Revista Cultura y Ocio

La casa de la isla. Sarah Blake

Por Mientrasleo @MientrasleoS
La casa de la isla. Sarah Blake
     "El otoño había dado paso al invierno para luego volver sobre sus pasos, no del todo convencido, después de que el frío de noviembre entrara con fuerza y luego decayera como una mujer que nunca acierta con el abrigo, hasta que por fin diciembre hizo su aparición".
     Una de las cosas positivas de empezar con las fases ha sido la apertura de librerías y grandes superficies en las que se venden libros. Por eso mi madre me trajo este. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La casa de la isla.
     Conocemos a la familia Milton. Y lo hacemos a través del matrimonio formado por Kitty y Odgen, que se ven sacudidos por la tragedia al perder un hijo. Con una esposa que parece incapaz de recuperarse de su pérdida y un mundo acercándose a la II GM, Odgen decide hacerle a su mujer un regalo con el que comenzar una nueva vida: una isla con su casa correspondiente, una magnífica casa que tres generaciones después será visitada por Evie, nieta de Kitty y especialista en historia y particularmente interesada en dar voz a mujeres que no la tuvieron. La antaño gloriosa casa es ahora un lugar ajado por el tiempo y puede que por los secretos que alberga.
     De algún modo siempre me han interesado las historias familiares. Esas familias que llegaron a USA y se convirtieron en apellidos poderosos, esas capaces de regalar una isla y que se movían en sus propios ambientes y bajo sus propias reglas. Ni siquiera los rumores de guerra frenaban su ambición, como en el caso de Odgen. Los Milton pertenecen a esa clase y la casa es la perfecta representación de unos tiempos cambiantes que van desgastando este tipo de apellidos y poder, los nuevos conceptos sociales, mucho más modernos, debilitan esa suerte de jerarquías no escritas que acaban siendo como la casa que se encuentra su nieta Evie pero, al igual que ella, sus miembros siguen sintiéndose conectados al apellido.
     El comienzo de la novela es impactante, uno respira el lujo y los privilegios para rápidamente zambullirse en la pérdida de un hijo vislumbrada en un espejo. Entendemos a Kitty, es imposible no hacerlo. Pero ellos son los Milton y hay cosas que se guardan en lo privado, y ni siquiera ahí son mencionadas. Las apariencias y la unidad mandan ya sea en Wall Street o en casa, y así, al más puro estilo Tartt, comienza una historia en la que las emociones se reprimen o se anulan para mantener esas apariencias. Y como gran símbolo la casa, magnífica, comprada mientras el país sufría la Gran Depresión para consolar la tristeza de su esposa, una casa sin un solo lugar cómodo en el que sentarse y que se va deteriorando al mismo ritmo que unas normas que ya no tienen sentido, si es que lo tuvieron alguna vez. Diseccionando sus secretos, Blake nos va dejando poco a poco el armazón de una familia para que seamos nosotros quienes decidamos cómo juzgarlos. De tiranos que no permiten ni siquiera el amor, a presos incapaces de escapar de sus propias cadenas y ahí es donde aparece Evie, la nieta. Una mujer que parece empeñada en descubrir los secretos, particularmente los de Kitty, de su familia y a la que seguimos con la esperanza de que descubra lo que nosotros sabemos que sucedió. Un personaje que vemos sigue siendo preso, a su modo, de los lazos familiares en este caso al no querer deshacerse de la casa y que, lo siento mucho, juzgo duramente precisamente por eso, y porque me ha resultado creíble esa reticencia, ese poso indisoluble al final de la taza.
     La casa de la isla me ha gustado, más en su historia remota que en la actual y aunque considero que le hubiera venido bien una pequeña poda en la parte final para evitarnos la visión doble, he disfrutado de su lectura. Y es que, desde que en su día leí la magnífica "La casa de los siete tejados", me ha interesado esta suerte de historia moral contemporánea de Estados Unidos. De hecho, y según mi personalísimo criterio como lectora, forman un género propio alque me acerco de tanto en tanto con mayor o menor tino.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.
     PD. Me declaro cómpice, me acabo de dar cuenta de que he guardado todos los secretos de los Milton.

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