Aprender, experimentar, imaginar y cocinar. La curiosidad es la marca de la casa en el blog de Muslo y Pechuga, de Antxón, un vasco que adora lo salado y que ve imposible la vida y la gastronomía sin el aderezo de una buena canción.
Para saber quién es Antxón, o por lo menos para conocerlo un poco mejor, os dejamos nuestra Entrevista Cocinista.
¿Qué no puede faltar en tu cocina?
Además de las cosas obvias, como buenos productos, aromas, aceites y cuchillos, creo que son fundamentales la curiosidad, la creatividad y la búsqueda de la superación. Digamos, en definitiva, que una actitud buena y positiva. Sé que muchas veces es difícil aplicarse al 100% con una receta de a diario, pero con un poco de esfuerzo y voluntad todo acaba encajando. La cocina ha de ser como un parque de atracciones para la curiosidad y los sentidos. Preparar 10 veces una misma receta nunca debe suponer calcarla 10 veces.
¿Ajo o cebolla?
Difícil cuestión. Como cuando a un niño se le pregunta ¿a quién quieres más, a papá (ajo) o a mamá (cebolla)?. Personalmente soy incapaz de renunciar a los intensos aromas del ajo ni al melodramático dulzor de la cebolla; ambos son base e inicio para multitud de recetas propias y ajenas.
¿Dulce o salado?
Salado, siempre salado. No hay más que pasarse por mi blog para comprobarlo. Las pocas recetas dulces que he publicado corresponden a recetas muy tradicionales y sencillas.
¿Qué prepararías ante una visita inesperada?
¡La imaginación al poder! Cualquier cosa, dependiendo de lo que hubiera en la nevera o en la alacena. Creo que la experiencia, la agilidad y la improvisación son excelentes herramientas de cocina (además del cariño y la grasa de cerdo, que diría Mary Cooper).
¿Gastronomía y música van unidos para ti?
Creo que soy melómano antes que cocinillas por lo que me resulta muy difícil separar cualquier actividad vital de la música. De hecho, no creo que sea posible disfrutar plenamente de la cocina y sus tareas sin un buen aderezo musical. Sea del tipo que sea, que para gustos están los colores y los sabores.
Si tuvieras que elegir una receta, de todas las que has publicado en el blog, ¿con cuál te quedarías?
Seguramente con la próxima que presente. Creo que el momento de intensidad y emoción que supone pensar, buscar, comprar, preparar, fotografiar y escribir cualquiera de las recetas, por muy simples que sean, las hacen siempre únicas y especiales.
¿Una canción para cocinar?
Aunque, evidentemente, no es una canción, digamos que el primer movimiento de la cuarta sinfonía de Brahms es ideal para poner en marcha cualquier receta. A partir de ahí, y si el momento lo requiere, podemos añadir algo más de energía con, por ejemplo, Beethoven, Goldfrapp, Shostakovich o EBTG, o rebajarla con algo de Tiersen, Fauré, Jobim o Monteverdi. Siempre hay un aderezo musical acorde a cualquier plato, momento del día –o de la noche- y estado de ánimo.
¿Con quién te gustaría compartir cocina?
Lo lógico sería citar a alguno de los grandes, pero prefiero responder que con cualquiera de quien pueda aprender algo. La experiencia –para esto son fundamentales los cursos y haber cocinado con diferentes compañeros- me dice que de todo el mundo se llega a aprender algo, aunque sea qué y cómo no se deben hacer ciertas cosas.
¿En qué película te infiltrarías para probar su comida?
Y aquí también voy a cambiar mi respuesta el vuelo. Mi primer impulso ha sido responder “El festín de Babette” o “Ratatouille”, pero creo que me voy a quedar con la teatral puesta en escena culinaria del inicio de “La edad de la inocencia”. Y es que ¿a quién no le gustaría cenar con la condesa Olenska? -o con Newland Archer, en su defecto-.
¿Con quién te gustaría compartir mesa?
Evidentemente ante y sobre todo con mis seres queridos; familia y amigos. Pero tampoco desprecio el poder de conocimiento y conciliador de una buena mesa y sobremesa con personas de relación más formal, profesional o simplemente casual.
¿A qué país viajarías para probar su gastronomía?
Tengo la fortuna de vivir junto a la frontera francesa y de conocer bastante bien a nuestros vecinos del norte y sus excelentes productos y cocinas. Por otra parte, soy un declarado fan de la verdadera cocina italiana, pero, puestos a pedir, me encantaría recorrer el sudeste asiático -Tailandia, Vietnam, Laos, Camboya- y Japón, y descubrir sus sorprendentes cocinas, aromas, texturas y sabores. Algún día, ¡seguro!
Mójate… Recomienda un blog y una cuenta de Twitter.
La verdad es que soy bastante poco amigo de las redes sociales -bastante vago sería más exacto- pero puestos a recomendar un blog no puedo dejar de pensar en la incansable Mónica y su blog Dulce de limón – desde donde, además de deleitarnos con sus exquisitas recetas, se toma todos los meses el trabajo de organizar y coordinar el evento “Juego de Blogueros”, un divertido reto abierto que se basa en la elección de un producto de temporada y la creación de una receta a partir de él. Y, ya puestos a citar a gente encantadora, tengo que hablar de otras dos buenas amigas que desde sus blogs reparten alegría y sabiduría a partes iguales; Inma desde su espléndido y acogedor blog Entre tres fogones y Angels desde el sabio y sabroso Gastrotendencias. Hay muchos, muchos más, y aunque no haya espacio ni tiempo para citarlos a todos, están en mi mente, en mi corazón y en mis recetarios.
¿Un restaurante que nunca olvidarás? ¿Por qué?
Hay muchos, pero por su especial trascendencia -y porque ya nunca volverá- el elegido ha de ser El Bulli. Las dos ocasiones que tuve de disfrutar de su mesa y cocina serán para mí dos hitos tan sorprendentes como irrepetibles por muy reinterpretado que hayan sido su saber y estilo. Y, puestos a citar lugares únicos y especiales, no puedo por menos que recordar a mis dos mesas preferidas de mi pequeña tierra, distintas e iguales en todo: Mugaritz y Zuberoa. Entre ambas abarcan el círculo perfecto de la cocina vasca.