En el verano de 1940, Inglaterra estaba aislada al borde de un continente hostil. Solo un brazo de mar separaba a las ciudades inglesas de las divisiones panzer. Cruzar «el mayor foso antitanques del mundo» requería una superioridad aérea que la Luftwaffe no logró obtener.
Datos de la batalla de Inglaterra
Quiénes: La Luftwaffe alemana frente a la Real Fuerza Aérea británica, reforzada por voluntarios extranjeros.
Cómo: Los intentos alemanes de destruir a la RAF dieron lugar a feroces batallas aéreas, que finalmente la Luftwaffe no consiguió ganar.
Dónde: En el espacio aéreo británico, principalmente sobre los condados meridionales y orientales.
Cuándo: Verano de 1940.
Por qué: La Alemania nazi de Hitler deseaba invadir y someter a Inglaterra, y necesitaba
la superioridad aérea para llevar a cabo su proyecto.
Resultado: Una contienda desesperada llevó a la RAF al borde de la derrota, aunque finalmente consiguió aguantar lo suficiente para impedir la invasión.
Antecedentes
Algunos historiadores presentan las dos guerras mundiales como un solo conflicto, con un cese de hostilidades de 20 años en medio, y en retrospectiva es fácil ver cómo las raíces del segundo conflicto se hallan en el primero. En la década de 1920, mientras una desarmada y humillada Alemania se enfrentaba a problemas económicos y sociales, el resto del mundo trataba de asimilar el coste de la reciente Gran Guerra. Se firmaron tratados para limitar la construcción naval y evitar una costosa carrera de armamentos, y el sentir general era que había que evitar otra guerra a cualquier coste.
Como consecuencia, Inglaterra y sus aliados no estaban preparados en absoluto para disputar una segunda guerra mundial. La Marina Real era considerable, pero tenía las limitaciones de los tratados, y el ejército era pequeño y mal equipado.
La real fuerza aérea
La Real Fuerza Aérea (RAF, en sus siglas inglesas) de la década de 1930 era una especie de institución social, un club privado para jóvenes caballeros acomodados que volaban en aeroplanos arcaicos y destacaban en las fiestas. El equipo era anticuado, aunque totalmente utilizable. El diseño y la adquisición de nuevos aviones tenían escasa prioridad. Esto pudo haberle costado la guerra a Inglaterra.
El Gloster Gladiator, el caza de primera línea de la RAF en 1937, era un magnífico aeroplano en algunas cosas (era fácil de manejar, muy maniobrable y no tenía vicios), pero era un caza biplano armado con cuatro ametralladoras. Los primeros Messerschmitt BF 109 estuvieron en servicio dos años más tarde, y si se hubieran enfrentado a los Gladiator sobre el sur de Inglaterra, el resultado habría sido una masacre. Por fortuna, una iniciativa de finales de la década de 1930 para crear un caza monoplano decente, de plano bajo, para la RAF rindió dividendos, y justo a tiempo. El Gladiator fue diseñado a principios de la década de 1930, antes de que las fuerzas aéreas se apreciaran realmente. Una vez que se comprendió que los aviones desempeñarían una función importante en cualquier guerra futura, empezaron a surgir nuevos proyectos.
El Hawker Hurricane fue considerado radical por muchas personas; sin embargo, era el armamento que llevaba el Hurricane I, que entró en servicio en diciembre de 1937, y con el que estaban equipados 18 escuadrones en septiembre de 1939. El más famoso Spitfire Supermarine entró en servicio en agosto de 1938, aunque en número más reducido que el Hurricane. El Spitfire también estaba armado originalmente con ocho ametralladoras de 7,6 mm, pero un pequeño número recibió cañones de 20 mm en lugar de cuatro de ellas.
La decisión de armar a los cazas con cañones o ametralladoras se vio influída por su función prevista. Las ametralladoras se consideraban mejores para derrotar a otros cazas y los cañones eran mejores para destruir bombarderos. Sus proyectiles más pesados tenían más probabilidades de causar graves daños a un aeroplano más grande, que podía volar bastante bien con una serie de pequeños orificios en el fuselaje. Muchos cazas adoptaron un armamento híbrido de cañones y ametralladoras.
