Alemania, 1930. Aquel panfleto titulado "Die Christus ans Kreuz schlugen, machen das Weihnachts-Geschaeft!" denunciaba cómo el comercio judío destruía el comercio alemán (entiéndase no-judío) al vender adornos de Navidad más baratos que la competencia. El chiste que acompañaba la denuncia (un rabino lamentándose de que la Virgen María no hubiera tenido dos niños Jesús porque así habría podido doblar sus ventas) se adaptaba como con un calzador a la mentalidad del tendero de clase media-baja afectado por la incertidumbre económica, la inflación y la carestía propia de la época de la Gran Depresión. Incluso entre quienes rechazaban a aquellos bravucones populistas no escasearían los que dejarían escapar una mueca divertida ante el chiste. "Oh, no estoy de acuerdo con ellos, pero el chiste tiene su punto".
Lo que ocurrió los siguientes años es una historia conocida. Para marzo del 33 el 10% de todos los varones alemanes mayores de 17 años estaban afiliados a las SA. Una cohorte demográfica que se queda corta si incluimos a los afiliados al NSDAP, las SS y otras oficinas relacionadas. Hubo casos especialmente trágicos de judíos alemanes que trataron de ganar una posición en la nueva situación e incluso anécdotas relacionadas con la visión que los judíos más cosmopolitas de las grandes ciudades tenían sobre los judíos del este, de ascendencia más rural y a los que se señalaba como más atrasados.
Antes de que los nazis aprobaran la legislación que privaba a los judíos de sus derechos civiles e incluso antes de que los nazis llegaran al poder el antisemitismo era una cosa cotidiana. La propaganda política de los años anteriores a la toma del poder que hacían los políticamente incorrectos sirvió para que lo socialmente aceptable fuera cambiando. Si unos jóvenes inmovilizaban y cortaban la barba a un rabino, eso era una chiquillada. Si un judío tenía una novia gentil, a la novia gentil se le dejaba de hablar y se le aplicaban los epítetos esperables. La legislación racista de la primavera del 33 hizo oficial en la ley lo que ya funcionaba en la calle. Un comerciante judío podía ser asaltado en su casa por miembros de las SA y tras la preceptiva paliza a él y a su familia ser conducido al calabozo ante la mirada del resto de comerciantes de su calle. Tampoco era raro que antes de las leyes racistas algunos jueces negaran el permiso para casarse a un matrimonio "mixto". Fue después de todo eso cuando se empezaron a aprobar las leyes raciales.
Miguel Eduardo Barinaga Erezuma es director de la televisión autonómica vasca. El mismo día que la prensa informaba del secuestro exprés de José Luis Calvo Casas (lo encontraron a las pocas horas con un tiro en una pierna) a manos de ETA-pm, la agencia EFE informaba de la detención de Eduardo Barinaga acusado de pertenecer al aparato informativo de ETA. Los comandos informativos de la organización terrorista se dedican a enviar datos sobre empresas y ciudadanos a la cúpula de ETA para efectuar secuestros y extorsiones mediante el llamado "impuesto revolucionario".
Sería injusto reducir la trayectoria profesional del director de la televisión pública vasca a soplón de asesinos, en justicia añadiremos que también es productor de televisión (De Mathausen a Gernika, Gernika bajo las bombas, etc).
El programa de humor de la televisión vasca se preguntaba "¿Cómo son los españoles?" (entiéndase no-vascos). Se presentaban unos estereotipos negativos (paleto, chioni, etc) y a continuación se preguntaba a gente elegida siguiendo una serie de criterios (político aberchale, actriz aberchale, cantante aberchale, gente que debe ser muy famosa en su aldea, etc). Una estructura formal de un programa así se supone que primero presenta estereotipos y a continuación los entrevistados los desmienten. Pero no sucedió eso: el programa presentaba estereotipos insultantes que hacían apología de la diferencia y excusa del odio y a continuación los entrevistados confirmaban que pensaban exactamente lo mismo que los maravillosos guionistas pardos del programa.
Naturalmente surigieron protestas, la cadena se disculpó y a instancias del gobierno regional —que también se disculpó— retiraron el programa de Internet (una vez ya emitido en televisión).
Gran parte de la polémica se centra en señalar que no es constructivo hacer un programa que insulte a la gente de forma gratuita. También hago constar que hay gente que opina que no hay ningún problema con el programa, que hay que tener sentido del humor y la piel no tan fina. No me meto en la polémica con este planteamiento. No se trata de la piel fina o de tener o no razón. Yo prefiero quedarme con los primeros segundos del programa, con el tema, con el asunto, más allá de su contenido.
El programa se titulaba "¿Cómo son los españoles (no vascos)?". Yo es que veo ese título y me pregunto qué se pretende. Qué rumor sordo está operando. Cuál es el objetivo.
Porque ante un planteamiento así, por muchas vueltas que le demos, solo podemos llegar a una conclusión.
Y eso es lo que no se debate. Eso es lo que la gente —partidarios del programa y detractores— no veo que discuta. Cuando un youtuber —que cuenta con una audiencia superior a la de cualquier canal de televisión del mundo— contrató por Internet a unos tipos para que le hicieran un video con un cartel que ponía "muerte a los judíos", pensó que se trataba solo de una broma. Al haber protestas y ocasionarle un coste económico considerable, el sujeto pidió disculpas, trató de explicar que estaba haciendo un expermiento social, etc. La broma le supuso un coste.
Sin embargo con el programa de la ETB simplemente se ha cancelado su reproducción, nadie pagó ningún coste. Se tapó. Sin cadaver no hay delito. Apenas quedará un recuerdo de una cosa nazi que hicieron en la tele vasca. Otra más. Algo al nivel de los mapas meteorológicos del Lebensraum cateto. Lo cotidiano, lo normal. Era bromi.
Van demasiadas bromas. Chascarrillos, risas y anécdotas que de forma independiente son inocentes (o no graves) pero que una detrás de otra significan otra cosa. Mal arreglo.