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La campana de Mango

Publicado el 24 diciembre 2013 por Alimmenta @alimmenta
campana de mango

Johann Carl Friedrich Gauss (1777-1855) fue un matemático alemán que hizo contribuciones imprescindibles en la matemática y la ciencia, la más conocida de las cuales es, quizás, la campana de Gauss. La campana de Gauss -o curva de la normalidad- describe la distribución poblacional de un sinfín de variables cuantitativas, como el peso, la altura, el cociente intelectual o la puntuación en un factor de personalidad (como la extraversión o el neuroticismo) que caracterizan a una persona. El Índice de Masa Corporal, aunque no es un indicador perfecto, es una variable que podemos calcular a partir del peso y la talla de un sujeto, y por tanto, en la mayoría de los casos esta cifra nos permite hacernos una idea del aspecto físico de una persona. Salvo algunas excepciones, en las cuales las proporciones más habituales de tejidos del cuerpo humano están alteradas, el IMC permite estimar a primera impresión el grado de delgadez de una persona. Por ello, trabajar con el IMC es a priori preferible a trabajar únicamente con el peso, ya que de esta forma tenemos en cuenta otro dato antropométrico fundamental, que es la altura.

campana de gauss

Como nos podemos imaginar, si tomamos el IMC de toda la población general y la ordenamos según este valor de menor a mayor, obtendremos o deberíamos obtener algo parecido a la campana de Gauss. Esto quiere decir que hay muy pocas persones que de forma natural son muy delgadas, una gran mayoría de personas que de forma natural tienen una peso y una complexión que (por frecuencia poblacional) podríamos llamar normales, y unas pocas personas que de manera natural tienden al sobrepeso o a la obesidad. Otro concepto de normalidad, que podríamos superponer a la gráfica mental que acabamos de dibujar, es el que la define a partir de la probabilidad de padecer problemas de salud derivados de la característica estudiada. En este caso, los estudios parecen indicar que el normopeso y, en algunas patologías, el sobrepeso (popularmente, una persona “rellenita”) son las categorías más deseables, puesto que minimizan el riesgo de ocurrencia de problemas de salud. En cambio, las personas con infrapeso (muy delgadas) y las obesas tienen mayor riesgo para desarrollar muchas patologías (que, evidentemente, no siempre son las mismas, pero que pueden comportar severidad y pronóstico similares).

Como en principio las empresas que fabrican ropa nos están abasteciendo de un bien básico cuyas funciones son, entre otras, la protección contra las inclemencias meteorológicas y ser vehículo de expresión personal, sus creaciones son ofrecidas mediante un sistema de tallas que, si fuéramos exhaustivos, tendría que cubrir todas las posibilidades de tipologías antropométricas comprendidas en la campana de Gauss poblacional. Como comprendemos que algunas de ellas son excepcionales (los extremos) y que a los empresarios puede no salirles rentable producir tallas que tan poca gente usa, consideramos razonable que en las tiendas habituales se ofrezcan las tallas que corresponden a las personas situadas en la parte central de la curva de la normalidad. Vayamos a una tienda cualquiera y echemos un vistazo al tamaño de la ropa que venden; y acto seguido salgamos a la calle y echemos un vistazo a unos cuantos centenares de mujeres y hombres a modo de muestra. Llegaremos fácilmente a una conclusión similar a ésta: la inmensa mayoría de las mujeres tienen cuerpos comprendidos entre la talla 38 y la 46, mientras que en los hombres pasaría una cosa similar, aunque no me atreveré a ponerlo en cifras debido a mi desconocimiento de las tallas masculinas. En cualquier caso, la idea subyacente sería la misma.

No más de la talla 42

Pero, ¿qué sucede? Entramos en la inmensa mayoría de las tiendas de ropa y nos encontramos que la oferta de tallas va desde la 32 a la 42; y, encima, en algunos casos, sólo echando un vistazo a los presuntos pantalones 40 ya vemos que, o bien confunden las etiquetas, o bien se creen que somos idiotas, porque no hace falta obtener la medida de la cintura en centímetros para saber que aquello, como máximo, es una 36 real. Así pues, como ya he dicho en alguna otra ocasión, en realidad las grandes empresas que venden ropa la están vendiendo para la mitad izquierda de la campana de Gauss, y si llegan a superar la mediana (la mitad de la curva) es por poco. Inexplicablemente, pues, se está mandando a las tiendas de “tallas especiales” (grandes) a buena parte del área bajo la hemicurva derecha, mientras que paradojalmente quienes están en el extremo más izquierdo de la curva (que, evidentemente, no siempre son enfermos y tienen todo el derecho del mundo a comprar ropa) no deben acudir a ninguna tienda de “tallas especiales” (pequeñas), porque su caso se considera dentro de la normalidad estadística cuando en realidad se trata de casos extremos. La mente humana, que está preparada (aunque a veces no lo parezca) para que las cosas sean bastante lógicas y simples, no lo entiende; y menos lo entiende una chica adolescente cuya personalidad está en formación, que se define en gran parte en relación a los demás, y que sale de la tienda con la lección bien aprendida: “Yo, Alba, con un IMC de 22 y una talla (real) 38-40, me he tenido que quedar una falda que marcaba la talla 42 y que me va ajustada; no soy normal, soy un caso especial y tendré que ir a una tienda de tallas “grandes” a comprarme una 42-44 con la cual pueda moverme a gusto”.