La amenaza de los bombarderos
En Alemania, que había creado su fuerza aérea desde cero desafiando los tratados que lo prohibían, no había equipos obsoletos «heredados» en los que confiar, así que hubo que adquirir aviones modernos desde el principio. De este modo, los cazas y cazabombarderos alemanes estaban algo por delante de la competencia.
La fuerza aérea había estado en su infancia durante la primera guerra mundial, aunque había obtenido resultados muy prometedores. En la década de 1930 se pensaba que los bombardeos podían obtener resultados decisivos. La experiencia de la guerra civil española pareció confirmarlo: los efectos de las incursiones aéreas sobre pueblos y ciudades podían resultar horribles. Si un país no quería desplomarse y rendirse a causa de las víctimas civiles, había que detener al bombardero. Los cañones en tierra podían hacer algo, pero la interceptación con cazas era la gran esperanza en la lucha contra el bombardero.
Preparativos ingleses
El mando de cazas de la RAF combatió enérgicamente durante la batalla de Inglaterra. No obstante, tal vez no se hubiera impuesto si no fuera por el avanzado sistema de detección y coordinación que lo respaldaba.
Durante la década de 1920, en Inglaterra se daba por sentado que la siguiente amenaza importante procedería del enemigo tradicional, más que de una Alemania derrotada y desmilitarizada. Para derrotar a la horda de bombarderos franceses, se estableció un sistema de alerta precoz en el sur de Inglaterra compuesto por detectores acústicos.
Los detectores propiamente dichos no desempeñaron función alguna en la batalla de Inglaterra. No obstante, el sistema de mando y control establecido para enviar sus datos a las bases de cazas estaba todavía en funcionamiento cuando estalló la guerra con Alemania en 1939. Su información no procedía de los detectores acústicos, sino de las estaciones de radar «Chain Home», recientemente instaladas en la costa meridional. Estas estaciones proporcionaban una alerta precoz que permitía planificar una respuesta y adaptarla a las circunstancias.
La declaración de guerra
Las cosas no tenían buen aspecto cuando se declaró la guerra. Tras varios meses de «falsa guerra» o «Sitzkreig», las fuerzas alemanas avanzaron sobre Francia y superaron sus defensas. Los ingleses se vieron obligados a rechazar las peticiones francesas de más escuadrones de Hurricane, admitiendo de hecho que no creían que Francia pudiera salvarse.
La decisión de no enviar cazas para reforzar la derrota fue moralmente valerosa, y desempeñó un papel en la salvación final de toda Europa del nazismo. Los efectivos de la RAF eran ya bastante escasos. Si se hubiera sacrificado una parte de sus fuerzas en un gesto político, Inglaterra podría haberse perdido también. A pesar de que los franceses, con la ayuda de fuerzas inglesas, lucharon enérgicamente, no estaban preparados para la arremetida blindada a la que se enfrentaron, y Francia fue eliminada rápidamente de la guerra. Aunque buena parte del ejército inglés fue evacuado y consiguió regresar a casa, dejó tras de sí la mayor parte de su equipo pesado y necesitaba tiempo para reorganizarse y volverse a equipar.
Si Alemania podía emprender la invasión de Inglaterra (con el nombre en clave de Operación Sealion (León marino) en un futuro próximo, las posibilidades de evitarla eran escasas. Se adoptaron diversas medidas. Los programas urgentes para ampliar el ejército, respaldados por un proyecto importante de fortificación y la formación de lo que se convirtió en la Guardia Nacional, ofrecían una posibilidad de resistirse a una invasión. La marina declaró que podía impedir una invasión durante algún tiempo, aunque no indefinidamente. Sus cruceros y acorazados podían destrozar una flotilla de invasión, pero para hacerlo hubieran tenido que operar en aguas restringidas bajo cielos muy hostiles. La flota estaba preparada para hacer lo que pudiera, pero si los alemanes tenían el dominio del aire, eso significaba
caer luchando para ganar tiempo para las fuerzas terrestres.
