Érase una vez una editorial llamada Edelvives que poseía innumerables historias ilustradas: desde Alicia hasta Blancanieves; pero sintiéndose todavía sola decidió hacerse con una bella princesa de cabellos como el sol que vivía en un eterno sueño a la espera de un beso, y así fue como publicó La Bella Durmiente del Bosque.
Las ilustraciones corren a cargo de Eric Puybaret; unas ilustraciones que enamoran, que capturan la esencia del cuento de Perrault, que trasladan a otro tiempo, a otro lugar más alejado donde las hadas conceden dones y reinos enteros dormitan durante cien años enteros.
Élodie Fondacci nos narra con gracia, musicalidad e interactuando con una historia muy conocida pero dotándolo de otro aire, haciéndolo ideal para leer en voz alta o en pequeños susurros cómplices de la noche.
Las siete hadas habían acudido a la cita.
Habían cruzado todo el país volando,
bellas y majestuosas, con sus largos vestidos bordados con hilo de oro
y sus alas transparentes como las de las mariposas,
y ahora estaban llegado al castillo,
ligeras como pompas de jabón.Pero espera…¿No has notado como una corriente de aire, hace un momento?
¿Seguro?
¿De verdad que no has estornudado? ¿O sí?
¡Eran ellas, las hadas!
Las hadas te han hecho cosquillas.
Han pasado rozándote la nariz
cuando iban de camino al bautizo de la princesa Aurora.
¿No las has visto?
Eso es porque cuando las hadas viajan
se hacen muy pequeñitas para que nadie las vea.
Sin duda, La Bella Durmiente del Bosque es un libro que hará las delicias de grandes y pequeños. Un libro de esos para soñar, cortito pero conciso que con las preciosas ilustraciones que encierra, hace tangible los pensamientos que se arremolinan juguetones al leer la historia de la princesa Aurora.
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Como podéis ver, una delicia. Os lo he fotografiado junto a mi actual lectura para que veíais que tiene un tamaño considerable. Una edición preciosísima para admirarla y suspirar a la vez que se acarician sus páginas, huele a magia, a un lugar donde se cumplen los sueños.
¿Lo conocíais? ¿No os parece una monosidad? ¡Os leemos!
Maisha