó Mack. Sin duda Napoleón no iba a atreverse a enfurecer a Prusia para que se uniera a los aliados violando su integridad territorial.
Estrategia de napoleon
Napoleón no tenía tales escrúpulos. Mientras enviaba al cuerpo de caballería de Murat, respaldado por el Cuerpo V de Lannes, a través de la Selva Negra para mantener ocupado a Mack, envió a los otros cinco cuerpos de su «Grand Armée d’Allemagne» describiendo un gran círculo por Franconia y el norte de Baviera.
Murat cruzó el Rin en Estrasburgo entre el 25 y el 27 de septiembre, mientras el resto de la Grande Armée cruzaba el río Neckar el 1 de octubre, tratando de alcanzar el Danubio y cortar la línea de retirada de Mack hacia el este. Hasta entonces Napoleón no tenía la menor idea de dónde estaba exactamente el ejército principal de Mack. Esperaba que se retirase hacia Viena antes de que fuera demasiado tarde.
Cuatro días después, Mack tuvo noticias de que las tropas francesas habían cruzado el Anspach de camino al sur hacia Donauworth, donde, tres días después, los austríacos perdieron 600 hombres tratando de defender esta vital posición. Esto dejó al ejército principal de Mack aislado y rodeado en Ulm. Mack ordenó a su ejército que se abriera camino hacia Bohemia atravesando las líneas francesas, débilmente defendidas, y el 11 de octubre se enfrentó al enemigo con singular éxito. Sin embargo, el ataque no fue aprovechado con determinación ni por los oficiales ni por los soldados, que habían perdido la fe en la capacidad de Mack y de los demás oficiales para dirigirlos.
Capitulación en Ulm
La situación de Mack era ahora bastante desesperada. Consideró que ya no tenía sentido continuar el inútil derramamiento de sangre, y el 25 de octubre su ejército, de 24.000 hombres, capituló en Ulm. En conjunto, la desacertada invasión de Baviera les costó a los austríacos 60.000 de sus mejores soldados.
Las tropas francesas, cuyas bajas eran insignificantes, se quedaron asombradas de su éxito y de cómo un avance rápido e implacable les había ahorrado una batalla campal contra un enemigo que, como se demostró en Wagram cuatro años más tarde, no debía ser subestimado. Ulm, más que Austerlitz, fue el más brillante exponente del don de mando napoleónico en esta campaña, ya que el enemigo había sido superado tácticamente y obligado a capitular sin pérdida importante de vidas por ambos lados.
El plan aliado
Según la «gran estrategia», mal concebida, de los aliados, Mack no debía haber realizado ningún avance antes de la llegada de los rusos. La vanguardia del ejército expedicionario ruso, unos 24.000 hombres, no llegó a Branau-am-Inn hasta finales de noviembre, cuando Ulm había dado al traste con todos los planes de realizar un avance. El comandante en jefe ruso, el general Mikhail Kutuzov (1745-1813), cauteloso, sagaz y experimentado, decidió retirarse. Aquí tanto el general Miloradovich como el príncipe de Georgia, Peter Bagration, sobresalieron en bloquear, evadir y vapulear a los perseguidores franceses.
El 11 de noviembre los últimos soldados austriacos (11.000 hombres) abandonaron Viena en dirección al área de concentración en Bohemia, donde los ejércitos aliados, al final del mes, contaban con 80.000 efectivos. Al día siguiente, las bandas de música de la Grande Armée entraron en esta capital imperial de 240.000 almas tocando pegadizos aires marciales. Los austriacos, a diferencia de los más decididos y fanáticos rusos en 1812, no incendiaron su capital ni se lanzaron a una guerra de guerrillas.
