Granadilla, en la provincia de Cáceres, es un pueblo medieval congelado en el tiempo. Hay veces que ciertas vicisitudes de la historia hacen que un lugar, o un pueblo entero, deban de quedarse por siempre tal y como estuvieron en el pasado, como un fantasma de otro tiempo.
Granadilla era un pequeño pueblo rural a mediados del siglo XX, con una de las mayores riquezas arquitectónicas de la península, cuando la política de embalses de Franco la condenó al abandono. La construcción del embalse llamado Gabriel y Galán hizo de Granadilla una posible zona inundable y obligó a los vecinos, cuyas generaciones hundían sus raíces en aquel lugar, desalojarlo por siempre.
Pero Granadilla nunca se inundó, y quedó para la historia como una pequeña península de muy difícil acceso; y, gracias a ello, hoy podemos admirar la belleza de un pueblo de aspecto medieval que, a mediados del siglo XX y cuando aún no había llegado la industrialización y la modernización a la Extremadura rural, se quedó congelado en el tiempo.
Cuando era la única Granada cristiana
Multitud de pueblos hemos analizado aquí cuyo origen no fue otro que el calor del avance cristiano en la Reconquista contra los musulmanes. Este no iba a ser menos. Granadilla es una Villa de origen musulmán fundada en el siglo IX con carácter militar y defensivo, que no perdió en ningún momento de su historia. En 1160 fue conquistada por Fernando II de León, quien ordenó su repoblación y levantó sus murallas. El carácter de fortificación de la Villa responde a su situación geográfica, pues sirve como puerta hacia León y Castilla desde el sur peninsular. Por aquel entonces y hasta 1492, cuando los Reyes Católicos conquistaron el último bastión musulmán, Granada, el nombre real de Granadilla era precisamente Granada; la única Granada cristiana hasta entonces, y se cambió de nombre, que aún tiene, para evitar confusiones.
Durante la Edad Media, Granadilla era el principal núcleo de población de la zona, y ejerció durante siglos la capitalidad de un señorío que comprendía diecisiete municipios. Fruto de esta etapa es el elemento más significativo de la Villa, el Castillo, construido el Duque de Alba entre 1473 y 1478.
La tragedia del embalse Gabriel y Galán
En 1955 se decretó la expropiación de todo el terreno inundable como consecuencia de la construcción del embalse, y Granadilla era uno de estos territorios marcados. El éxodo de la población de Granadilla comenzó a principios de los años sesenta, según el pantano crecía. Muy pronto la Villa se quedó sin relevo del párroco y dejó de tener médico.
Sus últimos moradores se fueron durante el año 1964, cuando Granadilla quedó completamente vacía. Pero el pueblo finalmente no se inundó, pero se vio aislado en una península con una sola vía de difícil acceso por el norte, ya que por entonces todas las carreteras también quedaron inundadas.
Rehabilitación de Granadilla
A partir de los años 80 la Villa comenzó a ser rehabilitada. En el propio año 1980 fue declarada Conjunto histórico-artístico, restaurándose el Castillo y las murallas, cuyas obran terminaron en 1983. En 1984 fue elegida para su inclusión en el Programa Interministerial de Pueblos Abandonados; y hoy Granadilla es un pequeño pueblo que vive fundamentalmente del fantasma de su pasado, de aquella riqueza arquitectónica medieval que, posiblemente gracias al pantano, hoy queda en pie, congelado en el tiempo.