Tenemos muchas fuentes de información, muchos servicios de entretenimientos a primera vista gratuitos. Y como todos compiten en igualdad de condiciones (aparentemente) se busca el “todo vale” para aumentar las audiencias, y así vender “al peso” sus espectadores frente a las agencias de publicidad que contratan grande volúmenes de tráfico sin filtrar demográficamente.
En las televisiones siempre cuentan con un factor fácilmente manipulable como son los audímetros. En internet sucede lo mismo con granjas de bots que entran a diario en los blogs comerciales para aumentar sus cifras de visitas y páginas vistas. Pero no culpo a los responsables de las tvs y las redes de blogs de usar estas artimañas. Ellos sólo buscan el beneficio de un sistema viciado, donde la calidad no siempre se asocia al volumen de espectadores y lectores.
Si tienes un proyecto que ofrecer al mercado, basado en lo que tú entiendes por calidad (que esa es otra), lo primero que deberías tratar es de que tus potenciales lectores lleguen a pagar por consumir tus contenidos. Eso hoy en día es muy complicado, no diré imposible porque hay honrosas excepciones, pero la oferta gratuita es tan amplia que lograr posicionar tu oferta de pago es costoso, en tiempo, dinero y recursos.
El nuevo maná del crowdfounding es otro de esos sistemas que muchos piensan que será la solución a sus problemas, pero tengo muy serias dudas de que sea de verdad un sistema rentable. A saber cuantos casos de éxito hay y cuantos no llegan a recaudar el mínimo necesario. Pero claro, sólo nos enseñan los contados casos que han triunfado con este sistema de mecenazgo para que se convierta en un fenómeno mediático y todos recurran a él, con el pertinente éxito económico de los que lleva las plataformas de crowdfounding. Aunque estos pelotazos duran muy poco y tarde o temprano la gente abre los ojos de que no es un sistema válido para todo el mundo ni la panacea de todos los problemas. Y por supuesto también hay formas de engañar con el crowdfounding, haciendo creer a la gente que ya hay miles de compradores que han hecho sus ingresos y que sólo faltas tú para que se complete el pago (como el viejo truco de “quedan sólo 3 plazas libres” o “válido sólo por hoy”).
Al final todo se basa en técnicas de marketing, es sólo eso. Por muy bueno que te creas, por mucha calidad que pienses que estás aportando al sistema, sin una buena red comercial que sepa venderte, no llegarás lejos.
Y cuando digo que sepa venderte me refiero a que si eres bueno, lo enseñe a todos, y si no lo eres lo suficiente, logre hacer creer a todos que lo eres. Para mi ese es el gran mérito del marketing, porque ya sabemos todos que por lo general las cosas buenas, bien hechas y de calidad se venden solas una vez logras penetrar en un mercado en el número suficiente de clientes, que satisfechos hablarán de tus productos a otras personas.
¿Pero qué pasa cuando quieres lanzar un proyecto en la red donde ofrezcas calidad y además que al gente pague por ello? La cosa aquí se complica. Muchos camuflan el pago bajo el eufemismo de donativos, otros lo llaman crowdfounding, otros te invitan a hacerte “socio”, pagas y ellos te ofrecen su producto y una tarjeta muy chula con tu nombre donde te reconocen como socio (todo un honor). Pero aún así sigue siendo difícil colar una oferta de calidad con tanto volumen de información y contenidos gratuítos.
Eso es algo que todavía tiene que lograr internet. Necesita seguir madurando y discernir entrelos sitios espejo que rebotan todo lo que publican los 4 grandes medios, y los que apuestan por generar contenidos propios.
El problema como siempre está en usar la publicidad como modelo de negocio cuando tienes un proyecto como este. Quizás tus reportajes sobre la fabricación de trenes en miniatura son una maravilla técnica, pero el volumen de tus posibles espectadores es muy reducido, con lo cual no entras en las previsiones de las agencias de publicidad que compran “al peso”. Qué puedes hacer? Pues cobrar a tus clientes por acceder. Entonces reduces todavía mucho más el volumen de tu audiencia, porque siempre hay gente que es reacia a pagar por lo que le gusta y es de calidad.
Total, que tienes un producto bien hecho, de calidad, original y diferente, pero no tienes cómo venderlo. Mientras tanto lees en twitter como miles de aficionados a los trenes en miniatura critican las revistas especializadas porque son basura y siempre publican lo mismo. En ese preciso momento nos encontramos ahora. Y toca cambiarlo para acabar con tanto ruido y tanta basura, y darle su sitio a las grandes apuestas de calidad y contenido propio.