Revista Cultura y Ocio

La biblioteca de los jóvenes castores

Publicado el 28 junio 2010 por Jimalegrias
LA BIBLIOTECA DE LOS JÓVENES CASTORES
¿Sabíais que los posos de café mezclados con tierra de cultivo resultan un excelente abono para plantas y flores y de paso mantienen alejadas a las orugas?
¿ Domináis el arte de hacer tinta invisible con jugo de limón?
¿ Qué haríais si estáis en mitad del campo y os habéis olvidado el reloj y queréis saber la hora exacta que es?
¿ Queréis que os diga cómo se adivina el número que piensa un amigo?
Pues todo este enorme caudal de conocimiento, y muchísimo más, estuvo al alcance de muchos niños y adolescentes durante varias generaciones en forma de asequibles y coloridos manuales, lo que contribuyó a formar a esta nutrida prole setentera-ochentera en temas muy didácticos del tipo de "Consejos para dar unas malas notas a los padres" o "No metas al perro en el motor del coche".
LA BIBLIOTECA DE LOS JÓVENES CASTORES
Hoy en día artefactos y engendros Lovercraftianos de la catadura moral de El Diario de Patricia, Belén Estebán o la MTV han sustituido en estas labores pedagógicas vitales a los entrañables Jorgito, Jaimito y Juanito. Y por una parte es lógico y previsible, pues en este mundo de facebooks, ciudades tomadas por los coches, la velocidad y el asfalto; playstations 4 y esas tertulias televisivas a las cuatro de la tarde- antaño llamado "horario infantil"- sobre la cantidad de coitos que tal o cual famosillo o famosete le ha dedicado a alguna felatriz siliconada que ha salido del GH... con todo lo anterior, ¿a qué niño le puede interesar ya cómo se hace un arco de madera, saber que la leche es un alimento y no una bebida o cómo se vuela una cometa?
Es triste, pero cierto.
Hemos involucionado desde La Clave a La Noria, que manda truco.
En fin, que La Biblioteca de los Jóvenes Castores casi podría rivalizar en su momento con la Biblioteca de Alejandría. Este compendio de saber viene siendo a los españolitos de los ochenta lo que las Larousses a los franchutes o La Enciclopedia Británica a los hijos de la gran... Bretaña.
El primer manual para desenvolverse en la vida como pez en el agua , que yo hasta diría que McGyver se lo leyó de una tirada a los cuatro años de edad y gracias a él pudo llevar a cabo la serie cuando fue más mayorcito, porque sino no se explica que con un kleenex usado, un bastoncillo para sacarse el cerumen y dos tomates podridos, el McGyver se construya una lancha para escapar durante doce millas río abajo de la persecución implacable de los villanos de turno.
El tío ha tenido que leer algún Manual de Los Jóvenes Castores a pelotas.
LA BIBLIOTECA DE LOS JÓVENES CASTORES
Los Jóvenes Castores lo sabían todo y más. La naturaleza, Dios, el cerebro de los políticos y el universo apenas tenían secretos para ellos. Y todo ello muy instructivo, sustancioso para los infantes, narrado con un estilo tremendamente ameno y trufado de un excelente sentido del humor( "con vaqueros ajustados siempre se tiene buen tipo, aunque haya quien empiece a decir que están pasados de moda. Es sólo envidia de los que no los pueden llevar")
Cada tomo era una especie de marciano y primigenio blog donde convivían artículos alternativos de todo tipo y pelaje. Desde el clásico "Cómo construir un iglú" ("hay que tener como mínimo, al alcance, una pala para la nieve y una sierra para el hielo"); otro en el que se nos enseñaba a comunicarnos en morse con el vecino, hasta el típico de consejos tipo: "No le tires de la cola al gato que se enfada".
La verdad es que algunos de ellos no eran muy prácticos, no.
Artículos Prácticos: Cómo perfumar el armario de la ropa, Cómo hacer caramelos verdes de menta, Saber interpretar un mapa topográfico, Cómo orientarse con el reloj de pulsera en el campo, Cómo reparar una cinta de cassette, Cómo hacer granizado de limón o plastilina con harina, sal y agua...
Artículos no demasiado prácticos: Nadar en la nieve, Cómo construir un iglú, Cómo llevar a cabo la danza sioux de la serpiente, Cómo hacer un tótem... o Consejos para encontrar oro.
Yo llegué a hacer un futbolín con una caja, corchos y unos palitos de madera que venían dentro de los zapatos. Gracias a Jaimito aprendí que hay que llevar un imperdible en el bolsillo por si a una patilla de las gafas les cae el tornillo; Juanito me ilustró sobre la diferencia entre el nudo cruzado, el de doble cruz y el de calafate mientras Jorgito me enseñaba a leer e interpretar las posibles señales de humo indias que me podía encontrar esa tarde si salía a jugar algo más lejos de lo habitual. A alguna reserva india de Colorado, más concretamente, que los niños en esas épocas caminábamos mucho y bien.
¡Hasta teníamos una tabla sinóptica de vitaminas para mantenernos en forma... e incluso aprendimos cómo sacar agua del desierto, por si acaso fallaba nuestro avión y nos pasaba lo que al Principito de Exúpery!LA BIBLIOTECA DE LOS JÓVENES CASTORESPues sí, damas y caballeros, hubo un tiempo en el que las cosas más y menos importantes de la vida las aprendíamos a la par que nos divertíamos , y además esas cosas las hacíamos nosotros, como émulos aprendices de Ungenio Tarconi. Cosas para hacer cuando se salía al campo, juegos para divertirse en casa, consejos para estar en forma, anécdotas sobre Pascal o quién inventó los ascensores, etcétera.
Si todavía tenéis esta Biblioteca de Los Jóvenes Castores en casa intentad conservarla- y así dejársela en herencia a las siguientes generaciones- para que todo este impresionante capital de conocimientos y sabiduría no se escurra por el desagüe del olvido(¡qué divino y aleccionador me ha quedado esto último!)
http://www.flickr.com/photos/valentinvn/sets/72157624007287112/show/with/4585222242/
Le dedico este post del Bazar de Jim a todos los que piensan que los helados de fresa son siempre muy pequeños, a los que entienden el idioma de los gatos y, sobre todo, a los que saben qué hay que decir para hacerse invisibles cuando sacan malas notas.
Y a los que duermen la siesta después de comer mientras sueñan con osos polares y cebras que corren delante de leones en vez de encender la televisión vespertina y sus insalubres vomitonas, claro.
Saludo de Jim y recordad llevar siempre suero antivíbora en vuestras excursiones por el campo, jóvenes castores, aunque no paséis del parque de San Pedro de Visma.

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