La supremacía aérea era la clave. Con ella, la invasión alemana sería imparable, así que la Luftwaffe se lanzó a obtener el control de los cielos. Su comandante, Reichsmarshall Hermann Goring (1893-1946), creía que la pequeña y poco preparada Real Fuerza Aérea se desmoronaría rápidamente y que el mando de cazas de la RAF podía quedar fuera de combate en cuatro días. Esta afirmación resultó ser algo optimista.
Se inicia la batalla de Inglaterra
El plan de Goring era atraer a los cazas de la RAF y destruirlos atacando objetivos tales como convoyes costeros, aeródromos y estaciones de radar, al tiempo que se reducía la capacidad de Inglaterra de reponer los aviones bombardeando las fábricas.
Los combates se iniciaron el 30 de junio de 1940. Las incursiones se fueron intensificando hasta que, el 13 de agosto, se lanzó una importante ofensiva contra los aeródromos de la RAF en el sur de Inglaterra. Alder Tag, el Día del Aguila, fue un momento desesperado para el mando de cazas. Los aviones que sobrevivían a los combates aéreos podían regresar a una pista llena de cráteres de bombas o ser destruidos en tierra mientras se rearmaban. El mando de cazas se esforzó hasta el límite, aunque no se quebró. Mientras las tripulaciones de tierra rearmaban y repostaban los aviones indemnes, y hacían todo lo posible por devolver incluso los más afectados por los disparos a una semblanza de funcionamiento, las partidas de trabajo rellenaban los cráteres de las pistas mientras, a poca distancia, los soldados accionaban ametralladoras y cañones antiaéreos para defender los aeropuertos.
Llegaba información del mando central que enviaba a los cansados pilotos a nuevas batallas, mientras despegaban una y otra vez para interceptar nuevas incursiones. El Grupo 11, que cubría Kent y Sussex, fue el más duramente atacado, pero lograron continuar luchando durante todo el «Día del Águila» y las terribles semanas siguientes.
Los cuatro días proyectados habían pasado hacía tiempo, y, sin embargo, la RAF seguía en el combate. Tambaleándose a veces, el mando de cazas se defendió con todo lo que tenía, y cada incursión desangraba a la Luftwaffe.
Los ingleses tenían una serie de ventajas sobre los atacantes, aunque tal vez no lo pareciera entonces. Los aviones ingleses entraban en combate cerca de casa, beneficiándose de la tradicional ventaja de las «líneas interiores» sobre un enemigo que tenía que viajar hasta el campo de batalla. Así, los cazas podían cambiar de un objetivo a otro mientras tuvieran combustible y municiones, y mientras sus pilotos pudieran soportarlo. Combatir a distancia de sus aeródromos causó graves problemas a la Luftwaffe. Los pilotos tenían que pasar más tiempo en viajes improductivos de ida y vuelta a la zona de combate, lo cual desperdiciaba combustible, aumentaba las necesidades de mantenimiento, cansaba a los pilotos y también excluía a los aviones del combate mucho más tiempo que sus equivalentes ingleses, que muchas veces combatían sobre sus propias bases.
Por supuesto, esto significaba que los pilotos alemanes tenían menos tiempo de combate por día, mientras que los hombres de la RAF eran arrojados de una acción a otra, con el correspondiente efecto psicológico. La RAF fue reforzada también durante la batalla por voluntarios extranjeros y por pilotos recién formados. Entre los extranjeros había pilotos polacos, franceses y escandinavos Ubres, además de neozelandeses, sudafricanos, canadienses e incluso ciudadanos estadounidenses que habían venido a luchar junto a los ingleses, aunque su nación no estaba todavía en guerra con Alemania.
De todos modos, «los pocos» eran cada vez menos y la batalla estaba lejos de ser ganada. La decisión de enviar nuevos escuadrones de los sectores del norte atacados con menor intensidad dio lugar a una masacre. Estos pilotos con poca práctica fueron arrojados a una batalla intensa contra un enemigo mucho más experimentado. Los que sobrevivieron aprendieron rápido, y pronto daban tanto como recibían.
