Revista En Femenino

La conciencia tranquila (por Isa)

Publicado el 04 noviembre 2013 por Imperfectas
La conciencia tranquila (por Isa)
Ya hemos dicho aquí varias veces que tenemos unos representantes políticos lamentables, que lejos de representarnos nos avergüenzan en público, que insultan nuestra inteligencia y que nos engañan vilmente sin despeinarse, sin sentir la necesidad de disculparse y sin el más mínimo sentido autocrítico. En esto, y sin que sirva de precedente, creo que todas las im-perfectas estamos de acuerdo.
Pero yo ya empiezo a estar harta del discurso victimista al que nos asimos como a una tabla de salvación, o más bien como a una manta calentita para eludir saltar de la cama por la mañana. Por favor, que nadie vaya a interpretar este comedido 'mea culpa' como una identificación con la falacia de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". Para nada. Esa sentencia me indigna como pocas. Los ciudadanos de a pie no nos hemos metido en esta crisis, nos han estafado -y lo siguen haciendo- y sobre todo nos han gestionado fatal (la mayor parte de las veces en su propio beneficio). Pero no se puede pensar que uno no tiene responsabilidad individual en lo que acontece, en las cosas que pasan, en lo que nos atañe a todos.
Qué fácil es echarle la culpa a los políticos por chorizos, a los empresarios por buitres chupa-sangres, los funcionarios por vagos parásitos, a los sindicatos por anquilosados e ineficaces... ¿y el electorado? ¿no tiene la culpa de nada? ¿Y la ciudadanía cobarde y asentada, anestesiada y aturdida?
Antes de que Arturo Pérez-Reverte se despachara en el programa de Jordi Évole, Salvados, el domingo pasado, vomitando todo lo que piensa sobre la inacción y el descrédito de la población española, he de reconocer que mi sentimiento patrótico hace tiempo que estaba maltrecho por esa razón. Si no lo habéis visto, os recomiendo que veáis el programa. Es interesante, independientemente de que estés de acuerdo con él o no o de que el escritor te caiga mejor o peor -a mí de hecho me cae bastante mal-.
Yo soy menos pesimista que Pérez-Reverte, pero coincido bastante con él en la visión de cómo nos manejamos los españoles en situaciones de vulneración de derechos por parte de nuestros gobernantes. Y también comparto con él que la única solución es la educación, la formación, un cambio radical en nuestra concepción ética y cívica masticada, engullida y digerida durante siglos. 
Porque no nos engañemos, somos muy de protestar a voz en grito en el bar (ahora se traduce el escupir improperios en Twitter), y quedarnos tan campantes con ese desahogo, como un eyaculador precoz que se conforma con ese estertor ficcticio, como ese pecador cristiano que después de liarla parda sale del confesionario limpio de todo mal, con la cabeza alta y una sonrisa de oreja a oreja. Con la conciencia tranquila.

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