No habrán visto ustedes mucho comic por aquí. La verdad es que de un tiempo a esta parte estoy retomando el gusto, que creía perdido desde los tiempos del Capitán Trueno y Mortadelo y Filemón. ¡Oh esa 13 Rue del Percebe, obra genial . O posiblemente lo genial era el Yo de entonces.
Venía de la edición en castellano de los cómics de Oishimbo, un poco planos en la historia humana pero muy ricos en la maravillosa gastronomía de Japón. Los siete libros tengo, aunque sigo dudando si deben estar en la estantería de gastronomía o en la de novela gráfica. En cualqluier caso, me han servido para irme entrenando en la incomprensible manera de leer un manga a la japonesa, esa bonita fórmula en que el comienzo de libro está en lo que sería la parte de atrás y el final en el principio...Y sí, también además hay que leerlos de derecha a izquierda, pero a todo uno se acostumbra en esta vida.
Con la Cantina pasa otra cosa. Uno se acerca esperando oler la comida (para eso es muy muy recomendable la versión que puede verse en Netflix, con esa intro impagable del Maestro cocinando el caldo... ) y en realidad se encuentra con unas preciosas historias humanas dibujadas en siete u ocho páginas. Verdadera magia, poder recoger una historia que empieza en la Izakaya y que en muy pocas páginas es capaz de desarrollarse y hasta de emocionar sin salir de la estrecha barra, abierta de 12 a 7 de la mañana.
Todos querríamos una cantina así en nuestra ciudad. Aunque sólo hay Caldo de cerdo en el menú, el Maestro cocinará lo que le pidas si tiene -o le llevas- los ingredientes. Máximo tres copas de alcohol, regla de la casa.