Revista Decoración
La Butaca de Betty está entre mis restaurantes preferidos desde hace mucho tiempo. Les conozco desde que estaban en Tafira y les he ido siguiendo allá donde se mudaran. Ahora están el edificio del CICCA en la Alameda de Colón, en una de las zonas más bellas de la ciudad, frente a mi edificio favorito, el Gabinete Literario. Soy muy, muy fan de sus lacitos de pasta con aguacate y langostinos. Tanto, que un día le pedí la receta, pero nada como tomarlos en su restaurante. Nacida en Filipinas, Betty ha sabido adaptar productos típicos de las islas al modo de cocinar de su tierra. En su carta encontramos, por ejemplo, costillas de cochino negro, lumpiang rellenos de ternera de buey y queso con membrillo, trigo meloso con bacalao y langostinos, o mezclas tan sorprendentes como gambas con chorizo..., y no sigo porque se hace la hora de comer y llamando así la atención de mi estómago no voy a poder seguir escribiendo. Me encanta ir a su restaurante por la comida y por ellos. Betty es un amor y se nota en sus platos; Javier, en sala, aporta el alma creativa del negocio, lo notarás al leer la carta. Y ahora lo puedes disfrutar también desde casa. Hace unos meses crearon Betty Go. Ya no hay excusas cuando hay antojo de La Butaca de Betty, que en mi caso es muy a menudo.
Suelen tener la flor de calabaza fuera de carta. Si la pillas, pídela. Un espectáculo.
Deliciosas sus fresas flambeadas con helado de vainilla y pimienta de Jamaica.
Y deliciosa también la compañía. En este caso, con mi adorada Carmela.