A su llegada a Viena, que había de ocupar de nuevo en 1809, Napoleón tenía buenas razones para revisar su situación. Había perdido 50.000 hombres durante esta campaña y se enfrentaba al archiduque Carlos con 85.000 hombres en Italia y al ejército principal aliado en Bohemia. Si coordinaban sus ataques, se vería aplastado en medio. Había poco riesgo de que esto ocurriera, porque Carlos estaba decidido a permanecer a la defensiva. Su pasividad garantizó que no habría un movimiento aliado de tenaza para atacar a Napoleón por la espalda.
Disposiciones
Se había iniciado la segunda y principal fase de la campaña. Napoleón solo tenía 53.000 hombres bajo su mando cuando llegó a Brünn (Bmo) el 23 de noviembre, y para entonces el tiempo se había vuelto repentinamente frío. Napoleón, según su costumbre, examinó el terreno y halló el campo de batalla ideal en tomo a los altos de Prátzen, hacia la pequeña población de Austerlitz.
Aquí fue donde Napoleón decidió engañar a los aliados para que lanzaran un ataque prematuro, haciendo que Soult y Latines ocuparan los altos de Prátzen, Wischau y Austerlitz. Se reunió después con el conde Dolgoruki, edecán del zar, fingiendo ansiedad y una inusitada falta de autoconfianza. Todo para engañar a los aliados, haciéndoles creer que estaba en una posición débil y aparentando estar deseoso de evitar una batalla con el superior ejército aliado. Después, el 30 de noviembre, Napoleón ordenó a Soult que retirase sus tropas con cierta precipitación de Prátzen y de la propia Austerlitz. Los aliados se verían entonces tentados de atacar.
Durante el día siguiente, pero sin que el enemigo se diera cuenta, los generales franceses Bemadotte y Davout (este último tras haber marchado con sus soldados sin pausa desde Viena) se le habían unido, igualando así los efectivos. El 2 de diciembre, Napoleón tenía 73.000 hombres y 139 cañones frente a 85.400 efectivos rusos y austriacos con 278 cañones. Los aliados seguían teniendo superioridad numérica, aunque por un margen enormemente reducido, y esta ligera ventaja se veía más que compensada por la presencia de Napoleón y la absoluta superioridad cualitativa de la Grande Armée.
Los aliados habían decidido atacar el ala izquierda francesa con la mayor parte de su ejército y envolver al ejército francés, mientras el general Bagration al norte atacaba la carretera Olmütz-Brünn. Unos 59.300 soldados habían de abandonar los altos de Prátzen, tomar los pueblos de Telnitz y Sokolnitz y después reunirse en Kobelnitz, dejando al ejército francés reducido a un línea desde Turas a Pantowitz. Después el cuerpo de Kollowrath, de 24.000 hombres, atacaría la bisagra de la línea francesa en Pantowitz y los franceses serían dispersados.
Comienza la batalla
La bruma invernal descendió sobre el campo de batalla, dando al traste con los planes aliados, y el general ruso Langeron señaló que la ofensiva aliada dejaría la clave de todo el campo de batalla (los altos de Prátzen) completamente indefensa. Napoleón no iba a complacer a los aliados, cuyo plan parecía poco profesional, y el truco de envolver su flanco izquierdo era demasiado burdo para pasar desapercibido. Durante la noche su jefe de espionaje, Savary, le había dicho que los aliados estaban en movimiento. A las 05:00, cuando celebró su consejo de guerra, Napoleón dejó a Legrand y Davout con 18.600 hombres para defender el ala izquierda mientras concentraba el grueso de su ejército, 65.000 hombres, a la derecha.
Alejandro I y Francisco II desayunaron en la eminencia de Stary Vinohrady, donde el zar reprendió a Kutuzov por no hacer avanzar a sus tropas más deprisa. Kutuzov replicó que necesitaba que todas las unidades estuvieran en línea antes de avanzar, lo cual hizo finalmente hacia las 06:00. En la población de Telnitz, la guardia avanzada austríaca se topó con el fuego intenso de la legión corsa de élite, apodada los «primos del emperador». Durante una hora se disputó una feroz batalla en tomo al pequeño pueblo hasta que los franceses se retiraron.
