
Cobertura de Espectadores.
Data de 2014 la película más reciente de Hong SangSoo, que los programadores del 17º BAFICI incluyeron en la sección Panorama. Se titula La colina de la libertad (Hill of freedom es el título internacional), como el nombre de la confitería donde ocurren algunos de los (des)encuentros entre el protagonista, un joven docente japonés, y los personajes que se le cruzan durante su breve estadía en Seúl. La crónica de estas citas a veces fallidas parece aludir a nuestra propia relación con este director surcoreano que aprendimos a querer en ediciones anteriores de nuestro festival internacional de cine independiente, y que siempre esperamos volver a ver para disfrutar de otro momento juntos.
Reconocemos enseguida a SangSoo en Jayuui Eondeok (éste es el título original del largometraje). De las características distintivas de su filmografía, identificamos el sonido de los pasos cansinos sobre el asfalto, la condición azarosa de los des/re/encuentros interpersonales, los personajes siempre amables -a veces cándidos-, el uso deliberadamente artificioso del zoom, que nos recuerda el lugar del director detrás de cámara y el nuestro en la butaca.
Como en citas baficianas anteriores, en ésta también nos prestamos al juego habitual de deconstrucción narrativa. Aquí, el rito arranca apenas comienza la película, cuando la amiga de Mori traspapela las cartas que éste le escribió mientras intentaba localizarla en Seúl. La confusión de misivas sirve de excusa para alterar el orden cronológico del relato en torno a la estadía del docente japonés en tierra coreana mientras busca del amor y -porqué no- la felicidad.

Por si alguien dudara en qué consiste el juego, el protagonista acarrea un libro que se llama Tiempo, y que -según explica el propio Mori- desarrolla una hipótesis contraria a aquélla de la linealidad temporal. Si hubiera sido otro el autor de este largometraje, quizás le habríamos reprochado la ¿pequeña? obviedad.
