Revista Cultura y Ocio

La billetera de Vargas Llosa

Publicado el 15 diciembre 2010 por Hellman
La billetera de Vargas Llosa
Vargas Llosa, por Meohaín.
Ezequiel Martinez "descubre" el porqué la Academia Sueca demoró el Nóbel a Vargas Llosa:
Cuando a principios de octubre se anunció el nombre del ganador del Premio Nobel de Literatura 2010, nadie se preguntó qué maleficio se había quebrado dentro de la Academia Sueca para que por fin se lo concedieran a Mario Vargas Llosa. Pues aquí está la respuesta a ese enigma.
En febrero de 2003, en oportunidad de una entrevista que le hice al escritor peruano en París con la excusa del lanzamiento de El paraíso en la otra esquina, le pregunté si recordaba cuál era el último premio que le habían entregado. Yo llevaba en el bolsillo una rigurosa contabilidad de los que le habían dado el último año: siete galardones de importancia diversa y siete doctorados honoris causa. Apenas la semana anterior había recibido uno, del que ya no recordaba ni siquiera el nombre. En cambio, sí relató con memoria minuciosa el primero, que le llegó cuando tenía 16 años. “Yo estaba en el colegio todavía ­-contó­-. Fue en un concurso que creo organizó el Ministerio de Educación, para una obrita de teatro que escribí, La huida del Inca. Fue el segundo premio en realidad, pero igual para mí es inolvidable. Imagínate que desde entonces llevo en la billetera el programa de mano”.
Entonces sacó de ahí un papel doblado y en hilachas, que leyó casi de memoria: “La huida del Inca, drama de Mario Vargas Llosa en tres actos, época antigua, con prólogo y epílogo época actual”. Luego, con cierta melancolía, agregó: “Nunca se ha apartado de mi billetera, lo he llevado toda la vida. Es como un amuleto, y va a morir conmigo”.
Pasaron décadas desde aquella adolescencia de premios precoces, en las que Vargas Llosa logró condecoraciones y reconocimientos de todo tipo, menos el esquivo Nobel. Hasta que se rompió el conjuro.
¿Qué ocurrió? Supe que el año pasado Vargas Llosa perdió o le robaron la billetera donde conservaba su añejo talismán de papel. Sospecho que era lo que le abría las puertas a todos los honores, menos a los de Estocolmo. Ahora pide a quien lo encuentre, que por favor no se lo devuelvan.

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