Que la comunicación en el marketing y en la política tiene raíces en el arte del espectáculo, eso ya se sabe hace mucho. Una clase, sin embargo, creo que solo los profesores y los alumnos, secretamente, de alguna manera, también se dan cuenta. Por eso es cada vez más común hoy en día una clase terminar, con suerte, con aplausos. Y, dentro de este contexto, una de las ventajas de dar clases es que hay mucho de improvisación, típica del teatro, en la dinámica de una clase. Para quien es un poco artista (y un mucho frustrado a este respecto), como yo, es una oportunidad de estar en un escenario, sobre la mirada del público, ops, de los alumnos, mientras intenta compartir un poco de la experiencia y de las fuentes que ha bebido al lo largo de la vida. Sin embargo, como en el teatro, es el feedback y lo que se lleva de los alumnos, lo que me hace pasar bien en una clase.
“La vida no se vive en 140 caracteres” fue la pensata, resultado de una charla con Oscar, un alumno del curso superior en Redes Sociales de ICEMD/ESIC, en Sevilla. Con este comentario, quería expresar la perplejidad con que vivimos ahora mismo sobre la inundación de palabras por tantas fuentes, medios y canales que acaban por ahogar nuestra atención. Mucho se dice y poco se comunica. Porque, como comentaba Oscar, y lo comparto, es cada vez más trivial la comunicación y volcada para el emisor, no para el receptor, sobre todo en Internet. Es lo que Manuel Castells llama de la “auto-comunicación de masas”.
Otro alumno, Jon, fue el primer alumno que, en cinco ediciones que hago de un ejercicio sobre branding en aula, me contesta que el color que le hace pensar Coca-Cola es el color negro. Para él, Coca-Cola no tiene el significado del rojo de su bote, ni en rojo de su publicidad que quiere asociar la marca con la felicidad envasada, ni en rojo de Santa Claus, portavoz navideño de la marca de toda la vida. Para Jon, la Coca-Cola es el negro. El negro de su color, que ponemos para dentro de nuestras bocas todos los días cuando la bebemos, el negro del caramel de su formula, el negro de su sabor que no nos mata, pero engorda. Jon, sin la venda del branding sobre sus ojos, ve el color que la marca no quiere que el mercado vea – porque no vende.
Son cosas así, resultado del encuentro de las ideas dentro de un aula que me hacen pensar y me hacen disfrutar esta parte de mi vida profesional.