La caída de BlackBerry

Cuando creíamos que esos artilugios eran casi infalibles, o en todo caso que cualquier fallo era solucionable en cuestión de minutos, va BlackBerry y deja a sus clientes a dos velas. Ni correo ni Internet en sus terminales. “Les estamos fallando”, reconoce entonando el mea culpa RIM, el fabricante canadiense de los aparatos. Al parecer, el fallo de un conmutador ha originado un atasco de datos. Y el sustituto no ha solventado el problema. Un experto en informática lo explicaba en la radio con un ejemplo diáfano: es como si pincháramos una rueda con el coche y, a la hora de abrir el maletero, la de repuesto también lo estuviera. En resumidas cuentas, que a BlackBerry se le ha caído el sistema en más de medio mundo, desde Europa a Norteamérica, pasando por Oriente Medio y África.

Muchas veces, seguro que nos habremos cuestionado cómo podíamos vivir, hace apenas unos años, sin esa tecnología invasiva. Era cuando la telefonía móvil era prácticamente inexistente y la única posibilidad de localizar a alguien por esa vía era llamar a un teléfono fijo. Dejabas un recado si el susodicho no estaba y, pasado un tiempo, éste te devolvía la llamada. Así era. Si entonces nos hubieran explicado lo que estaba por llegar, habríamos sospechado que todo se hubiese sacado de alguna película futurista, de ciencia-ficción.

La verdad, no sé si con estos artilugios somos más felices y lo que de positivo han aportado a nuestras vidas. Quiero imaginar que habrá de todo. Sin embargo, no me nieguen que no dejaba de tener su aquel cuando el correo era a través de un sobre matasellado, los mensajes se enviaban en notitas o entrar en Internet consistía en hacer acopio de datos a través de la consulta de una voluminosa enciclopedia. Pero eso, que fue antes de ayer, casi nos parece hoy que perteneciera al Paleolítico.