Revista Cultura y Ocio

La ciudad de los ojos grises, de Félix G. Modroño

Publicado el 11 enero 2015 por Goizeder Lamariano Martín
La ciudad de los ojos grises, de Félix G. Modroño Título: La ciudad de los ojos grises Autor: Félix G. Modroño Editorial: Algaida Año de publicación: 2012 Páginas: 399 ISBN: 9788498777512 Llevaba mucho tiempo viendo muy buenas opiniones de esta novela, la tercera de Félix G. Modroño. Y mi interés por descubrir a este escritor creció con la publicación de su cuarta obra, Secretos del Arenal. Así que en mi última visita a la biblioteca no me lo pensé dos veces y me traje a casa La ciudad de los ojos grises, un libro del que tenía unas expectativas muy altas. Expectativas que al principio no se cumplieron, no lo voy a negar. Me costó unas 120 páginas entrar en la historia, que me atrapara y captase mi interés y atención con la suficiente fuerza.  Pero a partir de ahí ya no pude dejar de leer y devoré el resto de las páginas hasta llegar al final. La historia nos sitúa en París en 1914, durante la Nochebuena de ese año, el primero de la I Guerra Mundial. Allí vive el protagonista, Alfredo Gastiasoro, un joven arquitecto que trabaja como profesor de Arquitectura. Un bohemio trasnochado y, ante todo, nostálgico, muy nostálgico, demasiado para mi gusto.
Precisamente si me costó tanto entrar en la novela fue porque al principio eché de menos la acción, una trama como tal, acontecimientos, giros, sorpresas. Y me saturé de las descripciones, de los recuerdos de Alfredo, de sus pensamientos y sentimientos, de su nostalgia, su tristeza y su cobardía. Una cobardía que le ha impedido volver a su ciudad, Bilbao, en los últimos dos años. No quiere enfrentarse con su hermano Javier, tampoco con sus viejos amigos ni, mucho menos, con su pasado, sus recuerdos y sus fantasmas. Como el de su padre, el de su madre y, sobre todo, el de Izarbe Campbell, su primer y único amor, que ahora ha muerto en extrañas circunstancias. Su muerte le obliga a regresar a Bilbao. Una Bilbao que ya no es la suya, la de su infancia y su juventud, la de su cuadrilla, sus travesuras, sus borracheras. Porque Bilbao ya no es un pequeño pueblo en una margen de la ría. Ahora es una ciudad que no deja de crecer, de cambiar y de extenderse a ambos lados de la ría. Una ría que también está cambiando con el puente colgante de Portugalete. Una Bilbao que a principios del siglo XX era sacudida por el progreso, esa palabra que todos pronunciaban, unos odiaban, otros idolatraban pero muy pocos sabían qué era exactamente y, lo más importante, qué consecuencias iba a tener en sus propias vidas. Las vidas de los mineros, de los pescadores, de las vendedoras de pescado, de los agricultores, de los burgueses... Una Bilbao que es la protagonista indiscutible de esta historia, porque más allá de ser el escenario, la ambientación, es un personaje de la novela por derecho propio. Una Bilbao gris, por culpa del humo de las fábricas y de las minas, pero también por culpa de las nubes, la niebla o el chirimiri. Una atmósfera nebulosa, opaca, que sin duda invita a adentrarse en ella y perderse entre los recuerdos. Y eso es precisamente lo que hace Alfredo junto a su amigo de toda la vida Fernando Zumalde, policía por vocación que está empeñado en llegar hasta el final con tal de descubrir las verdaderas causas de la muerte de Izarbe. Cuando la novela histórica, sentimental y de viajes deja paso a la novela negra es cuando más he disfrutado de esta historia que al final ha logrado seducirme mucho más de lo que imaginaba cuando, cansada de que la trama no avanzase, estuve a punto de dejarla. Alfredo y Fernando deberán superar muchos obstáculos para descubrir la verdad. Corrupción, mentiras, espías, suspense, asesinatos y, cómo no, recuerdos, muchos, demasiados. Porque la novela salta continuamente de 1914 a 1890 o 1900. Y así, junto con él, vamos recordando y descubriendo su infancia, su juventud, su adolescencia, en Bilbao, en Madrid, en París y, por encima de todo, su historia de amor con Izarbe. La alternancia entre la trama del presente, con la investigación policial, y la del pasado, reviviendo esa gran historia de amor, y lo cortos que son los cincuenta capítulos hace que la novela atrape, se lea fácil y rápido y queramos seguir avanzando para descubrir toda la verdad. Pero además de ser una buena novela negra y de amor La ciudad de los ojos grises es ante todo una magnífica crónica de la historia de Bilbao durante el enorme paso del siglo XIX al XX. Un gran homenaje a esta ciudad, la del autor, donde están sus raíces, y se nota en cada palabra que la ama. Como Alfredo a Izarbe. Por si fuera poco los personajes también están muy logrados. Si bien no he conseguido empatizar del todo con Alfredo, ya que para mi gusto es demasiado nostálgico, cobarde y pasivo, muy resignado y poco luchador, Fernando me ha caído estupendamente desde el principio y sin duda mi personaje favorito es Izarbe. Le he cogido mucho cariño. Tan luchadora, tan defensora de los más desfavorecidos, de las mujeres, de la justicia, tan adelantada a su tiempo, tan alocada, optimista e imprevisible. Junto a los personajes de ficción el autor ha sabido incluir con muchísimo acierto personajes históricos como Sabino Arana, Indalecio Prieto, Miguel de Unamuno, María de Maeztu o Pablo Picasso que nos ofrecen una visión de la política, la cultura y, en definitiva, la vida a comienzos del siglo XX.
En resumen, una novela que, al menos para mí, va de menos a más, que tiene un poco de todo, amor, suspense, Historia, y todo muy bien combinado para conseguir que nos sintamos irremediablemente atraídos por esa mujer y esa ciudad de los ojos grises que sin duda os invito a descubrir.   Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí

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