Brilla la catedral de Teruel. Ese mudéjar que atrapa miradas y corazones nos va a permitir que descubramos su Capilla Sixtina, esencia pura del arte aragonés. Un arte mudéjar que viste su rojiza piel pétrea con delicados motivos geométricos. Sus lazos entrecruzados, estrellas de ocho puntas, arquillos, arcos de medio punto, juegos de ladrillos que son puro movimiento, azulejos vidriados… crean un estilo sencillo y a la par, refinado.Un mudéjar que nos sigue recordando la fusión perfecta entre dos tradiciones y culturas diferentes. Que sigue demostrándonos que Teruel supo vivir en paz durante siglos. Estilos esbeltos y sobre todo, muy ingeniosos, que colocaron en su lugar ladrillos y cerámicas para vestir sus altivas torres. Se trajeron de Córdoba el diseño y la distribución de los minaretes almohades. Manantial de creación e imaginación entre musulmanes y cristianos. Nos dirigimos hacia la plaza de la Catedral atravesando el paso de la torre que fue parte de la muralla defensiva de la ciudad.Después de la conquista de Teruel en 1171 decidieron, allí donde existía una antigua mezquita, levantar un templo cristiano en honor de la virgen de Mediavilla. Durante tres siglos, la iglesia original que era muy pequeña fue sufriendo remodelaciones. Con tres naves y ábside fue reformándose, hasta construir la girola. Para ello tuvieron que demoler el claustro antes. La última creación de la catedral corrió a cargo del propio Pablo Monguió que diseñó la portada principal.La Capilla Sixtina tiene un interior que deslumbra por su sencillez. Arriba, muy alta, su techumbre de madera de pino. A nuestro alrededor, pequeñas capillas; rejerías artísticas que merecen la pena contemplar y un gran retablo tallado laboriosamente. La Capilla Mayor es gótico mudéjar y se encuentra cerrada por una gran reja de hierro forjado. Este gran retablo de madera es uno de los más bellos de Aragón. Vemos algunas escenas talladas de la vida de Cristo y de la Virgen. Una luz especial tiene esta capilla ya que inciden los rayos que se filtran desde el cimborrio. Para poder admirar de cerca la techumbre de madera de pino debemos ascender por unas escalerillas que nos llevan a una especie de balconcillos en tres lados de los muros de la catedral. Y aquí tenemos la Capilla Sixtina del arte mudéjar que fue construida en el siglo XIII. Se extiende su techumbre a lo largo de toda la nave central. Un armazón de madera de pino de treinta y dos metros de longitud y casi ocho de alto construido con la técnica del nudillo y par que sujetan la estructura del tejado de la catedral. Vemos que está dividida por medio de diez vigas pareadas. La entrada a la catedral de Teruel también nos permite visitar el Museo Catedralicio que se encuentra en la misma plaza de la Catedral.
Regresamos a esta ciudad que tanto nos enamora. Y entre saltito y saltito como si de un tablero de ajedrez se tratara, vamos a descubrir otra de sus piezas. Hemos conocido la historia y leyenda de El Salvador y San Martín: las dos torres vestidas de verde, blanco y morado. Ahora nos vamos a dejar sorprender por la que viste de blanco y negro y marca la presencia en el horizonte, de la catedral de Santa María de Mediavilla, más allá del casco histórico de Teruel.
Peculiares eran sus techumbres de madera talladas y pintadas. Y en la catedral de Teruel crearon su obra magistral: la llamada Capilla Sixtina del mudéjar. Porque, sencillamente, no existe otra igual en el mundo. Un arte mudéjar que duró siglos. Con la expulsión de los moriscos en el año 1610 desapareció esta bella forma de crear arte.Hemos llegado a la plaza Venerable Francés de Aranda. Y no podía ser de otra forma. Nuestra entrada a la catedral la debemos hacer traspasando ese arco abovedado que sustenta la torre de la catedral. Un paso tan característico y pintoresco que ya hemos experimentado en las otras dos torres.
Pero antes, elevamos nuestra mirada. Y ahí, altiva y esbelta se muestra la torre de Santa María de Mediavilla. Aquella que fue antaño, vigía, campanario y paso para los habitantes de Teruel. Bella se nos muestra, a pesar de ser la más antigua de la ciudad, ya que terminó de construirse en el siglo XIII. Una torre de planta cuadrada que termina con un remate octogonal. Unos muros vestidos de ladrillos rojizos, arcos de medio punto que algunos son ventanas y otros aparecen entrelazados. A veces, están separados por cerámica esmaltada en blanco y negro.
Más allá de la torre aparece el peculiar cimborrio octogonal con ventanas, ladrillo típico y pequeños torreones en cada una de sus esquinas.
Madera policromada y tallada donde podemos ver las escenas cotidianas de la Teruel medieval junto a motivos geométricos como lazadas de cuatro extremos y estrellas de ocho puntas combinadas con cruces y medallones sueltos y entrelazados.Dicen que la techumbre de la catedral de Teruel es un libro abierto porque nos muestra todo el saber de aquella época y la convivencia entre musulmanes y cristianos. Abundan las imágenes de animales mitológicos y vegetales de influencia islámica. Algunas escenas representan momentos de la vida de los Amantes de Teruel. En los laterales se encuentran plasmados los motivos relacionados con la naturaleza, ciencia, historia, literatura y la moral de aquellos tiempos. Y entre ellos, escenas de la vida cotidiana mientras parecen que van desfilando ante nuestra mirada personajes bíblicos, nobles, reyes, obispos, campesinos, letrados, caballeros… Escudos nobiliarios, instrumentos musicales… Todo el saber y el conocimiento de aquella época. Y esa esencia mudéjar, representada tanto en la torre, el cimborrio y la techumbre, fueron declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en el año 1986.
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