Hola! esta es uno de los relatos cortos que me gustaría revisitar algunos días, como hoy domingo que se supone que el blog descansa, pero quería recordarles esta grandiosa historia que me gusto mucho escribir.
Esta historia salió de un reto donde teníamos que usar trece palabras que utilizaran doble "d" con un tema futurista, así que los dejo con "La Ciudad sin Alma - Ilustrada"
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En esta ciudad sin alma, el individuo carece de existencia; no puede renacer en ningún rincón. Todos están ataviados pero desnudos, conectados al diodo del ciberespacio, donde el desorden campa a sus anchas. Aquí, todos son prisioneros, desgarrando sus almas en un juego de dardos. Algunos bandidos, repletos de maldad, deambulan buscando a quién desconectar.
Un hombre cuya edad es tabú, se rumorea que estaba aquí antes que todo lo demás. Su historia se torna indiscutible si lo observas detenidamente; sus ojos delatan su antigüedad. Se dice que es el único que no está conectado, que el diodo fue incompatible con su ser. Él es el único con alma en esta urbe sin alma.
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Caminando sin comprender, observa a multitudes dentro de un cuadro amarillo, moviéndose como si bebieran, sentados y jugando a los dardos. Todos están absortos, consumidos por el diodo que se conecta a sus cerebros. La modernidad les ha arrebatado el alma; anhelan cada vez más extras, más controles adicionales, más realismo en su irrealidad.
Obsesionado con conectarse, busca almas desprevenidas, tan frágiles que el único punto brillante, el defecto del diodo, se aprecie claramente en sus finos cráneos. Intenta atravesarlos con su lanza magnética, sacar el diodo y forzar la conexión. Está exhausto de su alma, agotado de recorrer esta urbe sin alma cargando su propia carga. Siempre sangra de su cráneo, resultado de innumerables intentos fallidos que nunca logran conectar.
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Camina con la mirada perdida, observando lo que nadie más ve, alejado de las luces, la magia y los efectos especiales, solo con su cinturón gris y su collar resplandeciente. Los tatuajes en su lengua adornan su silencio, mientras aguarda la muerte para no regresar, encontrando cada vez más difícil respirar en este mundo sin equilibrio, sin yin ni yang.