Revista Psicología

La Ciencia de la Vida: Amor con límites

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22
La Ciencia de la Vida: Amor con límites
La oxitocina, «hormona del amor», activa sentimientos de confianza y atracción entre personas al ser liberada en el cerebro.
La concentración de esta sustancia se eleva durante las fases iniciales del amor romántico. Pero la oxitocina no es una flecha de Cupido que nos haga caer prendados de la persona más cercana. Según un estudio aparecido en Journal of Neuroscience, la magia social de la oxitocina depende de que la persona se encuentre, o no, en una relación monógama.
Un equipo liderado por investigadores de la Universidad de Bonn supervisó en el laboratorio un primer encuentro entre participantes masculinos heterosexuales y una atractiva modelo. Antes de la cita, los varones recibieron oxitocina a través de la pulverización nasal. Quienes indicaron que se hallaban en ese momento en una relación estable se mantuvieron a mayor distancia de la mujer que los solteros que recibieron oxitocina y que los probandos «engañados» con un placebo. Aunque la distancia en cuestión era solo de diez o quince centímetros mayor, esa separación adicional dejaba a la mujer fuera de lo que por lo general una persona considera su «espacio personal», una zona que se reserva para los seres amados. No se trataba de que no encontrasen atractiva a la modelo: la valoración de los monógamos no difería en este punto de la de los demás hombres.
Esos resultados apuntan a que la oxitocina cumple la función de mantener las relaciones una vez iniciadas, pero también apoya las crecientes pruebas sobre la actuación de la hormona para modular las relaciones sociales: por ejemplo, promueve vínculos con personas conocidas, pero provoca agresión hacia los extraños. «En la oxitocina, no todo es positivo», afirma Dirk Scheele, uno de los autores del estudio. «Lo que entendamos por prosocial o antisocial depende del punto de vista».
Fuente: Investigación y Ciencia.

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