Violeta by Mango

Pues es sobre este panorama desgraciadamente habitual y normalizado, la empresa Mango (una de las peores en cuanto a las praxis que acabo de detallar) ha decidido lanzar una campaña llamada Violeta by Mango, dirigida según explican a las “tallas grandes”. Cuando ya estábamos a punto de aplaudirles y agradecerles su infinita bondad al permitir que las chicas tan “anormales” como Alba puedan tener la opción de adquirir su ropa (estéticamente bastante limitada, todo sea dicho de paso), hemos tenido que detenernos porque nos hemos quedado boquiabiert@s. Resulta que la concepción de “tallar grandes” de esta empresa va de la 40 a la 52. Es decir, que consideran que una talla 40 (aunque fuera real en sus dimensiones, que probablemente no lo es) corresponde a una persona que está fuera de la normalidad. En cambio, consideran que una mujer adulta que quepa en sus 32 (que nos lo explique) es perfectamente normal. Lo que está claro es que no van a poder lanzar nunca una campaña de “tallas pequeñas”, porque en su concepción de éstas, tendrían que ir a vestir gente a las clínicas de anorexia nerviosa o bien directamente en los cementerios (y aun así, quizás las crestas ilíacas de algunas personas no permitirían cerrar la cremallera de los pantalones).

violeta by mango

La campaña Violeta by Mango (sí, encima con recochineo, tomando el color simbólico del feminismo) está recibiendo muchísimas críticas desde diferentes sectores de la sociedad, que ponen de manifiesto su carácter discriminatorio y devastador para la salud y la dignidad de las personas, especialmente las mujeres. El presidente de Mango, Isak Andic, de quien se dice que es el hombre más rico de Cataluña, y su equipo podrían parecer unos ignorantes de estadística y salud pública; pero me parece mucho más acorde con la navaja de Ockham pensar que, simplemente, conceptos como salud y dignidad no les dicen nada, porque se los han borrado del cerebro conceptos como beneficios o supremacía masculina. Consideran que tienen derecho a decir a las mujeres cómo deben vestir y que para estar bellas tienen que estar enfermas. También a los hombres, pues Mango posee una línea de ropa masculina cuyo rostro visible es el del futbolista del Barça Gerard Piqué, para el cual tampoco parece que la salud y la dignidad humanas sean muy importantes (ya dicen que hay que juzgar por los hechos y no por las palabras…Cuánta razón). Como reclamo publicitario que es, Piqué posa, sonríe y decora las paradas de autobús. No esperamos de él que sea capaz de comprender cuestiones complejas como son los mecanismos de perpetuación del poder, pero a su edad, y en atención a las competencias básicas de educación vigentes en Catalunya, debería ser capaz de hacer una reflexión que le permitiera no cooperar con la cruzada que ha emprendido esta empresa, desde hace ya muchos años.

Tal locura le parece a una más propia de la campana de cristal de Sylvia Plath que de la descriptiva campana de Gauss con la cual abríamos el artículo. Más de un infierno personal, gestado en la infancia y la preadolescencia, habrá tomado forma en una tienda Mango y habrá acabado en la planta de trastornos alimentarios del hospital, donde en la mayoría de los casos la evolución no es óptima. Qué injusto que una persona joven y sana tenga que vivir encerrada en su campana de cristal para no disgustar a los señores de Mango.

Animo a tod@s las personas que me lean a participar en la campaña que se ha impulsado en la plataforma Change.Org pidiendo la retirada de esta campaña infame. Firmar es rápido y fácil, y lo podéis hacer en el siguiente enlace: http://www.change.org/es/peticiones/mango-retirada-de-la-campa%C3%B1a-de-violetabymango

El artículo La campana de Mango apareció publicado primero en Portal de nutrición escrito por dietistas-nutricionistas.


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