Revista Diario
No sé si es lo correcto pero me da en la nariz que es justo lo contrario: que es empezar la casa por el tejado. Y digo esto a cuento de que este año me he leído dos libros de una autora, Rosa Montero, pero dos libros en cierta medida autobiográficos, o por lo menos de "no ficción". Empecé con La loca de la casa, un libro que versa sobre su concepción de el mundo de la literatura, de la creación literaria, sus musas, sus demonios y con todo esto hablaba de otros demonios o musas que todos tenemos en la vida. El flechazo fue absoluto. Una total fascinación por aquel personaje conocido que escribía artículos y daba unas excelentes entrevistas. Quería escribirle una carta, contarle lo mucho que me gustaba, que llevaba TODA LA RAZÓN en TODO lo que exponía. Cada línea inspira y lo saboreé hasta el final. Tras este acercamiento corro rauda y veloz y me abalanzo sobre su último libro: La ridícula idea de no volver a verte. Y lo mismo. No ficción, tintes autobiográficos, una inyección de vida y de realidad. Descubro a madame Curie, asombrosa, genial e inabarcable. Y descubro el duelo que de alguna manera comparten; entonces quiero abrazar a Rosa, decirle que no sé lo que ha pasado pero que debe de sentirse orgullosa por superarlo y por tener esa asombrosa capacida de hacer fácil y bello vivir, por contagiar esa alegría a otros. Descubro que yo también tengo una mano masculina, que también me quiero sentir cerca de ellas, no compartimos duelo pero sí pasión por vivir. Y es así como me vuelvo loca por ella, ¿devoraré ahora todos sus libros o he recorrido el camino inverso? Al acercarme antes al escritor que a su obra habré matado la posibilidad de ser seducida por sus auténticas creaciones literarias... No sé si he empezado del revés esta relación que nace pero quiero que dure y dure..
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Reseña de La piedra de moler de Margaret Drabble y de La casa del páramo de Elizabeth Gaskell.
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La primera.