Me llamo Rosa Borrás. Diplomada en Magisterio, Licenciada en Periodismo, Doctoranda Investigadora de la Universidad Complutense en Comunicación Social, locutora publicitaria. Y hace años locutora de radio, así como de televisión, llegando a grabar diversos especiales incluso para Canal Cocina, ¡de esto hace mucho! Nunca me presenté, ya que prefería trabajar desde el anonimato, como uno más, e intentar concienciar sobre las enfermedades digestivas. Bueno, hoy vengo a narrar cómo surgió este blog. Además, en la actualidad el proyecto ha crecido y llevo una comunidad en google+, con la misma finalidad que el blog, donde tienen cabida otras enfermedades con restricciones alimenticias y la gente libremente aporta sus maravillosas recetas.
Este blog, como muchos de ustedes saben, nació como una labor social y
gracias al impulso dado por Laura y Fernando a nivel motivacional. Para
los que nunca han leído la historia y la desconocen, mencionar por
encima que hace siete años me diagnosticaron proctitis ulcerosa, una enfermedad inflamatoria digestiva autoinmune bastante dolorosa y, por qué no decirlo, grave. Muchas personas de las que te rodean, ignorantes de la realidad, decían que la enfermedad la causaban los nervios, el estrés, etcétera. De momento, sólo sabemos que se trata de aspectos medioambientales, sistema autoinmune y, en algunos casos, genes. Un grupo de investigadores ha afirmado haber descubierto un gen causante de la inflamación, otros opinan que se trata de herencia genética y otros de una alternación en los genes. No existe cura, sólo tratamiento para espaciar brotes.
Esta buena amiga, Laura, y mi marido, Fernando, al ver cómo adaptaba la alimentación y encajaba bastante bien lo sucedido, me comentaron que sería una buena idea compartir con otros mi experiencia. ¿Con qué intención? Pues a fin de poder ayudar a aquellas personas que no sabían cómo cocinar ahora o se sentían extraños al salir a comer fuera por la poca conciencia existente en el sector de la restauración. ¡Y así nació el blog!
Cada persona, con su enfermedad, debe seguir las indicaciones de su médico tanto en lo que al tratamiento se refiere, como en la alimentación. Esta juega un papel muy importante. Pongamos por caso un sujeto con una úlcera digestiva que toma un zumo de naranja y limón. Si les cuesta imaginar esta escena, simplemente piensen en una llaga en su mano y cómo vierten este sano líquido en ella. ¿Qué sucedería? Por lo pronto verían las estrellas porque les quemaría o ardería, ¿verdad? Ahora prueben a echarle pimienta, pimentón, curry, tabasco, chile, guindilla,... ¡El firmamento entero a sus pies!
Desde que me diagnosticaron la enfermedad he descubierto que la mayoría de los alimentos envasados no los puedo tomar y salir a comer fuera se convierte en una tarea muy compleja. La cocina creativa y de chefs valorados por todos como genios se convierte en un simple asado de verduras, carnes o pescados. Esto me ha sucedido en donde resido, Tenerife, pero también en Madrid o Salamanca. En ambos sitios, grandes restaurantes con estrella Michelín. En uno de ellos, la jefa de sala vino a decirme que qué se me ocurría que pudieran prepararme el jefe de cocina porque ellos tenían un menú tipo donde primaban las especias picantes. Me quedé perpleja ante la situación. Y pensé: ¿Quién da las estrellas, con qué criterio, sólo en base a un rico plato o miran también la capacidad de adaptación creativa en diversas circunstancias? ¡Horror, yo no tengo la estrella, no me la dieron a mí, cómo me pregunta! Y al final proporcioné las ideas, no me quedó de otra. ¡Vamos, como si hubiera comido en casa, porque no he estudiado cocina! Sólo sé distinguir si me han puesto alcachofas de bote o el pescado está pasado, la carne dura, la comida insípida, carente de gracia, insulsa y esas cosas de un amante del buen comer.
Vemos en la tele diversos concursos de cocina donde los participantes deben elaborar platos interesantes en base a múltiples variantes. ¿Y en el día a día? Les aseguro que triste, muy triste la incapacidad con la que me he tropezado. Eso sí, también he sido afortunada al poder degustar platos deliciosos de la mano del chef Samuel Hernández Montañez, entre otros, que no cuentan con estrellas Michelín pero sí con ilusión y amor por la cocina. Conservan el deseo de agradar al cliente, de sorprenderlo, de crear, de salir de la monotonía y la rutina diaria. A los que siguen con este amor por la profesión sólo puede decirles: ¡GRACIAS!
A partir de ahora me dedicaré a publicar artículos con nombres de restaurantes y fotos de platos, como los que he recopilado en las vacaciones. Tal vez sirva como arranque de concienciación y también de ayuda a aquellas personas que se encuentran en mi misma situación. Les aseguro que no vale la pena pagar un menú de un reconocido y afamado chef, si éste no cuenta con capacidad de adaptación. Sé que muchas voces del sector se sublevarán en contra de lo expuesto. Queridos, respetados y apreciados cocineros, un vegetariano o un celiaco no suele ser mirado como bicho raro o incómodo al que atender. ¡Nosotros tampoco lo somos! ¡Sólo se trata de seres humanos, en todos los casos, deseosos de probar vuestras creaciones!
¡Me encantará conocer vuestras experiencias a este respecto, así como opiniones!