Unos 13.600 rusos, bajo el mando del general Doctorov, podían haber ejecutado el plan aliado si hubieran continuado y atacado el flanco vulnerable y abierto de Napoleón. Sin embargo, Doctorov decidió esperar al cuerpo de Langeron, que se vio retrasado por una confusión de movimientos de tropas en los altos de Prátzen. El retraso del ataque aliado hasta las 07:00 permitió el reagrupamiento de las tropas francesas y durante las horas de la mañana, 10.000 efectivos franceses contuvieron el avance de 50.000 rusos y austríacos.
Los altos de pratzen
Napoleón había establecido su cuartel general de campaña en los vecinos altos de Zarlan, y a las 08:45 observó con su telescopio que los aliados marchaban hacia el sur, abandonando los cruciales altos de Prátzen, una colina que dominaba todo el campo de batalla. Napoleón preguntó cuánto tardarían los hombres de Soult -ocultos al pie de la colina- en ascender y tomar la eminencia. Soult replicó que solo tardarían 20 minutos. Así que Napoleón esperó hasta que el último soldado aliado hubiera abandonado Prátzen para ordenar a Soult que avanzase.
A pesar de que los franceses observaron un silencio casi total mientras avanzaban cautelosamente por la ladera, sus movimientos fueron observados y comunicados por un oficial ruso a Kutuzov. El general ordenó a su incendiario segundo, Milorado-vich, que volviese a tomar la eminencia, pero era demasiado tarde, aunque los rusos hicieron valerosos esfuerzos por desalojar a la fuerza de Soult del pueblo de Prátzen.
Hacia las 11:00 la eminencia estaba en poder de Soult pese a los diversos intentos fallidos de los rusos para retomarla. Tanto Kutuzov como el zar estuvieron a punto de perecer por el intenso fuego de artillería francés.
Con creciente desesperación, el zar envió a su hermano, el gran duque Constantino, y a sus 8.500 guardias imperiales, que habían sido mantenidos en reserva, al combate. Estos soldados escogidos, de elevada estatura, avanzaron sobre los altos de Prátzen y perforaron la primera línea francesa, pero el intenso fuego de mosquete y de artillería resultó ser demasiado. El ataque tuvo algún efecto, porque muchos de los soldados franceses se desbandaron y huyeron ante la arremetida rusa. En su estampida, esta masa de humanidad en fuga casi arrolló el cuartel general de Napoleón.
Hacia las 14:00 ya no quedaba nada de la posición central del ejército ruso y la resistencia aliada era ahora inconexa y desorganizada. En las calles del pueblo de Sokolnitz y en torno a su antiguo y venerable castillo, los muertos, moribundos y heridos yacían en montones.
Davout, con una orden que mancilló su buena reputación, dio instrucciones a sus soldados para que no perdonasen a ningún prisionero ni herido aliado. No obstante, gran número de soldados aliados escaparon ilesos a la arremetida francesa cruzando el terreno y los marjales congelados.
Secuelas
Cuando empezó a nevar, la batalla llegó a su fin, con los franceses demasiado agotados para perseguir a los aliados que huían. Napoleón había asestado un golpe inmenso a la Tercera Coalición, que dejó a Austria aplastada, a Rusia humillada y a Inglaterra sin sus aliados continentales. Los franceses habían perdido 9.000 hombres, apenas el 12% de sus efectivos, mientras que los aliados habían perdido casi la tercera parte de su ejército, unos 27.000 hombres. Austerlitz fue el cénit del poderío militar francés, aunque no condujo a la paz con las condiciones impuestas por Napoleón. Solo después de dos años de salvaje lucha contra Prusia y Rusia se vieron finalmente obligadas estas potencias, en julio de 1807, a pedir la paz con Francia en Tilsit.
Escrito por Historia Universal