Revista Salud y Bienestar
Las carencias dietéticas en ácidos grasos omega-3 podrían afectar a la estabilidad emocional, según sugiere un estudio del Instituto de Neurobiología Mediterráneo del Instituto Nacional de la Sanidad y la Investigación Médica (INSERM) de Francia en Marsella y la Universidad de Bordeaux que se publica en la edición digital de la revista Nature Neuroscience.
Debido a que la investigación previa ha sugerido que la dieta de algunas personas, en particular de aquellas de los países occidentales, carece de suficientes ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (n-3), este trabajo tiene el potencial de documentar los estudios de malnutrición y su asociación con los trastornos del estado de ánimo en humanos.
Los científicos, dirigidos por Olivier Manzoni y Sophie Layé, descubrieron que sujetos de un modelo experimental cuyas madres se habían alimentado de una dieta deficiente en omega-3 durante su gestación y fueron criados con esta misma alimentación deficiente, mostraban conductas que sugerían un aumento de la ansiedad y la depresión, en comparación con los criados con una dieta equilibrada.
El registro de tejido cerebral de estos individuos deficientes en omega-3 reveló la carencia de un tipo de plasticidad sináptica, la depresión a largo plazo, específicamente en dos regiones del cerebro, la corteza prefrontal y el núcleo accumbens, que han sido ya implicadas antes en la conducta emocional y los trastornos del estado de ánimo.
Los autores también descubrieron que a este defecto específico de plasticidad subyacía un déficit específico en la vía de señalización del receptor cannabinoide tipo 1.
Debido a que la investigación previa ha sugerido que la dieta de algunas personas, en particular de aquellas de los países occidentales, carece de suficientes ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (n-3), este trabajo tiene el potencial de documentar los estudios de malnutrición y su asociación con los trastornos del estado de ánimo en humanos.
Los científicos, dirigidos por Olivier Manzoni y Sophie Layé, descubrieron que sujetos de un modelo experimental cuyas madres se habían alimentado de una dieta deficiente en omega-3 durante su gestación y fueron criados con esta misma alimentación deficiente, mostraban conductas que sugerían un aumento de la ansiedad y la depresión, en comparación con los criados con una dieta equilibrada.
El registro de tejido cerebral de estos individuos deficientes en omega-3 reveló la carencia de un tipo de plasticidad sináptica, la depresión a largo plazo, específicamente en dos regiones del cerebro, la corteza prefrontal y el núcleo accumbens, que han sido ya implicadas antes en la conducta emocional y los trastornos del estado de ánimo.
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