El día del bautizo de Covadonga todos los invitados estaban felices... hasta que llegó la bruja mala y decidió fastidiarles el día.
Lo intentó con todo lo que pudo. Para empezar bajó las temperaturas hasta que se pelaron de frío. A continuación llamó a la lluvia, y la hizo caer fuerte y abundante. "Jua, jua, juaaaa" reía la malvada bruja.
Pero al ver que aquello no conseguía borrar la sonrisa de las caras de los afortunados padres, la bruja piruja se enfadó, pataleó y rabió. Después se dio la vuelta, ofendida, se subió a su escoba y se fue volando.
Fue entonces cuando llegó el hada Metienestarta. Miró a los asistentes y dijo: "Yo no puedo deshacer el hechizo de la bruja mala, ni hacer que el tiempo mejore, pero sí puedo daros algo que os endulzará el día".
Y con un elegante movimiento de su varita, hizo aparecer unas preciosas galletas con forma de niñas, delicadamente adornadas con fondant y con detallitos en glasa.
Además, como por arte de magia, apareció en el vestidito de cada galleta el nombre de la niña.
Todos los adultos que habían asistido al bautizo quedaron hechizados con aquellas galletas. Pero, justo antes de irse, el hada miró a los niños que había allí y lanzó un nuevo hechizo. Al momento aparecieron unas galletas infantiles de Mickey y Minnie, y las caritas de los niños se iluminaron. Entonces el hada sonrió satisfecha y desapareció...
De la que se iba volando en su caballo alado, el hada buena les envió a los papás su más sincera enhorabuena por esa niña tan preciosa, y con un beso le hizo llegar a Covadonga sus mejores deseos mientras gritaba: Que seáis muy felices y que comáis perdices!!!