El cine francés tiene algo que le hace ser… muy francés. Me explicaré, y lo haré a partir de la última película de André Téchiné, “La chica del tren”. En ella se nos cuenta una historia a partir de unos hechos reales, pero lo interesante es lo que el director nos quiere contar a través de la ficción, aquello que se esconde bajo la mentira de una puesta en escena con pretensiones de verosimilitud y de un montaje artificioso. Porque gusta cierto cine francés de intentar trascender la historia concreta para hacer un análisis sociológico, para indagar en el interior de sus personajes: son los aires del racionalismo, del existencialismo, del escepticismo que tanto han impregnado el espíritu francés. Y como se trata de la cuna del cine de autor, para ese contenido se precisa una forma adecuada, un estilo que nos dé acceso al alma de la película.
Todo eso se respira en esta buena película de Téchiné, en la que se explica poco pero donde se dice mucho (spoiler en adelante). Es la historia de Jeanne, una joven que busca trabajo sin mucha convicción, y que un día trama un plan maquiavélico para conseguirlo y para algo más. Su madre Louise ha tratado de mediar ante Bleistein, un abogado de prestigio –novio de juventud– que lucha por la causa semita y que hace una oferta pública de trabajo por internet. Además, Franck es un prometedor deportista en cuya vida se cruza una Jeanne patinadora de la que se enamora… hasta el infinito, que diría el sheriff de Toy story. El caso es que la buena de Jeanne no tiene muchas capacidades –eso dice su curriculum– y echa mano de la más desarrollada: mentir. Lo sabe su madre, lo sabe su novio, y lo sabe también el abogado… y hasta el nieto de éste, el adolescente Nathan. Pero todos la dejan seguir adelante, a la espera de que salga de ella decir la verdad o de penetrar en ese otro mundo que ha creado.
Ese es parte del atractivo que Jeanne despierta en un Franck al que siempre le dice que sí, o en un Nathan que asiste al comienzo de la edad adulta y que casi suplica a la joven que le espere hasta que crezca. Ambos son personas directas, agresivas, casi violentas en sus juicios: uno la aborda patinando y después se introduce en su vida y en su negocios “turbios” porque la quiere, y el otro le espeta que es una mentirosa nada más verla; ambos se sienten atrapados y perplejos por el beneficio que ella pueda tratar de obtener por el camino de la mentira. Quizá por eso también ella se sienta inclinada a darles una sonrisa, porque necesita que alguien la quiera, ser el centro de atención y sentirse importante (su grado de autoestima parece que aún puede crecer)… Quizá eso sea lo que busca quien miente de manera casi patológica, como obligada por las circunstancias a crearse un mundo en el que llevar –creer llevar– las riendas de su vida y de la de otros… (hasta de la prensa o del presidente de la República, en este caso).
Pero a esa mirada introspectiva al alma de una mentirosa compulsiva necesitada de afecto, Téchiné le da una vuelta de tuerca –algo muy francés– y lanza sus dardos hacia la política social, educativa… institucional. Porque la culpa de todo está en la organización del poder, en el Estado, en la educación… que empuja a esa joven inocente y buena a defenderse con unas armas con las que se puede hacer daño –de hecho se lo hace, física y emocionalmente–. Al final, la culpa –si es que se puede hablar así– es de la estructura que genera racismo, narcotráfico de droga, paro… y el individuo es sólo la víctima…, a la que se ha llegado a quitar incluso la libertad (algo también muy francés). El director de “Los juncos salvajes” acierta a crear el halo de misterio en torno a la joven y sus intenciones, el clima de suspense que amenaza con tragedia, y –aunque se pierde en alguna subtrama innecesaria y algo forzada– nos deja una película sociológica y antropológica en su análisis, intelectual y nada sentimental en la trama romántica… una película muy francesa.
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En las imágenes: Fotogramas de “La chica del tren” – Copyright © 2009 SBS Films, France 2 Cinéma, Sofica Soficinéma 5, UGC y TPS Star. Distribuida en España por Vértigo Films. Todos los derechos reservados.