Os dejo este artículo del gran Trecet.
La batalla de Murrayfield
Sábado, cielo azul, viene una suave brisa del Firth of Forth, esa lengua de agua cargada de leyendas y música. Bajando del Castillo, suena en Princess Street una gaita de guerra y ya acercándose a los pubs de Melrose Street, una banda de gaitas que mezcla a chavales de 15 años con personas de 50, toca un par de piezas de las que encienden la sangre y el pulso de ese instrumento que a mi siempre me ha llegado especialmente. Cada pub es una joya arquitectónica que hoy encierra a su vez otra joya, esta de convivencia entre enemigos de siempre. Van con sus viejas camisetas recuerdo de cien batallas en Londres y Edimburgo. Hablan alto, beben despaciosamente, están en casa, en la casa del espíritu del rugby. Han venido como cada dos años con hijos y mujeres y se saludan como si se hubiesen visto ayer, altos, fuertes todavía, algunos hercúleos, enormemente cultos de su cultura. Te sonríen porque saben que entiendes que no es tomarse una pinta, es celebrar pertenecer a algo noble que ha forjado su carácter, un modo de vida. Hablan primero de su salud, pero luego de rugby, de como "no tiene nada que ver". Uno me dice: "éramos demasiado románticos para entender lo que iba a pasar con el profesionalismo.". Surge el tema del equipo del 90, han pasado 2o años del partido de los partidos, Escocia: Gavin Hastings, Stanger, Scott Hastings, Lineen,Tukalo, Chalmers, Armstrong, White,Calder, Jeffrey,Cronin,Gray,Burnell, Milne,Sole(c). David Sole apareciendo ANDANDO camino del campo, seguido despaciosamente por el resto de los "azules", camiseta impoluta, solo el cardo a la altura del corazón, 300 gaitas entonando el "Flower of Scotland" por primera vez, los tambores retumbando y LA SEGUNDA PARTE DEL HIMNO ACCAPELLA, SIN MUSICA, con ese temblor sublime del segundo y medio en el que el director de la banda manda parar totalmente, un segundo de pulsación vital de todo un pueblo, que inmediatamente, 80.000, una sola garganta, entonan la segunda parte... Sole emocionado, primero de la fila, la cabeza muy alta, la cámara de la BBC(nunca olvidaré eso, por eso estoy aquí) recorré los rostros de los quince, una determinación... me vuelvo miro a Tarugo Márquez, que está a mi lado de comentarista y le digo, tapando el micrófono "Míralos, qué caras, estos no pierden hoy", la cara de Jeffrey, criador de ovejas en Kelso, de Gavin, economista, de Armstrong, camionero...
Estos no pierden hoy, estos no pierden hoy, a pesar de que se enfrentan a un equipo que ha arrasado todo el torneo del 90, hasta llegar a este partido, "winner takes all", la Calcutta, la Triple Corona, el Grand Slam, el Torneo, pero sobre todo el alma del rugby, una forma total de entender el juego, quince highlanders contra el Will Carling de las revistas del corazón y la Princesa Diana, Rory Underwood piloto de la RAF, Rob Andrew, la pareja de segundas, Ackford y Dooley... ESTOS NO PIERDEN HOY. De ello se encargaron los terceras, un ciclón placando, los tacos clavados en la muy húmeda hierba sagrada de Murrayfield, diez metros, no, siete metros, no, cinco metros, no, tú no acabas con mi forma de vida rugbística, que no, que no pasas, que ahora es el muro de Adriano, pero al revés... brillando por el sudor la cabellera rubia, casi blanca de Jefreys, un jaguar lado cerrado, Calder, un tigre, lado abierto, dos flankers que no lo sabían, pero estaban inaugurando la modernidad en el juego de la tercera línea, con White un poco más lento, llegando un segundo más tarde para fijar el ruck... Que no, que no pàsais, Guscott, Carling, Andrew
En esa mañana de sábado Escocia-Inglaterra, ha aparecido toda una separata glosando la gran hazaña del 90, vista con la perspectiva que dan los 20 años exactos transcurridos. Es en el Scotsman, el periódico de referencia en la ciudad y en Escocia. Un estudio profundo, detallado, tanto de la parte anímica como de la parte cientifica y técnica, con los planes del seleccionador escocés de entonces, Ian McGeechan desde seis meses antes del partido, un estudio por sí solo digno de la más profunda atención. En un recuadro, un documento tremendo: Equipos de Escocia e Inglaterra en el 90 y hoy mismo, 13 de Marzo 2010, con el peso y la estatura de cada jugador, treinta en el 90, treinta en el 2010. El resultado, estremecedor. Por no marear, solo los totales: El equipo escocés del 90 pesaba 1.391 kilos. El de 2010, 1.549.- El equipo inglés del 90, 1364, y el de 2010, 1.570.-
Son cifras que expresan la evolución física de los jugadores y como consecuencia, del juego. Si os fijáis, la media de cada jugador inglés supera los 100 kilos... Algo que luego veríamos en el partido.
