Afuera hace un tiempo infernal. A través del plástico transparente que hemos colocado a manera de cortina en la puerta, vemos a unos tres o cuatro metros de distancia un pequeño canal y los campos de arroz inundados. A pesar de ser mediodía está tan oscuro que parece que esté anocheciendo. El viento marca remolinos en el líquido elemento. La lluvia va de aquí para allá zarandeada por el capricho del viento. Tiene que hacer uno o dos grados y estamos rodeados de agua… Pero eso ocurre afuera. Adentro tenemos la chimenea encendida y se está preparando la comida. La caseta en la que estamos viviendo un grupo de amigos tendrá unos quince metros cuadrados. Hay un pequeño altillo que ocupa la mitad de la casa; es el dormitorio. Ahora estamos calientes por fuera pero también por dentro; unas copitas han ayudado a ello. La caseta cabilera vecina más cercana puede que esté a unos quinientos metros en línea recta, pero hay más de un kilómetro a través de algunos márgenes y caminos de tierra que no han sido inundados. Estamos en medio de la nada pero lo tenemos todo.
Estamos en la càbila* suecana. Hace cuatro días que nos instalamos y nos faltan sólo tres para terminar la fiesta. Los cazadores acaban de llegar y nos muestran con satisfacción y orgullo los ànecs (patos) cobrados. Hay un gran revuelo. La comida huele bien. Mientras se van deshaciendo de todos los pertrechos (escopetas, cartuchos, ropa de abrigo, mono de neopreno, etc.), no paran de contar cosas que les han sucedido. Unos habían estado en bocois*, otros en bañeras o enempavesades*. El barquet* los ha ido recogiendo uno a uno. El más fuerte o el menos cansado, ha tirado de la percha para avanzar contra el viento que acaba de cambiar y ahora sopla del noroeste (poniente). Toda la noche ha estado soplando elllevant (levante), y eso ha sido bueno para la caza.
Hoy tenemos para comer “arròs caldós amb fesols i nap” (arroz caldoso con habichuelas y nabo), lleva pato y cerdo. Es una delicia. Ninguna càbila lo puede ser del todo sin comer un día este plato. El arroz es la base de la comida principal del día y tiene lugar hacia las 3 de la tarde. Por la noche suele comerse carne o embutido a la brasa acompañado de buenas patatas fritas con ajos tiernos. Por la mañana, los no cazadores, pasadas un poco las diez, almorzamos algo de jamón, queso, huevos y toda clase de fiambres y conservas con pan recién hecho que alguien nos ha traído del pueblo; todo va bañado con un buen vino tinto. La ensalada valenciana acompaña todas las comidas y las naranjas recién cogidas son el postre.Y el colofón de la comida es el café, los dulces y los licores. Y es entonces cuando llega lo mejor. Tras una breve tertulia, los más nerviosillos quitan la mesa y se disponen a limpiarla. Alguien deja caer una baraja sobre la “taula” (mesa) y se acuerdan dos parejas para enfrentarse entre ellas. Vamos a jugar al “Truc”*, juego muy valenciano cuyas reglas varían un poco de un pueblo a otro. Es uno de los juegos más mentirosos y faroleros que existen. Cuando alguien gana, se nota enseguida por los sutiles comentarios chulescos que hacen referencia a la manera en que han ganado, incidiendo en los errores que los otros han cometido y que les han hecho perder. Son los que “saben mucho”. Las partidas duran horas y horas. Cuando alguien se cansa es inmediatamente sustituido por otro. Mientras, el resto, tenemos tiempo de verlos jugar, limpiar la caseta, barrer, fregar suelo y platos, poner leña al fuego (en la chimenea, por supuesto, pero también en la partida), e ir preparando la próxima comida. Siempre hay oportunidades para jugar. Algunos se enfadan un poco; somos como niños… pero es que realmente esta semana de hermandad y convivencia despierta nuestros sentidos y nos convierte realmente en niños. Hemos roto con el mundanal ruido, no tenemos radio ni televisión ni prensa ni Internet, dejamos conectado sólo un móvil (teléfono, celular), por si acaso; no sabemos de las últimas noticias; los primitivos instintos cazadores-recolectores aparecen. Dejamos atrás los malos rollos de los adultos y nos dedicamos a bromear con ingenuidad y a cazar para comer y sobrevivir en un ambiente hostil de la manera más atávica posible. Los días pasan volando.
También tenemos días preciosos en los que el sol se refleja en el agua y produce destellos maravillosos. Estos días nos sentamos afuera de la casita y bañados al solecito de invierno comentamos sobre cualquier cosa. Pero estos días tan buenos para nosotros no lo son para los cazadores. La caza no se mueve y se esconde sin levantar el vuelo.
Cuando las cosas vienen de lejos están oscurecidas por el amanecer de los tiempos cuando el sol comenzaba a despuntar en el horizonte, cuando aún no había mucha luz. Es evidente que esta costumbre nos viene de muy lejos. El nombre nos dice que tiene origen moro. Los árabes entraron en la península ibérica en el año 711 y estuvieron aquí unos 800 años; como podrás suponer aquí se quedaron no sólo monumentos, sus costumbres, obras civiles y militares, sino también sus genes. Càbila quiere decir tribu berebere. ¿Sería extraño pensar que fueron los bereberes quienes “inventaron” este tipo de vida? Es en esta llanura de aluvión del Júcar, en estos humedales junto a la Albufera de Valencia en los que nunca ha faltado comida para sobrevivir y donde se “inventó” la paella. Este sabrosísimo plato fue concebido a través de años y años, al añadir de todo un poco de lo que se tenía entonces a mano. Nunca ha faltado de nada (animal o planta comestibles) en este paraíso acuático.
No te he hablado de eso que siente el cazador en sus entrañas y que remueve todo su ser. Lo haré en otra ocasión. No te lo puedes perder. Otro día daremos más detalles sobre esta forma de vida y sus aspectos culinarios interesantísimos, que no pueden caber en un solo capítulo.
Caña a quienes se toman la vida demasiado en serio y no “van a la càbila” al menos una vez al año
Completa tu información:TheFreeDictionary CabilaRecetas de cocina con sabor tradicional
Barquet: Barquita sin quilla para navegar por aguas de pequeño calado. Puede tener entre metro y medio y dos metros de manga por cuatro o cinco de eslora.Bocois: Toneles impermeabilizados hundidos hasta el límite en un campo de arroz inundado y que sirven para esperar la caza de aves acuáticas.Càbila: Semana de convivencia basada en la caza que tiene lugar todos los años a mediados de enero en la marjal de Sueca y pueblos colindantes del sur de la Albufera de Valencia.Empavesada: Pequeño refugio vallado artificial de vegetales, construido con cañas y baladre sobre tierra firme junto al agua, que cobija al cazador que espera lleguen las bandadas de aves acuáticas.Truc: Juego de cartas típico de Valencia. Se juega con cuatro jugadores emparejados. Los compañeros de equipo se sitúan el uno frente al otro y se reparten tres cartas a cada uno; hay una oportunidad previa de envite y luego se pasa al juego propiamente dicho en el que “se truca” (se hace truco). Está permitido hacer señales sobre las cartas que se tienen al compañero de tu equipo, pero son estándares, lo que quiere decir que si no espabilas los otros pueden verlas. El primero que llega a dos “camas” (dos series), gana.