La carta

Hace unos días, recibí una carta, si una carta, y no era de ningún banco para mostrarme mis cuentas, ni de hacienda, ni de ningún seguro, ni de ningún tipo de publicidad, he recibido una carta manuscrita, y diréis ¿Qué antigüedad? ¿No?

Pues me ha hecho muchísima ilusión, me han encantado esas letras, que no merezco, ya que no soy ejemplo de nada, y quiero dar las gracias a la persona que me la envía, que sabrá a quién me refiero cuando lea este post.

Soy una católica interruptus, si interruptus, con subidas y bajadas de fe, que sigue queriendo pasarse a Dios por su cabeza, y que a veces su tozudez no le deja ver que siempre hay señales, tienes mucha razón amiga mía, por supuesto que las hay, aunque haya veces que estemos demasiado ocupadas mirándonos nuestro ombligo y pasen por delante nuestra y ni las miremos.

Si algún día llegara a tener la FE de mi madre, si llegara a tener esa aceptación, pero que va, a mi Dios me dio el don de la fuerza bruta, del empuje, aunque al final la santa constancia se haya quedado a mi lado a través de mis tres hijas, ese motivo que me hace ser constante cuando la voz de la pereza me dice, que por un día no va a pasar nada.

Hoy me he acordado de alguien, que me decía observándome, mirala, mirala si es que no para, está callada y aparentemente quieta, pero estás maquinando, estás activa, chiquilla relajate. Y yo le respondía que va si no estoy pensando en nada, y el me respondía, anda ya mujer, eso quien no te conozca.

Por eso, me ha llamado mucho la atención, que con lo que escribo aquí pueda haber ayudado a alguien a ver a Dios, y no lo digo con falsa humildad, para que me digáis lo contrario, lo digo de corazón. Así que querida amiga, solo me queda darte las gracias por ese bonito detalle que ha llegado hoy a mi en forma de carta, y esa bella imagen que me has enviado. Que Dios te cuide, y la Virgen María te ayude, y que viváis en familia esta navidad, y la llegada del nuevo año que nos permitirán tener 365 nuevas oportunidades para ser felices.

Gracias de corazón.