Esta noche he vuelto a ver “Los lunes al sol“, película que Fernando León de Aranoa dirigió en 2002 y con la que obtuvo el Goya a la mejor película y la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. En esta escena, el personaje de Santa (Javier Bardem) se enfurece mientras lee la fábula de La Fontaine, y expone su propia interpretación de los hechos.
Ver vídeo YouTube:http://www.youtube.com/watch?v=1uJ17NHnbZI
Y a continuación la fábula original de Jean de la Fontaine:
La cigarra y la hormiga.
“Un caluroso verano, una cigarra cantaba sin parar debajo de un árbol. No tenía ganas de trabajar; sólo quería disfrutar de sol y cantar, cantar y cantar. Un día pasó por allí una hormiga que llevaba a cuestas un grano de trigo muy grande. La cigarra se burló de ella:
- ¿Adónde vas con tanto peso? ¡Con el buen día que hace, con tanto calor!. Se está mucho mejor aquí, a la sombra, cantando y jugando. Estás haciendo el tonto, ji, ji, ji se rió la cigarra. No sabes divertirte.
La hormiga no hizo caso y siguió su camino silenciosa y fatigada; pasó todo el verano trabajando y almacenando provisiones para el invierno. Cada vez que veía a la cigarra, ésta se reía y le cantaba alguna canción burlona:
- ¡Qué risa me dan las hormigas cuando van a trabajar! ¡qué risa me dan las hormigas porque no pueden jugar!. Así pasó el verano y llegó el frío.
La hormiga se metió en su hormiguero calentita, con comida suficiente para pasar todo el invierno, y se dedicó a jugar y estar tranquila.
Sin embargo, la cigarra se encontró sin casa y sin comida. No tenía nada para comer y estaba helada de frío. Entonces, se acordó de la hormiga y fue a llamar a su puerta.
- Señora hormiga, como sé que en tu granero hay provisiones de sobra, vengo a pedirte que me prestes algo para que pueda vivir este invierno. Ya te lo devolveré cuando me sea posible.
La hormiga escondió las llaves de su granero y respondió enfadada:
- ¿Crees que voy a prestarte lo que me costó ganar con un trabajo inmenso? ¿Qué has hecho, holgazana, durante el verano?
- Ya lo sabes, respondió apenada la cigarra, a todo el que pasaba, yo le cantaba alegremente sin parar un momento.
- Pues ahora, yo como tú puedo cantar: ¡Qué risa me dan las hormigas cuando van a trabajar! ¡qué risa me dan las hormigas porque no pueden jugar!.
Y dicho esto, le cerró la puerta a la cigarra. A partir de entonces, la cigarra aprendió a no reírse de nadie y a trabajar un poquito más”.