Revista Salud y Bienestar

La belleza y la salud en el siglo XVIII ( impresionante)

Por Ana46 @AnaHid46


La belleza y la salud en el siglo XVIII ( impresionante)Un poco de historia nunca va mal. La verdad es que en aquella época no había demasiada limpieza. Me alegro de no haber nacido en ese siglo.
En época del rococó no se utilizaba el agua para asearse, y las mujeres y los hombres preferían recurrir a ciertas sustancias perfumadas para mitigar los malos olores corporales. Todo se corregía, se adornaba, se trenzaba o se pintaba. La capa de suciedad que poco a poco se extendía sobre la piel no lavada, se consideraba una capa protectora que mantenía alejados de la piel a los gérmenes nocivos. Tanto médicos como científicos advertían sobre los peligros del agua. En su opinión, el agua privaba al cuerpo de toda su fuerza vital, envervaba prematuramente las fibras y debilitaba el organismo.
Los baños se tomaban únicamente en casa y bastaba con mojar con agua la punta de los dedos. Para el aseo se utilizaban jofainas que en ningún caso eran mayores que una sopera. La gente prefería lavarse con alcohol, vino o leche, antes que con agua. El rey Luis XIV se frotaba las manos con aguardiente cada mañana (por lo menos la manos las tenía desinfectadas con el alcohol).
Dado que el agua no era santo de excesivas devociones, el perfume gozaba de especial predilección (menudo pestazo debian de echar).
La utilización de polvos cosméticos no era menos relevante en esa época que la de los perfumes. Los polvos no solo se aplicaban en el rostro, sino también en el escote, los brazos, las manos e incluso la peluca. Niños, hombres y mujeres se empolvaban por igual. Los polvos se utilizaban para borrar las huellas de la edad, las arrugas y los cabellos grises. Y puesto que jóvenes y viejos recurrían a los polvos, en ocasiones se hacía complicado precisar la edad de una persona (no me extraña, bajo tantas capas de maquillaje todos parecían iguales).
Para proporcionar un cierto contraste a los rostros tan blancos por los polvos, no se escatimaba el uso de laca de pestañas, lápices de cejas y pintalabios. Sobre la capa de polvos se aplicaba color rojo para obtener pequeños mofletes rosados. El rostro adquiría así un aire de rigidez, parecido al de una máscara (¿si alguna vez se quitaban todo el maquillaje,se reconocerían?)
Como consecuencia del uso desmedido de polvos y coloretes, ninguna de las bellezas de esa época conseguía conservar su aspecto pasados los treinta años ; su piel se llenaba de granos y pústulas y adquiría una textura amarillenta, pálida y mortecina (no me extraña...aarrggg).
Por medio de los lunares, conocidos como "mouches", las damas del rococó tapaban su granos, pústulas, comedones y cicatrices (de nuevo... aarrgg). Las "mouches", pequeñas moscas de seda, tafetán o cuero, eran además un apreciado método para otorgar un toque de distinción.
Las enfermedades de la boca y las deformaciones óseas hacían estragos y se abandonó la práctica de la sangría. Sólo las camisas se lavaban a menudo y no se llevaba ropa interior (no quiero ni pensar).
Las únicas mujeres que lograban conservar su piel tersa y rosada eran las muchachas sencillas porque no utilizaban polvos y trabajaban al aire libre.
Ana Hidalgo


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog