Se hace camino al andar.
De películas post-apocalípticas hay un montón. Haciendo un breve repaso nos vienen rápidamente a la cabeza la trilogía Mad Max, con un joven Mel Gibson luchando para lograr su supervivencia y evitar que siga subiendo el precio de la gasolina; ese Mad Max pasado por agua que fue Waterworld, con un Kevin Costner que más tarde repetiría en el género con Mensajero del futuro (si, esa que ni siquiera sus familiares más cercanos fueron a ver); El planeta de los simios y su célebre "humanos yo os maldigo"; Cuando el destino nos alcance, de nuevo con Charlton Heston; los 12 monos del brillante Terry Gilliam; los infectados británicos de 28 días después; el manga de Akira; el "serpiente" de 1997: Rescate en Nueva York; la saga Matrix, dependiendo de la pastilla que elijas; o las más recientes Soy Leyenda e, incluso, Wall-E.
En La carretera, en ningún momento se molestan en explicar como se ha llegado a la situación actual que viven los protagonistas, aunque tampoco es que resulte relevante para la historia. Simplemente los han colocado en una especie de futuro tirando a muy chungo, en el cual la mayor parte de los animales se han extinguido, los pocos árboles que quedan en pie se vienen abajo, el sol prácticamente se ha apagado, las ciudades han quedado desiertas, los pocos humanos sobrevivientes vagan sin rumbo aparente y una fina capa de ceniza parece cubrirlo todo, dibujando un mundo eminentemente gris. En un futuro con estas características ya se habrán hecho ustedes una idea de que la comida escasea y, como suele suceder en estos casos, cuando hay poca comida y mucha gente hambrienta, la gente hambrienta se acaba convirtiendo en comida.
En este escenario enfermizo, la película sitúa a nuestros dos protagonistas, un padre y su hijo que avanzan por la carretera del título con destino al Sur, a la búsqueda de climas más cálidos. El padre, con el tiempo, se ha convertido en un superviviente nato, obligado por la situación que le ha tocado vivir, procurando por su bienestar propio y el de su hijo, lo que le ha llevado a convertirse en un ser con escasos escrúpulos, siempre alerta, sin apenas tiempo para flaquear ante las adversidades. Pero el camino es largo y está lleno de peligros: la naturaleza no les será muy favorable, la escasez de comida se hará alarmante, los ladrones abundan y, para colmo, algunos de los supervivientes del cataclismo estarían encantados de montar un piscolabis con ambos como plato principal.
La película és la adaptación cinematográfica de la novela homónima, ganadora de un premio Pulitzer, escrita por Cormac McCarthy, autor también de “No es país para viejos”. La película pretende ser una adaptación bastante fiel de la novela, aunque se permita ciertas licencias como el de dar más cancha a la esposa y madre de los protagonistas, que apenas aparece en la novela, a la que conoceremos, especialmente en el primer tramo del film, a través de los sueños del padre, en forma de constantes flashbacks. Además, la película ha prescindido de alguna de las escenas más truculentas del libro (especialmente me viene a la cabeza una relacionada con el canibalismo).
El director es John Hillcoat, quien antes de ésta había dirigido la película The proposition, con guión de Nick Cave, quien, curiosamente, es quien se encarga de la música de La carretera. Mención aparte merece también el director de fotografía vasco Javier Aguirresarobe (Los otros, Vicky Cristina Barcelona), que logra un trabajo excelente.
A pesar de los pocos personajes de la película, se pueden encontrar grandes nombres en el reparto: Viggo Mortensen (El señor de los anillos, Alatriste), es el padre; Charlize Theron (Monster), la madre; y por la carretera se van a encontrar caras conocidas como las de Robert Duvall (Apocalypse Now) o Guy Pearce (Memento).
Parece ser que en la vida de todo buen actor llega el momento en que si quiere dar un salto cualitativo en su carrera debe abordar un papel en el cual su personaje deba adelgazar o engordar de una forma exagerada. Es como un nuevo requisito que se han inventado ahora en Hollywood. Cristian Bale adelgazó una barbaridad para su papel en El maquiniesta y Colin Farrell hizo lo propio en Triage, aunque no de forma tan exagerada; y entre los que ganaron peso, encontramos a Russell Crowe, para su papel en Red de mentiras y a Renee Zelleweger para encarnar a Bridget Jones. Lo de Robert de Niro ya es como para darle de comer aparte, evidentemente. En el caso de La carretera, debido a exigencias del guión, encontramos a un Viggo Mortensen en los huesos que, además, borda su papel, algo a lo que, últimamente, ya nos tiene sobradamente acostumbrados.
La carretera resulta una película terriblemente correcta, con una gran ambientación en la cual nos muestra un planeta desolado y sin apenas esperanzas y unas buenas actuaciones que logran transmitir la sensación de desolación que viven sus protagonistas, quienes en varios momentos de la película confiesan preferir la muerte a la vida que les ha tocado. Pero la película tampoco va mucho más allá. A pesar de todo lo que estaba pasando en pantalla no consiguió estremecerme ante los caníbales, ni me tuvo en una tensión exagerada cada vez que los protagonistas se encontraban en peligro. Porque la película resulta formalmente brillante, pero le falta eficacia a la hora de impactar en el espectador. Digamos que la fría ambientación de la película acaba contagiando al metraje. Además, la historia queda alargada en exceso provocando algún que otro altibajo hacia la mitad de la película.
Resumiendo: Buena película, con una gran ambientación y un Viggo Mortensen atacado que, no obstante, flaquea en exceso en su objetivo de conmover al espectador.
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