Comienza en los televisores el Irlanda-Gales, mientras en Edimburgo tiene lugar la primera parte del rito de un Escocia-Inglaterra: El desplazamiento hacia el Estadio de Murrayfield. Se hace andando, unos 5 km. que se pasan sin sentir. el aire cargado de sonidos, pero la gente silenciosa. Sonidos de música, gente pidiendo entradas, vendedores de cualquier cosa material o espiritual, chavales de 1o años tocando gaitas, vendedores del programa del partido... Cada entrada es como un lingote de oro y cuando pasas al campo, los porteros te la miran exactamente así. Subes despaciosamente, midiendo los tiempos de tu asimilación del ambiente, el continente de la gente, el estado del campo, que vas evaluando según subes la grada. El inmenso cambio de Murrayfield, ahora un estadio con todas las localidades cubiertas, un sistema de sonido espectacular y dos pantallas gigantescas de tv de alta definición.
Salen las bandas de gaiteros, seguidos por dos grupos de bailarines. El césped se llena de color, la grada de cánticos, todo con el máximo de intensidad, pero tambien con el máximo respeto al rival. Llega el momento de los himnos y el tiempo se detiene en ese segundo entre la banda tocando y dejando de tocar, los escoceses siéndolo más que nunca... Me viene a la cabeza lo que he leido de la acumulación de potencia de los jugadores, en detrimento de las habilidades propias del juego. Arbitro sudafricano que no se entera, horrible arbitraje, incapaz de cortar los conatos de juego peligroso, que en rugby son muchos y que si no los cortas, puede dar lugar a lesiones muy graves. Potencia, dirección poco inteligente, cóctel para una batalla, La Batalla de Murrayfield, 13 de Marzo, 2010.-
Ya en la primera melee del partido, el árbitro,como los de fútbol en el área antes de una falta, deja que las primeras lineas hagan lo que les dé la gana, Los jugadores captan inmediatamente que hay permiso y la melee pasa a ser una jugada en la que no hay una sola concluida limpiamente. Escocia domina el line-out o saque de lateral, pero los tres cuartos no percuten con potencia, palabra clave, potencia, en el rugby de hoy. Tocan el flaviol a cinco metros de la linea de 22 inglesa, en donde les están esperando estos chicos, estos flankers, Haskell, 108 kilos y Worsley, 108 kilos, dispuestos a placar con sus estructuras de 195 y una velocidad espeluznante, apoyados por los dos centros, Tait y Flutey, 95 y 96 kilos... Los escoceses saben que si hacen pick and go, los van a destruir en las percusiones, a pesar de que tienen a Jim Hamilton, un segunda de 2-03 y 124 kilos nada menos, que se lleva todo lo aéreo y entra a los agrupamientos como un bisonte...
Un momento. Flankers de 108 kilos? pero que es esto?
Esto es una batalla. El juego, a medida que avanza el cansancio de los jugadores, es interrumpido más frecuentemente. Al cansancio,se une el deterioro de la acumulación de golpes, choques... No se puede hacer más daño con las manos desnudas, fuera de las artes marciales. Llega la segunda parte y en ella, una multitud de cambios por lesión, ambos equipos usando todos sus recursos, Wilko cae lesionado. Un jugador escocés, está siendo atendido, viene un balón, se levanta, lo da a un compañero, para caer segundos más tarde, teniendo que ser sustituido definitivamente. Parece Verdun, pero es rugby. Presiona Escocia, intentan una buena posición para el posible drop de Dan Parks. Hay una combinación que han usado poco. Es la del zaguero incorporado a la linea de ataque. Southwell que juega en el Stade Français, lo hace mucho en Francia. Recibe el balón y carga con la cabeza por delante. Ugo Monye, recibe el impacto a la altura del cuello y se derrumba como un saco. Las asistencias están diez minutos con él. No se atreven a levantarle. Inglaterra, como en una batalla, sufre en poco tiempo las bajas de Monye, Wilkinson y Armitage. Escocia se ha dejado hasta el ultimo aliento cargando hacia la linea de marca inglesa y con la fuerza y velocidad actuales (Potencia=fuerzaxvelocidad) el destrozo ha sido grande.
La Batalla de Murrayfield acaba con empate a 15, pero creo firmemente que como en los articulos del sábado en "The Scotsman", esta espiral de crecimiento fisico, debe dar paso a una reflexión. El sábado me ponían el ejemplo de la evolución del tenis en los 90, cuando una raza de sacadores implacables ganaban partidos, que podian perder en cuanto hubiese un poco de peloteo. En rugby, necesitamos que vuelvan los Jonathan Davis, Barry John... El ultimo de la raza parece ser O'Driscoll... Fuerte reflexión al respecto. La estadistica: Placajes, Escocia, 65, Inglaterra, 108.- Metros avanzados, Escocia, 428, Inglaterra, 290.-
Es de noche. Volvemos al centro andando. En el pub, un grupo toca "Here comes de sun" de los Beatles. Una señora me dice que en el fondo en el fondo... Ella quería que ganase Escocia. Qué pensará John Jeffries cuando esta tarde vaya a su pub en Kelso y le pregunten los de su cuadrilla de siempre, "qué John, What you think of it?" Cómo me gustaría estar en Kelso esta tarde, oyendo las palabras de un hombre que lo fue todo, no ganó nada de dinero, no concedió entrevistas casi nunca, porque hablaba en el campo, ya sabeis, "Esto, es esto".