La beneficencia no empieza por casa
11/10/201411/10/2014 Fabián ScabuzzoLa solidaridad engloba muchos comportamientos de la sociedad, siempre vinculados a una relación horizontal entre integrantes de una comunidad quienes se unen para brindar un apoyo. Es uno de los más nobles sentimientos que se despiertan en las personas y la oportunidad de espíritus altruistas para expresarse con amplitud en las organizaciones de la sociedad civil, principalmente porque el interés público y el bien común siempre prevalecerán sobre los intereses individuales.
La solidaridad se ejerce de igual a igual
Las causas solidarias son emocionantes, y a veces inesperadas, gracias a ella se reconstruyen pueblos destruidos por la guerra, se ayuda a un niño con una cirugía, o se concreta una obra de necesidad comunitaria, como un hospital o una escuela.
Hay discusiones sobre las diferencias existentes entre solidaridad y caridad, y me remito a Eduardo Galeano que dijo “A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba hacia abajo, humilla a quien la recibe, y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder”.
La ética de la solidaridad indica que no tiene carácter benéfico, no hace asistencialismo, tampoco paternalismo, se compone de reciprocidad (Hoy por tí, mañana por mi) , apoyo mutuo y altruismo, es decir, procura el bien ajeno sin esperar nada a cambio. Cuando en cualquier acción solidaria uno o más integrantes tienen objetivos de beneficio personal, distorsionan y desacreditan a la organización y sus nobles fundamentos.
El voluntarismo crece en el mundo bajo la bandera de la solidaridad, los voluntarios aparecen en la ausencia del estado o junto a él, cuando el estado por sí solo no puede dar protección social, un mecanismo milagroso de la condición humana, admirable cuando ocurren catástrofes o urgencias.
El límite ético de estas acciones es lo que en lengua inglesa y en países de europa se conoce como “charity business”, la versión moderna de la caridad convertida en un negocio-espectáculo.De la mano del concepto de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) el empresariado suele participar de acciones solidarias ya sea como un mecanismo promocional o publicitario, que a la vez beneficia a una ONG o causa, para hacer realidad un objetivo oneroso. También hay discusiones sobre las cuestiones éticas de la RSE y los conceptos más puros de solidaridad, hay que considerar que es un avance positivo que, ejecutado con respeto y transparencia, suele ser una excelente oportunidad de financiamiento para las buenas causas y una oportunidad al empresario de devolver parte de sus ganancias a la sociedad.
Mafalda y Susanita hablaron de estas cosas, genial Quino.
El límite ético de estas acciones es lo que en lengua inglesa y en países de Europa se conoce como “charity business”, la versión moderna de la caridad convertida en un negocio-espectáculo, y recuerdo el escándalo que protagonizaron el cura Grassi, hoy detenido por pedofilia, y la producción del programa televisivo de Susana Giménez, que en 1998 organizó un concurso telefónico “a beneficio”, que recaudó 20 millones de pesos y que destinó solo $ 400 mil a la Fundación Felices los Niños, entonces presidida por Grassi. Es lamentable que con las reglas del “charity business” han crecido económicamente muchas ONG, con líderes que distorsionan el objetivo social, provocando prevaricación para enriquecimiento personal.
Días pasados me ví envuelto en un cruce de opiniones cuando se me ocurrió plantear una duda con respecto a una lujosa cena promocionada con las palabras “solidaria” y “a beneficio” que se realizó en mi ciudad, Rosario. La cena en cuestión es uno más de estos eventos que se realizan para recaudar fondos, en este caso, para contribuir a obras en un necesitado hospital público de niños. Al concluir el mismo se brindó información sobre una importante suma de dinero “recaudada” para el fin anunciado. La suma en cuestión, si bien considerable, representa una parte del costo total que tuvo la gala, teniendo en cuenta la presencia de artistas, invitados y un ambiente producido con lujo y glamour, además de una cena con menú carísimo. Como suele ocurrir con este tipo de eventos, los ingresos también cubrieron gastos propios de la megafiesta, que no reparó en fastuosidad.
Mi comentario en Twitter originó una catarata de agresiones por parte de dos referentes del banquete, con amenazas de todo tipo, como si no se pudiera disentir sobre algunos aspectos de este tipo de galas y recibir respuestas claras y concretas en vez de insultos, pero así fueron las cosas.
Lo correcto es que la donación siempre debe superar los gastos de organización, caso contrario se entiende que prevalece el negocio organizativo por sobre el fin benéfico.Este tipo de veladas que trascienden a lo público, deberían cumplir con algunas reglas éticas y protocolos de los que abundan en muchas entidades benéficas del mundo, que suelen ser muy estrictos con la transparencia, la recaudación y su destino, normas surgidas del puro sentido común.
Empecemos por su denominación: la reunión “a beneficio” supone la donación íntegra de lo recaudado en todos sus rubros, en cambio la que indica que “parte de lo recaudado se destinará a tal fin” puede incluir la reducción de algunos gastos inevitables, en tal caso suele informarse qué porcentaje de la colaboración solicitada irá como donación efectiva.
Lo correcto es que la donación siempre debe superar los gastos de organización, caso contrario se entiende que prevalece el negocio organizativo por sobre el fin benéfico. Si bien estos eventos son acciones privadas pueden caer en los vicios que le criticamos al poder gobernante cuando gasta los dineros de nuestros impuestos y no los utiliza para el bien común, o solo llega una parte de lo percibido.
Por tratar de explicar todo esto, en los 140 caracteres de twitter, el party planner me trató de envidioso y hasta sugirió que a mí no me invitaron “por no saber utilizar los cubiertos”, ¿Cómo sabía que tomo el tenedor en forma extraña?. Pueden leer el tuit y reírse como yo.Para concluir con esta polémica que nos permite revisar algunos conceptos relacionados con la solidaridad y la ayuda al prójimo que tan bien vi representado en mis padres, solidarios y desinteresados, y a sabiendas que de las críticas sustentadas ni se salvó la Madre Teresa; quiero dejar en claro que nunca quise dañar la buena reputación de la Fundación Ciudad de Rosario, a quienes respeto y saludo, seguramente estas reflexiones podrán servir para mejorar los resultados de las próximas acciones benéficas que organicen.
Fabián Scabuzzo, Octubre de 2014