Revista Ciencia

La bella Rafflesia #FascinationofPlantsDay

Por Amara @bioamara

No tendremos la suerte de verla cerca de donde vivimos, pero en el Día Internacional de la Fascinación por las Plantas, no podemos dejar de hablar de una de las plantas parásitas más espectaculares y posiblemente de las más conocidas por aspirar a poseer la flor más grande del mundo. Según otros, ostenta el récord de la segunda flor más grande, detrás del grandioso Amorphophallus titanium o "Falo amórfico titánico" más conocido como flor cadáver y cuyo olor... en fin, ya os lo podéis imaginar por su nombre.

Pero eso sí. No me negaréis que parece una flor de cuento de hadas...Otro día hablaremos de ella. Hoy, imaginad que vais andando por la selva y de repente, encontráis algo que surge del suelo con vivos colores. Te sientes hechizado por su extraña forma y cuando te acercas y la miras desde arriba, solo ves un orificio gigante del que emana un olor, mmmm un tanto peculiar. Estás ante una flor que despierta misterio, asombro, fascinación o incluso repulsión, aunque no me neguéis, queridos lectores, que tiene cierta belleza.

Estamos hablando de la Rafflesia.

Esta extraña criatura de la cual existen más de 15 especies, aunque pertenece al mundo vegetal, desafía a la ciencia con sus particularidades: carece de clorofila y por tanto, no realiza fotosíntesis. La Rafflesia ha dejado perplejos a los científicos durante casi dos siglos, y ha sido necesaria la llegada de nuevos descubrimientos y técnicas modernas para poder desentrañar sus enigmas. La biología molecular ha contribuido a trazar su patrón genético y emparentarla nada menos que con la flor de Pascua o poinsetia. Parece que hace unos 46 millones de años, las flores de Rafflesia evolucionaron a un ritmo acelerado, aumentando su tamaño un factor de 79. Luego, su crecimiento volvió a un ritmo evolutivo más suave. Si extrapoláramos este crecimiento al hombre, llegaríamos a medir 146 m de altura, prácticamente la altura original de la Gran Pirámide de Guiza.

La Rafflesia arnoldii pertenece a la orden Malpighiales, familia Rafflesiaceae y género Rafflesia. Es una planta holoparásita [*ver nota] de individuos del género Tetrastigma (de la familia de las vides). De hecho, son parras que trepan con zarcillos y tienen hojas palmadas, muy similares a la parra productora de uvas que conocemos. Carece de raíces y hojas y la mayoría del tiempo vive dentro de los tallos y raíces de su hospedador, oculta. Sólo se hace visible cuando emerge del su huésped dejando al descubierto su extraordinaria flor.

¿Estáis pensando en sorprender a alguien regalándole un ramo de rafflesias? Mejor que no. Aquí tenéis 6 motivos para que cambiéis de opinión y regaléis... a ver... ¿rosas tal vez? Nunca fallan ;-)

MOTIVO 1: Su tamaño, ¿podréis con ella?

La flor puede ser masculina y femenina y consta de 5 lóbulos de color rojizo salpicada de manchitas, cuyo diámetro supera el metro y pesa más de ¡10 Kg!

Asomaos. En el centro de ésta hay un orificio con una columna y un disco. Los frutos consisten en bayas con semillas diminutas -eso de cuanto más grande es la planta o la flor, más grande son sus semillas, ya veis que no tiene por qué ser así-. Parece que sólo las raíces o tallos del hospedador que están previamente dañados, pueden ser infectados por las semillas de Rafflesia.

MOTIVO 2: ¡Cómo huele!... de mal

Su olor pútrido insoportable es el encargado de atraer a los insectos polinizadores del género Lucilia y Sarcophaga que portan el polen en su espalda sin obtener aparentemente ninguna recompensa por parte de la planta. Las flores son capaces de emitir calor. Se cree que ambos mecanismos les sirven para mimetizar el olor y el calor de un animal muerto y atraer la atención de estas moscas carroñeras.

MOTIVO 3: Organizad una expedición para conseguirla.

Habitan los bosques húmedos de Indonesia, en las islas del sudeste asiático de Sumatra y Borneo. En ambas localizaciones se ha encontrado la variedad R. arnoldii var. Arnoldii, mientras que R. arnoldii var. Atjehensis sólo ha sido localizada en el norte de Sumatra. La principal diferencia entre estas dos variedades es que el disco central, también conocido como ramenta, está parcialmente ausente en la base de la columna central de la variedad Atjehensis.

El primer botánico en encontrar un espécimen de Rafflesia fue el explorador francés Louis Auguste Deschamps (1765-1842). Era un miembro de una expedición científica francesa al Pacífico. Durante la expedición, estuvo 3 años en Java (programadores, meted aquí el chiste), donde en 1797 cogió una muestra de la que ahora se conoce como R. patma. Durante su viaje de vuelta en 1798, su barco fue tomado por los ingleses, con los que en aquel momento Francia estaba en guerra, así que todos sus papeles y notas fueron confiscados. No aparecieron hasta 1954, cuando se descubrieron en el Museo de Historia Natural en Londres.

El botánico inglés Joseph Arnold (1782-1818) y el gobernador Sir Thomas Stamford Bingley Raffles (1781-1826) fundador de la colonia de Singapur en 1819, recogieron un espécimen en Sumatra en 1818 de otra especie de Rafflesia que fue encontrada por un criado malayo.

Arnold contrajo una fiebre grave y murió poco después del descubrimiento. Lady Raffles, que también había estado presente en el hallazgo, terminó de dibujar el boceto que Arnold había comenzado de la planta y se lo envió a Joseph Banks junto con el material preservado. Banks lo donó todo a Robert Brown (1773-1858) del Museo Británico y al artista botánico Franz Bauer (1758-1840).

William Jack (1795-1822) que fue sucesor de Arnold en Sumatra, consciente de que Deschamps (el primero que encontró la Rafflesia) a pesar de haber perdido las notas podía publicar formalmente el nombre del nuevo género descubierto en cualquier momento, se apresuró en redactar una descripción para asegurarse que el mérito iba al botánico inglés. El borrador se mantuvo listo por si tenía conocimiento de que el francés fuera a publicarlo, mientras esperaban que el Museo Británico tuviera la versión definitiva.

Habréis notado que el nombre genérico, Rafflesia se dio en honor a Sir Raffles, (a pesar de ser su criado el verdadero descubridor). Fue propuesto por Brown aunque originariamente había querido llamarla Arnoldii, por Joseph Arnold. Finalmente, el nombre fue validado por S.F. Gray en su informe de Junio de la reunión de la Linnean Society of London en 1820 y publicado en Annals of Phylosophy en Septiembre de ese mismo año. Aunque la especie Rafflesia arnoldii fue oficialmente descrita por primera vez en 1821 por Brown, Arnold fue homenajeado después de todo.

MOTIVO 4: Reproducirla, cosa nada fácil.

Los individuos producen como hemos dicho flores masculinas o femeninas que se encuentran en el mismo territorio. El problema es que cuanta más rara sea la especie, es menos probable que flores masculinas y femeninas se encuentren cerca. Y aunque se encontraran cerca, la mortalidad de la Rafflesia es alta (80-90%). Además, las flores tienen una vida muy corta, de 5 a 7 días, después de los cuales entran en un período no fértil. Como suele pasar con otras plantas con floraciones de gran tamaño, solo se dan cada varios años. La supervivencia de esta planta también depende de ardillas y musarañas, que comen los frutos y posteriormente van difundiendo las semillas.

Hay un gran número de informes que muestran que la Rafflesia puede crecer bajo condiciones de cultivo. Sin embargo, se asume que este éxito se debe al trasplante de la planta hospedadora (infectada), más que a la infección inducida de un huésped sano en cultivo.

MOTIVO 5: ¡Está en peligro de extinción!

La belleza de esta especie despierta la curiosidad de los turistas, que también ponen en peligro su supervivencia. Hay un flujo turístico continuo de gente y lamentablemente, todos no respetan el entorno por igual, con lo cual se van reduciendo los ya escasos sitios donde estas inigualables Rafflesias pueden vivir. Por todo ello, esta especie actualmente se encuentra en peligro de extinción, ya que las selvas donde vive también están amenazadas por la mano del hombre y la contaminación.

Afortunadamente, ya disponemos de avances para el cultivo de estas extrañas plantas. El éxito de algunos investigadores en el cultivo de la Rafflesia podría ayudar a salvar esta especie amenazada. Es una buena noticia, no sólo para la ciencia sino para los campesinos cuyo medio de vida depende del cuidado de esas plantas.

