Hace ya unos cuantos meses que Carmelo Espinosa, uno de los mejores cámaras con los que he tenido la suerte de trabajar, me habló de este corto. Lo escribió el verano pasado, cuando la prima de riesgo no llegaba a 300 puntos, lo del rescate era aún algo que no iba con nosotros y Grecia seguía apareciendo en nuestras vidas poco más que en los planes de vacaciones.
En La breve vida de las moscas Carmelo se planteaba qué sucedería en una familia española, normal y corriente, de estas de andar por casa (o sea, como la mayoría), si la economía europea se iba a pique. Pero a pique de verdad. Si el 90 por ciento de las entidades bancarias quebraban. Si la calle se convertía en las trincheras de una guerra donde lo que se juega no es el poderío de un país, sino más bien la dignidad de quien no tiene qué llevarse a la boca.
Este es el resultado de su imaginación. Y da miedo pensar que a medida que pasan las semanas la realidad se acerca peligrosamente a la ficción.