Cambio de objetivos
Desde la perspectiva alemana, la resistencia de la RAF a ponerse panza arriba y morir era inexplicable. Goring era muy celoso del prestigio de su Luftwaffe, y se había jugado su reputación en derrotar a la RAF. Así que ¿por qué no se rendía la RAF? En realidad, el mando de cazas ya no aguantaba más. Había ocasiones en que todos los aviones que podían volar estaban en el aire, e incluso entonces había demasiado pocos.
Tal vez sin darse cuenta de que la RAF estaba siendo, de hecho, aplastada, Góring ordenó un cambio de estrategia. Un bombardero alemán había fallado el lanzamiento sobre su objetivo industrial y había alcanzado un área residencial de Londres, y el mando de bombarderos de la RAF había tomado represalias con una incursión sobre Berlín. Hitler enfureció, y se ordenaron así ataques deliberados sobre Londres y sobre otras ciudades. El mando de cazas tenía que responder a las incursiones de bombarderos, aunque la RAF ya no era el objetivo principal. Ahora que sus aeródromos ya no eran atacados directamente, la tensión disminuyó un poco y las esperanzas empezaron a crecer. El mando de cazas empezó a hacerse más fuerte y, con el tiempo, logró imponerse. Había llegado muy cerca de la extinción, pero aguantó lo suficiente para garantizar la victoria.
La victoria
A diferencia de una batalla terrestre, es difícil señalar un momento claro en el que un lado había ganado y el otro había perdido en la batalla de Inglaterra. Las cosas, ciertamente, tenían mal aspecto para Inglaterra el 15 de septiembre; sin embargo, el día 17 Hitler decidió que la invasión de Inglaterra no era posible y canceló la Operación Sealion. Se puede afirmar razonablemente que la batalla de Inglaterra no fue realmente ganada por los ingleses; fue más bien que la Luftwaffe no consiguió obtener la victoria.
Esto representó, no obstante, una victoria estratégica para los ingleses -la batalla de Inglaterra se disputó para impedir una invasión de las fuerzas alemanas- aun cuando no hubiera un momento claro en que se lograse la victoria táctica. Aunque existen ciertas dudas de que la invasión hubiera tenido éxito, sigue siendo un hecho que fue cancelada porque la RAF siguió aguantando a pesar de todo lo que la Luftwaffe pudo hacerle. Churchill se refería a los pilotos del mando de cazas de la RAF como «los pocos», y comentó, con razón, que se les debía mucho a estos héroes. Sin embargo, no olvidemos a los demás arquitectos de la victoria. Quienes presionaron para conseguir buenos aviones de caza modernos justo a tiempo, quienes repararon, repostaron y rearmaron a los cazas, y los poco reconocidos coordinadores, que recogían datos del radar y los convertían en intercepciones efectivas. La victoria en la batalla de Inglaterra fue una labor de equipo. Fue ganada por la tenacidad frente a tremendas desventajas, y muy probablemente cambió el curso de la guerra.
Secuelas
La batalla para destruir la RAF le costó a la Luftwaffe 1.733 aeronaves. La RAF perdió 915. Algunos pilotos ingleses fueron derribados varias veces. Existen casos documentados de hombres que se estrellaron cerca de su base, corrieron al avión más próximo y despegaron de nuevo. Contra tal espíritu combativo no es difícil comprender cómo a la fuerza aérea alemana se le escapó la victoria.
Los ataques aéreos no terminaron de golpe, sino que continuaron durante toda la guerra. Londres y otras ciudades fueron bombardeadas muchas veces, y hubo bastantes incursiones sobre fábricas y buques, a las que el mando de cazas respondió. Sin embargo, desde el 17 de septiembre de 1940 en adelante, la amenaza de una invasión se alejó.
En 1941 Hitler acabó de perderse al despreciar a la ensangrentada y maltratada, aunque invicta, Inglaterra en su flanco e invadir la Unión Soviética. Más tarde, ese mismo año, los EE.UU. entraron en guerra. El 6 de junio de 1944, soldados ingleses, estadounidenses y canadienses desembarcaron en Francia para iniciar la liberación de Europa. Desembarcaron desde el sur de Inglaterra, desde un territorio que se mantuvo libre de enemigos gracias al valor y la habilidad de un puñado de pilotos de cazas.