El gobierno malayo ha creado varias reservas que contienen zonas de Rafflesias. Algunas de ellas son el Parque Kinabalu en Sabah y el Parque de Sierra Crocker en Gunung Gading. En Londres, en el barrio de Kew (famoso por ser la sede de los Reales Jardines Botánicos de Kew), se puede admirar la Rafflesia en el Museo No. 1 aunque nunca ha crecido allí. Se trata de una figura de cera hecha a partir de un modelo de la Horticultural Society en 1855 y costó 20 £. En el Herbario de Kew hay un espécimen conservado en alcohol de Rafflesia arnoldii a disposición de los científicos interesados en acceder a ella para sus investigaciones (previa cita, claro).

Viene del sudeste asiático. Pensad un poco. ¿Para qué podríamos usar la Rafflesia? EXACTO. Para la medicina tradicional. Además, con lo rara que es, seguro que tiene propiedades mágicas enviadas por los Dioses. Eso lo supondrían los nativos, porque el Pubmed, no dice nada.

Sus brotes se usan para facilitar el parto y la recuperación durante y después del nacimiento del bebé. Por supuesto, también se usan como afrodisíaco. ¿Irá el deseo sexual en proporción al tamaño de la flor? Pues parece que sí, porque estos usos se asocian con la forma, el color y el tamaño de los brotes además de otras supersticiones que la rodean.

La flor de Rafflesia arnoldii ha sido declarada la flor nacional de Malasia y por tanto, es un icono de los bosques tropicales del sudeste asiático. La podréis encontrar en folletos para turistas como reclamo de la biodiversidad de los bosques de la región y en postales y sellos de Indonesia y países vecinos que aprovechan el tirón ya de paso.

Una curiosidad para los amantes de los videojuegos y el anime.... ¿Sabíais que hay un Pokémon con la forma de la Rafflesia? Se llama Vileplume.

Es muy curioso cómo se describe:
"Posee los pétalos de flor más grande del mundo, tan pesados que le cuesta mantener la cabeza erguida, así como moverse a gran velocidad. Esto, añadido a sus brazos le impide desenvolverse en el combate cuerpo a cuerpo. Sin embargo, sus pétalos rojos arrojan nubes de terrible polen tóxico que puede expandirse a kilómetros y causar mortales ataques alérgicos. Cuando su polen no afecta al enemigo o se ve imposibilitado de usarlo, utiliza el cáliz de su cabeza como mortero para disparar fuertes bombas de lodo. Este Pokémon puede liberar un puro y fragante aroma capaz de aliviar cualquier padecimiento [...] Vileplume es la principal y más poderosa razón por la que nunca, jamás, debemos aproximarnos a una atractiva flor en la jungla, sin importar lo hermosa que ésta pueda ser..."

Estas extrañas flores, que parecen escapadas de un mundo sin tiempo, viven en medio de un misterio que seduce a los seres humanos como todo aquello que nos aguarda entre las sombras sin dejar que sepamos exactamente de qué o de quién se trata.

Así que, queridos lectores, ¿No es mejor regalar un ramo de rosas? ;-)

* Plantas holoparásitas. En este grupo encontramos las manifestaciones más extremas. Carecen completamente de clorofila (no serán verdes), por tanto, sin capacidad de realizar fotosíntesis. Obtienen los nutrientes y el agua del floema y xilema de la planta hospedadora. La mayoría son parásitas de raíces, sin embargo algunas especies son parásitas de tallos y han perdido la rubisco, los tilacoides, clorofilas y fijación de CO2. Algunas especies de la familia Rafflesiales también son parásitas de tallos, como Apodanthes, Pilostyles, Rafflesia, pero posiblemente empezaran siendo en su origen parásitas de raíz para pasar luego a ser del tallo.

Nickrent, Daniel L. (2002) Parasitic Plants. Chapter 2, pp 7-27 In: J.A. López Sáez, P. Catalán and Sáez (eds.). Parasitic Plants of the Iberian Peninsula and Balearic Islands.

Nickrent, Daniel L. and Musselman L.J (2004) Introduction to Parasitic Flowering Plants. The Plant Health Instructor.

Scott, P (2008). Physiology and behaviour of plants: parasitic plants. John Wiley & sons pp 103-112


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