La Carolina, paisaje entre chimeneas al pie de Sierra Morena

Situada al pie de Sierra Morena, La Carolina fue fundada por Carlos III en 1767 como capital de las nuevas poblaciones asentadas en esta comarca andaluza.
Uno de los proyectos políticos más importantes de cuantos acometió el rey ilustrado en la segunda mitad del siglo XVIII. Su paisaje está mayoritariamente formado por extensos olivares, pero también abundan las dehesas y zonas de media montaña en las que es fácil encontrar chimeneas de minas abandonadas, muestra inequívoca de su pasado relacionado con esta actividad.
La Carolina heredó un urbanismo racional que la hizo merecedora de ser calificada como la joya urbanística de Andalucía. Y es que su disciplinado caserío se esparce sobre una trama octogonal que fue referencia para urbanitas españoles e hispanoamericanos.
En medio de ese tablero de ajedrez, se alzan monumentos de estirpe neoclásica que apelan a los primeros años de la fundación ilustrada. Entre su patrimonio histórico destacan el Palacio del Intendente Olavide, que despliega un colosalismo monumental propio del clasicismo barroco, la Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción, que fue sede de la antigua fundación carmelitana de San Juan de la Cruz, las Torrecillas del Molino de Viento y las Torres de la Aduana, sin olvidarnos del Ayuntamiento, de estilo ecléctico.
El proyecto de Nuevas Poblaciones en Sierra Morena fue una empresa urbanizadora que contempló la creación de 44 pueblos y 11 ciudades en lugares yermos de los llanos de la Parrilla y Sierra Morena para limpiarlos de bandoleros, explotar mejor la tierra, generar riqueza y establecer unos 10.000 colonos extranjeros, lo que a su vez aseguraba el camino de Madrid a Cádiz que canalizaba la casi totalidad del tráfico de mercancías y riquezas -oro y plata- procedentes del nuevo mundo.
La Carolina se encuentra dentro de la denominada 'Ruta de los Nazaríes', que une Navas de Tolosa con Granada. La ruta recorre la mayor parte de las tierras fronterizas entre ambas provincias, Jaén y Granada, que formaban la línea defensiva musulmán y cristiana durante los siglos XIII y XV.