Quizá devolverse en el tiempo, ir por unos caminos legendarios y valorar monumentos, pueda ser un buen plan. Pero si le sumamos a eso la brisa por las noches, los balcones, la bahía y unas cuantas murallas, pueda ser no solo un buen plan, sino uno necesario. Si decidimos entrar a la ciudad dentro de la ciudad y escoger por cuál calle iniciar, podríamos confundirnos, pues esas calles o callejones, son todas casi iguales…
Cartagena de Indias, La Heroica o mejor para este caso, la Ciudad Amurallada o el Corralito de Piedra, es una ciudad llena de arte, sumergida en un mundo de historia, cultura y una extraña mezcla de siglos, desde aquel XVI, hasta nuestros días.


“En noches de sobra y luna, pasear en coche, una por una,Callecitas de Cartagena, llenas de gloria,Pregonando por sus balcones,Toda su historia”…

Entre iglesias, coches, hoteles, restaurantes, oficinas, plazas, palacios y museos, no podían quedar fuera de esos muros de piedra aquellos lugares en donde venerar a Dioses se convirtió en una manifestación de actuación y canto. Los teatros ‘la Reculá del Ovejo’ y ‘El Heredia (actual Adolfo Mejía)’, ofrecen unas de esas muestras en donde como dicen algunos: “la gente grita como loca”, mientras que otros tantos, prefieren pasar la puerta y entender por qué lo hacen.
Fue necesario entrar a entretener la mente a través de mis ojos, para que estos dejaran de marearse en medio de muros del mismo color y calles coloridas casi iguales. Los movía de izquierda a derecha, de izquierda a derecha; en medio de un mar de letras y muchas más letras, para que le transmitieran un mensaje a mi cerebro y este intentara comprender al menos una parte de lo que algún autor me quería decir. Pero decidí cambiar, me acordé de un libro que había estado buscando por años.
-Joven, ese libro está en la otra sede de la Biblioteca -me dijo una señora que manipulaba los computadores-¿De verdad?, no sabía que había otra sede-Sí, es la sede de literatura, en la calle San Agustín-Muchas Gracias -respondí dudoso
Y en medio de esa duda, me acerqué donde la celadora del lugar que se encontraba en la puerta.-Disculpe, una señora me dijo que el libro que busco está en otra sede, ¿es cierto?-Claro que sí joven-dijo ella- esa señora es la Bibliotecaria…
Y así, en medio de las calles que se parecen de la ciudad dentro de la ciudad, pasé del siglo XVI al XXI, cuando veía a la orilla de la muralla que ya no transitaban coches, sino un centenar de vehículos de todos los colores, unos más grandes que otros dominados por aquel monstruo de los tres ojos, el que tiene uno rojo, uno amarillo y uno verde.


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